domingo, 24 de octubre de 2010

El oro cristalino

El oro cristalino

La escasez de agua podría motivar las guerras del futuro. Sobre todo si la humanidad no se pone de acuerdo en cómo repartirla.

Fecha: 09/08/2007 -1323

El origen de la crisis no hay que rastrearlo en la propia naturaleza, sino en la gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados. El informe de Naciones Unidas asegura que se trata de un problema de actitud y de comportamiento, problemas en su mayoría identificables y localizables. Y sibien este dato abre una puerta hacia la esperanza, la inercia de los líderes y la ausencia de una conciencia clara sobre la magnitud del problema por parte de la población mundial, impiden que se lleven a cabo medidas correctivas. Escasez aguda de agua Únicamente el 2,53% del total de agua existente en el planeta es dulce y el resto es salada. Aproximadamente las dos terceras partes del agua dulce se encuentran inmovilizadas en glaciares y al abrigo de nieves perpetuas. Por otra parte, los recursos de agua dulce se ven reducidos por la contaminación. Unos dos millones de toneladas de desechos son arrojados diariamente en aguas receptoras, incluyendo residuos industriales y químicos, vertidos humanos y desechos agrícolas (fertilizantes, pesticidas y residuos de pesticidas). Como siempre, las poblaciones más pobres resultan las más afectadas, con un 50% de la población de los países en desarrollo expuesta a fuentes de agua contaminadas. Asimismo, las estimaciones más recientes sugieren que el cambio climático será responsable del alrededor del 20% del incremento de la escasez global del agua. Datos preocupantes Al respecto se considera que de aquí al año 2050, siete mil millones de seres humanos que vivirán en sesenta países, padecerán graves penurias de agua. El informe clasifica 180 países y territorios según la cantidad y calidad de agua disponible- Kuwait, Gaza, Emiratos Árabes, Bahamas y Qatar son los que acusan mayores necesidades por disponer de las menores reservas de agua potable por individuo. En el otro extremo figuran Finlandia, Canadá, Guyana Francesa, Islandia, Guyana, Surinam y Congo-Kinshasa, países todos ellos con las mayores reservas de agua potable por individuo. Así, entre todos los objetivos que las distintas instancias internacionales han establecido en los últimos años - las Metas de Desarrollo del Milenio para el 2015, adoptadas por la Cumbre de las Naciones Unidas de 2000, por ejemplo -, muchos de ellos han colocado a la problemática del agua en un sitio preferente. En este sentido, la Declaración Ministerial de La Haya de marzo de 2000 aprobó una serie de desafíos como base de la acción futura. Primer desafío El primero de ellos apunta a satisfacer las necesidades humanas básicas, ya que las dolencias relacionadas con el agua son una de las causas más comunes de enfermedad y de muerte entre los pobres en los países en desarrollo. Las estadísticas hablan por sí mismas. En 2000, la tasa de mortalidad estimada sólo por diarreas relacionadas con la falta de sistemas de saneamiento del agua fue de 2.213 millones de personas. La mayoría de los afectados por mortalidad y morbilidad relacionadas con el agua son niños menores de cinco años. Otro dato: actualmente 1.100 millones de personas carecen de instalaciones necesarias para abastecerse de agua y 2.400 millones no tienen acceso a sistemas de saneamiento. Las medidas a implantar para revertir esta situación no son complicadas ni onerosas, pero requieren una reorientación política considerable. Segundo desafío El segundo desafío busca proteger los ecosistemas, y el agua constituye una parte esencial de todo ecosistema. Y no hay dudas de que los ecosistemas acuáticos continentales presentan graves problemas. El caudal de alrededor del 60% de los mayores ríos del mundo ha quedado interrumpido por alguna estructura hidráulica. Tercer desafío Las necesidades divergentes del entorno urbano constituyen el tercer tema planteado. Según las estimaciones de los organismos internacionales, el 48% de