domingo, 23 de diciembre de 2012

EL DISCRETO ENCANTO DE LA SERVIDUMBRE

El discreto encanto de la servidumbre
María García de la Torre

La servidumbre seduce a los colombianos. Les encanta que otros los sirvan, que laven sus platos, limen sus uñas, cuiden sus niños y empaquen y desempaquen su mercado. No todos pueden costearlo, claro, pero podría decirse que para muchos es sinónimo de estatus tener una empleada doméstica, vivir en un edificio con portero, ir a un centro comercial donde parqueen y laven el carro. Contar con servidumbre -o sirvientes, como se los clasifica de puertas para dentro- ha mantenido una innumerable cantidad de 'cargos' que muchos países considerarían anacrónicos.

Hoy en día calificaríamos de "brutalidad" contratar a un indígena para 'transportar' a otro en su espalda. Amarrarle una silla y simplemente contemplar el paisaje mientras el pobre hombre camina descalzo por trochas empinadas. Hoy es brutalidad, antaño era obligatoriedad para la élite colonial. Sin embargo, con la modernidad han llegado nuevas formas de servidumbre camufladas en oficios que perpetúan la pereza de otros.

Al parecer, el esfuerzo que representa empacar el propio mercado representa un esfuerzo sobrehumano. Porque casi todos los supermercados contratan un joven que empaca la mermelada, la carne, las bebidas del cliente, mientras el cliente se queda quieto, mirándolo.

¿Qué le cuesta a alguien lavar los dos platos, el vaso y la olla que ensució para cenar? Al parecer, horrores, pues para eso le paga a una mujer que los lava por él. En promedio, solo para hacer mercado y cocinar un plato sencillo, una mujer bogotana utiliza el servicio de quince personas distintas. En un país como España o en Estados Unidos, el que tiene hambre es el mismo que merca y el mismo que cocina y lava los platos.

En ciertos casos, claro, es necesaria una ayuda extra, como cuando una madre soltera debe trabajar y encargarse del hogar y de su hijo sola. Pero ¿de verdad es indispensable que un hombre abra la puerta del parqueadero, que otro le eche la gasolina al carro, que otro empaque el mercado, que otro lo lleve hasta el carro, que otro -u otra- nos lave la ropa, los platos, que limpie la casa, que otro lave el carro, que otro maneje el carro y un gran etcétera?

Esta dependencia en la servidumbre es ostensible en el quejido lastimero de la joven que pide consejo a sus amigas para contratar una "empleada de confianza" porque ya no tiene un solo plato limpio. ¿Qué tal si se levanta del sofá y los lava?

No parece tan sencillo, pues la herencia colonial ha enseñado a las señoritas que los oficios de la casa deben delegarlos en otros y que lavar su propia vajilla la rebajaría tanto como soltar una flatulencia en público.

El mensaje está tatuado en el subconsciente, al punto de que no se lo cuestiona. Meses atrás, una fotografía publicada por la revista de farándula '¡Hola!' levantó una polvareda. Las señoras de casa aparecían en primer plano y sus empleadas domésticas negras, en un segundo plano, con sendas bandejas de plata. Se cuestionó la pose, pero no la institución per se. En otras palabras, que haya sirvientas, pero que no se note.

Hasta hace muy poco, estas mujeres, internas en casas de familia por décadas, no cotizaban salud ni pensiones. Hoy en día muchas siguen sin acceso a la educación, no pueden formar su propia familia y viven exiliadas en el cuarto de servicio, disponibles las 24 horas, separadas desde jovencitas de sus familias.

Empleadas de servicio, sirvientas, coimas, muchachas, hay tantos términos eufemísticos y peyorativos como familias empleadoras. Trabajan en silencio, sin encontrar nunca eco de su situación en los titulares de prensa. Una gran mayoría tiene empleadas del servicio, manicuristas, entrenadores deportivos, paseadores de mascotas, jardineros, choferes, niñeras... ¿por qué cuestionar un orden social que proporciona tanta comodidad? Justamente por eso, porque mi comodidad implica la degradación del otro.