la población mundial actual vive en pueblos y ciudades. En 2030 la proporción será de cerca del 60%. Las aglomeraciones urbanas concentran desechos, y cuando la gestión de los residuos es precaria o inexistente, las ciudades se transforman en los entornos más peligrosos que existen en el mundo. De ahí que se hace imperiosa la adopción de ciertas medidas para mejorar el suministro de agua, el saneamiento y el control de las inundaciones en las ciudades. Por ejemplo, la existencia de buenos servicios sanitarios es primordial, ya se trate de empresas públicas, semi-privadas o privadas, sujetas a una reglamentación adecuada. Cuarto desafío El cuarto desafío habla de asegurar el suministro de alimentos para una población mundial creciente. Con una agricultura no controlada se logra alimentar a unos 500 millones de personas; por eso, para alimentar a la población mundial actual, de seis mil millones de individuos, es necesario recurrir a la agricultura sistemática. Si bien la mayor parte de la agricultura depende de la lluvia, es clave el uso eficiente del agua de riego, actualmente situado alrededor del 38% en todo el mundo. Este debería mejorar hasta alcanzar un promedio del 42% en 2030, gracias a la tecnología y a una mejor gestión del agua de riego. Quinto desafío El quinto desafío apunta a promover una industria más limpia. La utilización del agua en los procesos de fabricación, a menudo en grandes cantidades, es muy corriente. Luego, se devuelve a los sistemas locales. El agua vertida por las industrias puede ser de muy mala calidad y, a no ser que se trate de forma adecuada, es una amenaza para las aguas superficiales y subterráneas en las que se vierte. La industria puede constituir una amenaza crónica debido al vertido constante de efluentes, o bien una amenaza crítica si, por un fallo accidental, se genera una contaminación intensa en un período corto. La formación en materia de gestión de la demanda, combinada con la transferencia de tecnología, puede beneficiar al medio ambiente y mejorar el rendimiento económico de las empresas. Sexto desafío El sexto desafío consiste en utilizar la energía para cubrir las necesidades del desarrollo. Es que el agua es imprescindible para la producción de energía. Sus dos aplicaciones principales son la producción de electricidad de origen hidráulico y su uso a efectos de enfriamiento en centrales térmicas de energía eléctrica. Con todo, la electricidad contribuye a la reducción de la pobreza en muchas formas. Resulta esencial para la subsistencia de pequeñas empresas y para mejorar los servicios médicos, incluyendo los equipos electrógenos y la refrigeración de vacunas y medicamentos, entre otras funciones. Séptimo desafío La reducción de los riesgos y hacer frente a la incertidumbre es el séptimo desafío. Las razones hay que buscarlas en el número de víctimas de los diversos desastres naturales, ya que aumentó de 147 millones a 211 millones por año entre 1991 y 2000. Las pérdidas económicas derivadas de las catástrofes naturales han aumentado de 30 mil a 70 mil millones de dólares en los Estados Unidos entre 1990 y 1999. Asimismo, alrededor del 97% de las muertes causadas por los desastres naturales han tenido lugar en países en desarrollo. En el caso de las inundaciones, el riesgo potencial está relacionado con su magnitud y frecuencia. Es posible calcular la probabilidad de su aparición y prever las inundaciones en tiempo real. Medidas Por último, el informe de las Naciones Unidas insta a compartir el agua, no sólo entre sus diferentes usos (energía, ciudades, alimentación, etc), sino también entre los diferentes usuarios (regiones administrativas o países que comparten una misma cuenca o acuífero). También a identificar y valorar las múltiples facetas del agua, no sólo como un valor económico, sino además en su dimensión social, religiosa, cultural y ambiental. El conjunto de desafíos deberá estar acompañado por una responsabilidad colectiva y una administración responsable del agua para asegurar un desarrollo sostenible.

La Iglesia católica se vistió de verde. El giro ecológico en el discurso papal del domingo pasado tomó por sorpresa a la prensa mundial. Benedicto XVI, que en tantos otros sentidos se ha mostrado como un Papa retardatario, reclamó a cientos de miles de jóvenes católicos cuidar más el planeta e hizo énfasis en que el agua es un recurso "precioso" que se debe compartir de forma "equitativa y pacífica" para evitar conflictos.

Muchos han advertido que el mundo está ante una crisis mundial por cuenta del agua, y Benedicto XVI no es el primero en mostrar preocupación por el tema. "La próxima guerra en Oriente Medio será librada por el agua", sentenció en 1985 Boutros Boutros Ghali, el exsecretario general de Naciones Unidas. A juzgar por las dos guerras del golfo, donde el petróleo tuvo un papel determinante, el diplomático egipcio se precipitó en su pronóstico. Pero durante años los expertos han temido que el incremento de la población mundial, sumado al cambio climático y la contaminación, hará estallar guerras entre las naciones por el control del preciado líquido.

"El petróleo es visto como una materia prima 'estratégica' por muchos Estados poderosos, algo por lo que están dispuestos a ir a la guerra", explicó a SEMANA Michael Klare, profesor de Paz y seguridad mundial en el Hampshire College y autor de 'Resource wars: the new landscape of global conflict' (Las guerras por los recursos: el nuevo panorama del conflicto global). El agua también puede adquirir este estatus para Estados localizados en regiones áridas que dependen de la irrigación para producir alimentos. "Si el suministro de agua de estos países también depende de un río importante que surge afuera de su territorio -el Nilo, en el caso de Egipto; el Jordán, para Israel, o el Éufrates, para Siria e Irak-, el agua adquiere este carácter 'estratégico' y puede ser una causa de guerra si las naciones río arriba construyen represas para satisfacer sus propias necesidades que disminuyen el flujo descendente del río", explica el experto.

Benedicto XVI sorprendió con un discurso ‘verde’ en el que instó a compartir el agua.

Tres cuartas partes del mar de Aral se han transformado en llanuras de sal con barcos abandonados y altísimos niveles de contaminación.

Gran parte del agua es inaccesible o llega en forma de tormentas.

El suministro de agua ha estado entre las causas de más de un conflicto. En el polvorín que es Oriente Medio, muchos la señalan como parte de una agenda escondida detrás de las guerras. Ariel Sharon, quien tuvo un papel protagónico en el frente de batalla antes de llegar a ser el Primer Ministro israelí, declaró ante los micrófonos que una de las razones de la guerra de 1967 había sido que los ingenieros sirios estaban trabajando para desviar parte del flujo del Jordán. Irak movilizó sus tropas en 1975 cuando Siria interrumpió su suministro. Después de firmar el tratado de paz con Israel en 1979, el presidente egipcio Anwar Sadat dijo que su país nunca volvería a entablar una guerra, excepto para proteger sus recursos hídricos. Y el rey Hussein de Jordania también declaró que el agua sería la única razón por la que entraría en guerra con el Estado judío.

Siguiendo la misma línea, El Cairo se declaró dispuesto en 1991 a usar la fuerza para proteger su acceso al Nilo, donde hasta el día de hoy ha habido cooperación entre los nueve países que dependen de sus aguas, cuya población, dicho sea de paso, se podría duplicar en dos décadas y hace temer una futura competencia por sus recursos.

Desde tiempos ancestrales, las civilizaciones se han afincado cerca de las fuentes de agua. Los ríos han servido para determinar en los mapas los límites entre países, pero no saben de divisiones políticas. En términos generales, las regiones problemáticas están allí donde varios países dependen del mismo río para satisfacer sus necesidades básicas y han fracasado en adoptar un régimen equitativo para compartir el suministro. El tema no es un asunto menor. Casi la mitad de la población mundial, de acuerdo con la ONU, vive en las cuencas de los 263 ríos que cruzan alguna frontera internacional.