Las labores que empiezan a ser obsoletas -como el ascensorista, el ama de llaves, el mayordomo- abren paso a otras más dignificantes. Y liberan a estos individuos de funciones degradantes como oprimir botones por otros o limpiar el desorden de adultos como si se tratara de infantes.

Hace falta reconocer la mala crianza de una buena parte de la sociedad colombiana y buscar romper esquemas coloniales que nos han graduado como el tercer país más desigual del mundo. Si quiere una empleada doméstica, páguele 90.000 pesos por hora, como ocurre en Estados Unidos. No unas miserias que las obligan a llevar una vida llena de privaciones.

Millones de niños a lo largo de décadas han sido criados por empleadas domésticas, e incluso hoy se sigue dando, como círculo vicioso heredado de la sociedad santafereña, antioqueña, cartagenera de años. Romper la dinámica degradante de la servidumbre es un paso adelante en el proceso de modernización de Colombia, anclada, como está, a formas caducas heredadas de una colonia que dejó de serlo hace doscientos años.




LA CRISIS DE LA SALUD

Colombia. La crisis del sistema de salud

Escrito por Óscar Rodríguez

A partir de la Ley 100 de 1993, la salud como servicio en Colombia plantea una dinámica que corresponde a la esencia de las Empresas Promotoras de Salud (EPS) como negocio, expresión clara de la filosofía neoliberal. Aunque el país dedica hoy más recursos relativos para el sector, la intermediación se lleva una buena tajada, en perjuicio de la calidad del servicio. Además, se niegan servicios incluidos en los parámetros establecidos (Plan Obligatorio de Salud, POS).

Hay tres problemas centrales en el sistema de salud: el primero se refiere a la baja cobertura del régimen contributivo, ligada al régimen económico vigente que no expande el empleo formal asalariado, lo precariza e impone deterioro salarial a los trabajadores (1); el segundo atañe a la limitada financiación derivada de las restricciones de "la dictadura fiscal", y el tercero corresponde a la corrupción y la débil regulación a los intereses privados, soportadas por un régimen político con fuerte presencia clientelista.

Afiliación

La evolución de la afiliación al sistema subsidiado demuestra que resultó falso el supuesto de que el empleo asalariado se expandiría tras los 'revolcones' en pro del mercado iniciados por el gobierno de César Gaviria. Se observa que desde 2004 la afiliación del Régimen Subsidiado (RS) supera al del Régimen Contributivo (RC), y no al contrario, como se esperaba. En 2010, el RS ya representa el 47,5 por ciento del total de la afiliación (2). En este mismo año, la población pobre no cubierta por subsidios a la demanda –que hace parte de los vinculados– equivalía al 7,5%, es decir, 3.384.061 personas.

Ese comportamiento tiene efecto en la cobertura de afiliación y sobre la sostenibilidad financiera del sistema. Ya en 2008 se observaba que apenas el 23 por ciento del total de afiliados era cotizante. De ahí que cumplir con los propósitos de cobertura universal implica un mayor esfuerzo fiscal; sin embargo, ello no es una constante en el desempeño estatal. Como se observa entre 1994 y 1999 la tendencia de la participación de las transferencias de la nación en salud primero ascienden y luego descienden, a partir los cambios introducidos por la Ley 725 del 2001.

Al disminuir las transferencias y no avanzar en la cobertura por afiliación contributiva, o cuando se generan barreras al acceso, los gastos de bolsillo en salud pasan a representar un porcentaje importante de los ingresos (3). Tales gastos se expresan en cuotas moderadoras, copagos o compra de servicios de salud (consultas, medicamentos, procedimientos) originados por que la persona carece de afiliación al sistema o por eventos que no pertenecen al Plan Obligatorio de Salud (POS). Según la Defensoría del Pueblo, las cuotas moderadoras y copagos siguen siendo barreras de acceso a los servicios de salud (4).