"Ningún líder dejará a su país sin agua" aseguró a SEMANA Jim Thebaut, director de 'Running dry', un documental que hace parte de un programa público en Estados Unidos para educar al mundo. "Los países desarrollados como Estados Unidos y Canadá dan el agua como algo garantizado, pero es inexcusable para una sociedad global que haya un solo niño sin acceso al agua potable".

Se calcula que cada ocho segundos muere un niño por enfermedades relacionadas con el agua. "Lamentablemente se está viendo que los países más afectados son los menos desarrollados. No necesariamente las zonas con problemas son las de menos recursos", explica Julio Calderón, del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), desde la sede regional en Panamá. Y pone como ejemplo a México, donde la zona con mayores problemas es el suroeste, donde hay más agua. El norte es más árido, pero también más industrializado. "Si uno investiga, ya hay muchos conflictos internos por cuenta del agua, entre distintos sectores -como el agrícola y el industrial- o entre provincias", agrega.

"Hay suficiente agua para todos. El problema que enfrentamos es, sobre todo, un problema de gobernabilidad: cómo compartir el agua de forma equitativa y asegurar la sostenibilidad de los ecosistemas", sostiene la ONU en su último informe sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, donde reconoce que el agua es clave para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio. Pero acompaña la afirmación con una advertencia: "Hasta el día de hoy, no hemos alcanzado ese equilibrio".

El agua no se acaba, pero la población mundial aumenta a cada momento. Mientras algunas regiones sufrirán la escasez, en otras, como Canadá o Escandinavia, disfrutarán de la abundancia. Gran parte del agua en el mundo es inaccesible o llega en forma de tormentas y huracanes imposibles de prever. Los estudios señalan que las inundaciones también se darán con mayor frecuencia, y China es posiblemente el mejor ejemplo, pues combate diluvios y desbordamientos en el sur de su territorio y sequías en el norte.

Los usos del agua, y la contaminación, tienen una relación directa con la demografía. Y mientras los países más desarrollados cuentan con poblaciones más o menos estables, el mundo en desarrollo generalmente registra un crecimiento acelerado y una migración masiva hacia las grandes ciudades, lo que agrava el problema.

Los retos se multiplican a lo largo y ancho del planeta. Australia batalla con sequías devastadoras y sus dos principales ríos no dan abasto. Ciudad de México carece del drenaje adecuado y el agua pura podría escasear a la vuelta de unos años. Las imágenes satelitales de los lagos africanos son dramáticas. Algunos han descendido de manera drástica: el lago Chad es tan sólo una décima parte de lo que era.

Pero todo esto no apunta, necesariamente, a un escenario apocalíptico. Aaron Wolf, un experto en las políticas de las cuencas de ríos multinacionales de la Universidad de Oregon que ha estudiado los conflictos por cuenta del agua, no comparte la teoría de 'las guerras' del futuro por el precioso líquido. "El agua, dijo a SEMANA, causa muchas tensiones, pero pocas crisis políticas. Por el contrario, fuerza a la gente a cooperar. Árabes e israelíes, India y Pakistán, en todas partes gente con conflictos reales termina cooperando". En su opinión, lo verdaderamente preocupante es la crisis humanitaria en algunos países subdesarrollados. "Incluso si estallan guerras, ¿cuánto más daño se puede hacer?", asegura cuando recuerda los millones de niños que mueren por enfermedades prevenibles relacionadas con el agua. Quizá, más que el líquido, lo que falta es solidaridad.