Los recursos que la sociedad destinó a salud en 2010 equivalieron a 7,9% del PIB. Esos recursos provienen de cotizaciones o aportes obrero-patronales (26,50 millones de pesos de 2010), Recursos privados (19,50 millones de pesos del 2010), Recursos públicos (54,0 millones de pesos de 2010) para un total (5) de 42.066 (millones de pesos del 2010).

Limitaciones presupuestales


Sufrir los efectos de las reformas estructurales pro mercado y buscar legitimidad política distribuyendo presupuesto en las regiones donde hay bases electorales importantes determinan los patrones de gasto de los gobiernos a partir de los 90. Ante las restricciones del aumento de los ingresos tributarios, se acude a la deuda como forma de financiamiento; esta opción, además de incidir en el déficit fiscal significa entrar en la lógica de la financiarización o, como lo llama la Cepal, de dominación financiera, en que el servicio de la deuda representa una parte significativa del presupuesto. En contrapartida, se imponen restricciones al manejo presupuestal de la nación y, por supuesto, al de la salud.

Los recursos para salud se fijan en el conjunto de prioridades asignadas al presupuesto, que al final es una decisión política de los diversos sectores sociales cuyos intereses se expresan en las fuerzas parlamentarias y el Ejecutivo. Observando la ejecución presupuestal, desde cuando se definen las políticas de ajuste estructural –comienzos de los 90– se observa el peso que va ganando el servicio de la deuda. Para 1996, este rubro representaba el 16,4%. En 2006, el gasto en servicio de la deuda fue de 36,8 del total del presupuesto, y para 2011 de 23,4. Otro rasgo de la ejecución es que el servicio de la deuda supera los gastos de inversión, cuyo comportamiento se registra desde 1999; en 2006, el servicio de la deuda representó el 36,8, mientras la inversión significó sólo el 14,1. Otro componente importante del gasto estatal es el destinado al conflicto armado y el sostenimiento del orden público: Defensa y Policía, según informe de la Dirección General del Presupuesto Público Nacional (Bitácora. Cifras Presupuestales 2000-2012), participó en 2010 con el 22 por ciento y en 2011 con el 21 del total de pagos del gobierno.

Además de las restricciones presupuestales de política económica, el flujo de recursos impacta la prestación y calidad de los servicios de salud. Ejemplo, para el Régimen Subsidiado, entre el momento en que se giran los recursos de alguna fuente de financiación (SGP, Fosyga, Rentas Cedidas, Regalías, ETESA, CCF) y son registradas por la cuenta maestra del municipio y luego transferida a las EPS, transcurren unos 60 días, y para que las EPS les giren a las IPS pasan 30 días. En total, la mora toma aproximadamente 90 días (6).

Estas demoras ponen en riesgo la existencia de la red pública de hospitales y atentan contra la calidad del servicio. La deuda morosa en el Hospital Federico Lleras ascendía a 92.000 millones; en el Hospital Universitario Fernando Troconis, de Santa Marta, a 28.000 millones; en Bogotá, ocho EPS le debían a la red pública 250.000 millones, el 60 por ciento con cartera morosa de más de 365 días. Según ACESI, el monto de la deuda pública del Régimen Contributivo con las instituciones agrupadas en este gremio era de 380.000 millones (El Tiempo, edición del 7 de agosto de 2011). Una dificultad del sistema es la falta de liquidez de los hospitales públicos (7). La cartera total de las IPS ascendió a 3,5 billones de pesos, con un crecimiento promedio del 9 por ciento en el lapso 2008-2010.

Clientelización, corrupción y regulación del sistema

Con relación al tercer determinante, se enumeran los escándalos de corrupción en el sistema de salud y muchos campos de la vida política nacional. Respecto al primero, los recobros al Fosyga y los debates parlamentarios derivados –del estudio de la Universidad Nacional para la Comisión de Regulación en Salud (CRES)– del cálculo de la unidad de pago por capitación (UPC) para 2011 son la gota que rebosó el vaso. Este último escándalo puso en evidencia los problemas de manejo de la información producida y brindada por los actores del sistema a las instituciones encargadas de regular el servicio, que sirvió a la postre para un enriquecimiento ilícito, a costa de la salud de la gente por parte de algunas aseguradoras.

Entre 2008 y 2009, el costo de salud se infló por algunas EPS hasta en 24 por ciento. El mismo estudio revela que, per cápita, Saludcoop reportó gastos en medicamentos por $208.654, Cafesalud por $220.155. Cruz Blanca registro gastos en promedio de $194.562. Estas empresas conforman el Grupo de Saludcoop. Otra empresa que registra datos elevados es Famisanar, con $122.342, cuyos propietarios son Colsubsidio y Cafam (Gráfico 3). El promedio de gastos en medicamentos, excluyendo a estas cuatro aseguradoras, era de $40.772. Llama la atención, pues estas EPS tienen sus propias IPS, es decir, integran el aseguramiento con la prestación de los servicios, lo cual le quita transparencia al sistema; además, estas EPS cuentan con distribuidoras de medicamentos.

Como se ve, las diferencias son notables y, pese a estas anomalías, la CRES, presidida por Ministro de la Protección Social, incrementó el valor de la UPC en 4,16, porcentaje similar a la variación del Índice de Precios al Consumidor en Salud. El valor de nominal de la UPC –establecido por el Acuerdo 19 de la CRES, expedido el 29 de diciembre de 2010– alcanzó $505.627,20 en el Régimen Contributivo, y en el Régimen Subsidiado $336.682,80.

La Superintendencia de Industria y Comercio investigó inconsistencias o falta de veracidad de la información. Por Resolución 10958 del 6 de marzo, abrió investigación en Colmédica, Coomeva, Famisanar, EPS S.O.S., Susalud, Saludcoop, Cruz Blanca, Cafesalud, EPS Sánitas, Compensar, Ecoopsos, Comfenalco Antioquia, Comfenalco Valle del Cauca, Humana Vivir y ACEMI, por presunta infracción a los artículos 3 y 5 del Decreto 1663 de 1994, en particular a los numerales 1, 8 y 10, referidos a la prohibición de prácticas restrictivas de la competencia (8).

En un fallo reciente del Superintendente delegado para la competencia halló tres acuerdos anticompetitivos fraguados en torno a ACEMI, y mediante Resolución 10958 de 2011 la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) sancionó a Colmedica, Coomeva, Cafam Colsubsidio, SOS, SaludCoop, Café Salud EPS, Sanitas, Ecoopsos, Comfenalco Antioquia, Comfenalco del Valle, Humana Vivir, Cruz Blanca, Salud Total, ACEMI. La multa impuesta por este ente regulador llegó en total a $16.398 millones.

El número de tutelas interpuestas indica los problemas regulatorios del sistema. Se han convertido en recurso de la población para lograr el servicio. El derecho a la salud es el más invocado en esas tutelas. En 2010 fue el 23,31 del total de aquéllas, y un año más tarde –cuando por efectos de la Sentencia T-760 de 2008, de la Corte Constitucional, se esperaba que disminuyeran– se pusieron 105.947, es decir, el 26,14% del total (Ver Gráfica 4). Esto significó, que entre 2010 y 2011 se presentara una tasa de crecimiento del 12 por ciento.

Según la Defensoría del Pueblo, "las solicitudes más frecuentes en las tutelas son, en su orden: tratamientos, medicamentos, cirugías y citas médicas especializadas. La unificación del POS de los regímenes contributivo y subsidiado no garantiza la disminución de las tutelas por servicios POS. El 67,81 de las solicitudes en las tutelas está incluido en el POS, y el régimen subsidiado presenta el mayor número de ellas". Algunas aseguradoras siguen funcionando, a pesar de negar procedimientos y exámenes que están en el POS.