jueves, 21 de octubre de 2010

Carta del indio Seattle

cambio climático

viernes, 15 de octubre de 2010

Nada nos duele en las postales

Nada nos duele en las postales
Por: Cristian Valencia | 11:21 p.m. | 10 de Octubre del 2010
Tal vez hablo del siglo pasado, de por allá en los años treinta del siglo XX. Tal vez. Porque todo parece igual en La Guajira. Tan intocada, tan inhóspita a veces, tan variopinta y misteriosa. Tan pobre. Pobre a pesar de sus indígenas, y sus musulmanes, y sus mestizos, y sus blancos; pobre a pesar de sus minas de carbón, y sus yacimientos de gas. Y la sal. Esa sal de la abundancia que debería tener un puesto en el anacrónico escudo que dizque nos define: un gorro frigio que nadie sabe qué significa, un istmo que pertenece a otro país, y un par de cuernos de abundancia llenos de oro. En ese escudo deberían estar los wayú y la sal; el desierto; ese Caribe.
Pobre Guajira pobre. En un rincón enmohecido por el salitre, una carreta sin burro lucía muy oronda un letrero imposible de leer: "seasena karreo i sebo tanes kombros". Una variación de este castellano que hablamos y escribimos, tan increíble como imposible de pronunciar, posible en la medida que La Guajira ostenta un 35% de analfabetismo, silenciosa. Nadie parece saberlo en el Gobierno central. Casi cuatro personas de cada diez no saben escribir ni leer "Mi mamá me mima". Cifras tan escandalosas que uno debería salir a buscar políticos para patearles el trasero, porque al sol de hoy, ya son 25 años de recibir astronómicas regalías por todo ese carbón que se va, ese gas que consumimos a diario.
Me enteré de cómo se diluyen algunas ganancias en el desierto: supe de alguien que escribió un libro. Por su trabajo cobraría 12 millones al Centro Cultural. Justo, hasta ahí todo normal. Pero en el Centro le dijeron que firmara un contrato por 22 millones, que ahí estaban sus doce y que por ahí se enredaban 10.
-¿Y tú por qué te vas a llevar 10?, si tú no has hecho nada. Y yo llevo dos años trabajando en este libro.
Palabras más o menos le dijeron que, ajá, que no parara bolas a eso, que tú sabes cómo es la vaina. Y el escritor dijo que "no", rotundo "no" frente al burócrata boquiabierto. Tres meses después llamaron al escritor para decirle que el libro estaba listo. Y cuando fue a mirar qué rayos había pasado le pasaron un contrato para firmar por 78 millones de pesos que ya había cobrado el burócrata dichoso. Un sobrecosto de 66 millones que habría servido para contratar maestros, aperar una escuela o comenzar un programa de educación. No para pagarle vacaciones a nadie, ni comprarle joyas a la esposa del funcionario, ni comprarle un blackberry a su niña de 8.
Es un caso de fraude a La Guajira hecho por un solo funcionario que, supongo, operará igual con todos. Y es un caso en Cultura, dependencia de bajo presupuesto. Imaginen lo que podrá ser Obras Públicas, o Educación, o Salud.
Y en La Guajira el alcantarillado es una cosa inservible, y los habitantes de Riohacha tienen agua 12 días al mes. Y la totuma es algo que se usa para el baño. Y no podrás llegar a Nazareth en este invierno porque no hay vías. Pero nos ufanamos enseñando en las escuelas del interior que La Guajira es el norte de esta Colombia, y los libros muestran orgullosos a los wayús y las salinas y la Mina y Bahía Portete, y Chuchupa; y ponemos el límite en Punta Gallinas todos orgullosos. En realidad, no nos merecemos hablar de La Guajira con ese orgullo.
¿Explicaciones? Que La Guajira es un continente con predominio de habitantes indígenas y afrocolombianos. Que los gobiernos se pasan por la faja esa Guajira porque no les importa. El 45% de los habitantes de La Guajira son indígenas. Y de esos indígenas, más del 70 por ciento son analfabetas en castellano. La discriminación no es un invento mío, es una realidad de todos los tiempos, de las cifras del Dane, del Banco de la República, de estudios de antropólogos, de la simple vista.
Pero por acá, en 'cachaquilandia', se habla de la Guajira como se habla de una postal. En donde nada duele.