Se reconoce que la función regulatoria del sistema es débil. Para solucionar esto, se han hecho ajustes normativos, como la llamada ley ordinaria. El problema se manifiesta en la financiación del régimen subsidiado por el desvío de recursos. El acervo probatorio compilado por la Corte Suprema de Justicia sobre cómo se distribuían los recursos (9) y la noticia de la confesión de algunos paramilitares ('Jorge 40'), privó de libertad a muchos congresistas, situación que evidenció la debilidad del Estado, atrapado por intereses buscadores de rentas, que daría al traste con cualquier modelo de seguridad social.

Otra faceta del problema es la concurrencia de políticos tras las empresas de salud. "El desfile de los políticos se inició en 2008, cuando el Ministerio de Protección conceptuó que el Fosyga no debía seguir pagando millonarias reclamaciones por las llamadas brigadas de salud en las que las IPS debían socorrer a las víctimas del invierno". Hoy, la cartera por recuperar es de 3.000 millones, que ya se desembolsaron por esos supuestos servicios. Tras ese concepto, unos 90 millones quedaron congelados. La primera en abogar por dos IPS –Brigamed y Asmetsalud– fue Elizabeth Martínez, secretaria de la Comisión III de la Cámara, donde se gestionan todos los asuntos de salud" (El Tiempo, 15.05.2001).

Con la creación de la (CRES) –unidad administrativa especial con personería jurídica, autonomía administrativa, técnica y patrimonial, adscrita al Ministerio de Protección Social– se buscaba fortalecer las funciones regulatorias del Estado en la prestación de los servicios (10). Esta Ley (1122 de 2007), en su artículo 4 definió que la Comisión estaría integrada por el ministro de la Protección Social, quien la preside; el de Hacienda y Crédito Público; Cinco Comisionados expertos, designados por el Presidente de ternas enviadas por la Asociación Colombiana de Universidades, Centros de Investigación en Salud, Centros de Investigación en Economía de la Salud, Asociaciones de Profesionales de la Salud, y de Usuarios organizados. En la comisión debe haber presencia de profesionales de la salud.

El Decreto 2277 (23 de junio de 2008), firmado por ministro de Protección Social Diego Palacio reglamentó la elección de los miembros de la CRES. Con la Resolución 2571 de julio 11 del mimo año, se cambió el sentido de la ley y el decreto, al establecer en el numeral 4 del artículo 1 que "los gremios de la producción y los sectores económicos, serán representados por la organización del sector y/o subsector que acredite el mayor número de afiliados dentro del gremio o sector que representen". Ello tiene profundas implicaciones en la crisis actual. Los regulados llevaron candidatos a la Comisión que debe regularlos, lo cual puede significar que los captadores de rentas tienen una comisión permisiva por años.

1 Un indicador de la situación es la afiliación a pensiones, en que más del 70% de los afiliados devengan entre 1 y 2 smlv.

2 En la ECV de 2010, la cobertura de afiliación era del 88,7% y sólo el 4,5 se encontraba afiliada al Régimen Contributivo.

3 Al examinar los gastos de bolsillo reportados por la ECV de 2007 en Bogotá, que tienen los hogares para satisfacer sus demandas en salud con relación al ingreso per cápita del hogar, se aprecia que el 23% de los trabajadores familiares sin remuneración salarial y el 35,5 de los trabajadores familiares sin remuneración que trabajan en otros hogares gastaron más del 20% de su ingreso per cápita en servicios de salud. Esta cifra preocupa, pues señala que los sectores más pobres sufren impacto por un alto gasto de bolsillo en salud. En cambio, más del 32% de los profesionales y técnicos (P y T) y el 33% de los directivos y gerentes (D y G) gastaron menos del 5% de sus ingresos per cápita en salud.

4 Defensoría del Pueblo. La tutela y el derecho a la salud. 20 años del uso efectivo de la tutela. Bogotá, 2012, pág. 167.

5 La sostenibilidad financiera del sistema de salud en Colombia. Jairo Nuñez y Juan Gonzalo Zapata, 2012, pág. 24.

6 Este porcentaje no se ha modificado respecto al diagnostico realizado en 2001 sobre los procesos del Régimen Subsidiado: "De acuerdo con la relación de pagos de la Nación a los departamentos y municipios para garantizar la cofinanciación de la contratación de 1998-1999, se tiene que la mora promedio de los giros del Fosyga alcanza los 90 días" [Jaramillo y Poveda, 2002, 196].

7 Esta información se toma del informe de Monitoreo, seguimiento y control al uso de recursos del Sistema General de Participaciones. Vigencia de 2011. Ministerio de Hacienda y Crédito Público.

8 Ley 155 de 1959 y Decreto 2153 de 1992 y otras normas que las reglamentan.

9 Algunos de los columnistas de la prensa capitalina se manifiesta en esa dirección. Alejandro Gaviria señala que "los subsidios a la demanda, que habían sido introducidos con el fin de neutralizar el clientelismo político, terminaron siendo capturados por el clientelismo armado. En la salud se pasó de la depravación del Seguro Social al pillaje de las ARS" [El Espectador, 19 a 25 de noviembre]. Para Rafael Pardo, la "relación entre política local y grupos armados no es aislada ni causal; no es exclusiva de Sucre ni hace parte de una cruzada contrainsurgente. Es un eslabón más del círculo vicioso de la corrupción política [...] La expansión de unos jefes paramilitares de unas regiones a otras no tiene propósito de combatir la guerrilla. No tiene propósito distinto que el control de los recursos públicos" [El Tiempo, 16 de noviembre de 2006].

10 La Comisión Reguladora en Salud (CRES) define el Plan Obligatorio de Salud (POS), la UPS, las incapacidades originadas en la enfermedad general o por pago de licencias de maternidad, tarifas de servicios y cuotas moderadoras.

lunes, 17 de septiembre de 2012

EL SEXO VENDIENDO Y LA MUJER PERDIENDO

El sexo vendiendo y la mujer perdiendo

Germán Uribe

Una publicidad impetuosa embriagada con el uso y el abuso del erotismo y los cánones de la belleza femenina, "confiscándole" a la mujer sus atributos en aras del aprovechamiento comercial.

Es en el universo de la publicidad en donde la segregación de la mujer, súbdita sempiterna de los excesos machistas, se hace más visible. Esta vitrina de destellos ilusorios es la encargada de arrastrar al género femenino hacia la esclavitud de su imagen transformándola en uno de los productos más “rentables” del frenético apogeo comercial de nuestro tiempo.

Ellas vienen contribuyendo, aunque sin haberlo proyectado o proponérselo, a una situación de deterioro de su dignidad y su decoro, permitiendo que se las trate como la nueva materia prima de uno de los negocios más poderosos de la era moderna. Están, pues, en manos de una publicidad sexista que, sin escrúpulos, viene conduciéndolas hacia una única y perversa valoración posible: el "objeto sexual" estereotipado como gancho de enorme atracción entre consumidores y productores de toda clase de mercancías que, probablemente también, sirve para encarecer, en relación directa con la belleza que los anuncia, los "artículos" ofrecidos.

"En los últimos años los anuncios de pantalones vaqueros, perfumes, y muchos otros productos", refiere un analista, "han ofrecido imágenes provocativas que fueron diseñadas para activar respuestas sexuales de tan amplio espectro de la población como fuera posible, para dar una sacudida eléctrica por su ambivalencia, y para apelar a menudo a los deseos bisexuales reprimidos que se piensa comportan una mayor carga emocional." Y el mismo Calvin Klein rotulaba a los pantalones vaqueros como afirmación de sexo, y añadía que "la abundancia de carne desnuda es el último intento de los publicistas de dar a productos redundantes una nueva identidad".

Ellas vienen contribuyendo, aunque sin haberlo proyectado o proponérselo, a una situación de deterioro de su dignidad y su decoro, permitiendo que se las trate como la nueva materia prima de uno de los negocios más poderosos de la era moderna. Están, pues, en manos de una publicidad sexista que, sin escrúpulos, viene conduciéndolas hacia una única y perversa valoración posible: el "objeto sexual" estereotipado como gancho de enorme atracción entre consumidores y productores de toda clase de mercancías que, probablemente también, sirve para encarecer, en relación directa con la belleza que los anuncia, los "artículos" ofrecidos.

"En los últimos años los anuncios de pantalones vaqueros, perfumes, y muchos otros productos", refiere un analista, "han ofrecido imágenes provocativas que fueron diseñadas para activar respuestas sexuales de tan amplio espectro de la población como fuera posible, para dar una sacudida eléctrica por su ambivalencia, y para apelar a menudo a los deseos bisexuales reprimidos que se piensa comportan una mayor carga emocional." Y el mismo Calvin Klein rotulaba a los pantalones vaqueros como afirmación de sexo, y añadía que "la abundancia de carne desnuda es el último intento de los publicistas de dar a productos redundantes una nueva identidad".

Simplificando, observamos a una sociedad de consumo apalancada en la utilización del erotismo y los cánones de la belleza femenina "confiscándole" sus atributos en aras de alcanzar unos propósitos expansivos de tipo comercial.

Sin embargo, previas estas apresuradas observaciones, la preocupación que me mueve en esta ocasión es otra. 

De entrada sé que abordando este tema como lo haré, inculpando también a tantas de "ellas" que no han reflexionado frente a la sutil maniobra, quedo expuesto a su irritación. No importa, porque lo que importa, sí, es evitar generalizaciones insinuando que lo son todas por su condición de género. De igual manera, también importa mencionar a manera de respetuosa súplica para que modelos y publicistas revisen lo que viene sucediendo, los excesos del día a día en la sugestión sexual como instrumento de persuasión mercantil.

Y es que en asuntos de banalidad, impresionan los "avances" y la "frescura" desbocada de tantas mujeres en la televisión colombiana de estos días. Hace algunos años pensaba que el colmo consistía en la transmisión de unas cuñas publicitarias en donde la "mujer-objeto", con su consentimiento, era manipulada y degradada, lo que de por sí ya era censurable.

¡Pero qué decir ahora!

Algunas mujeres, naturalmente entrampadas y encandiladas por la fama y la fortuna, sin pundonor ni recato, están ofreciendo los encantos exquisitos de su cuerpo en cuanta promoción comercial las requiera, promocionándolo todo a cambio de una efímera prosperidad. Dinero para vivir bien y fama para seguir acumulando dinero en el mismo oficio. Pero tales "modelos", en esta carrera enloquecida, y sin racionalizarlo bien, están matando ellas mismas la gallina de los huevos de oro. A diario rebotan de la pantalla a nuestras miradas ávidas tal cantidad de senos sublimes y voluptuosos, cinturitas eróticas, piernas seductoras y “derrière” pluscuamperfectos, que no tardará la hora en que aquellas miradas libidinosas, terminen por saturarse. 

Ya la sabia expresión popular tras siglos de experiencia lo señaló: “Bueno es culantro pero no tanto”.

Y es que para nadie es un secreto ni constituye vergüenza lo que la madre natura con generosidad gratificante les entregara a ellas para hacer florecer doblemente la vida con sus dones para la creación y el placer, ya que cuánta fascinación "perturbadora" no está contenida en sus cuerpos; cuántas pasiones embriagadoras no despierta su desnudez; cuánta valía no tiene para el hombre su piel cautivante, sus líneas sensuales, sus contornos, sus colinas y sus profundidades. Pero si la ración diaria que se nos ofrece es siempre la misma, invariable, si todos los días estamos precisados a alimentarnos sólo de coliflor o de atún, si ya no es un enigma nada y el atractivo del misterio y la magia, de lo por descubrir o de lo cambiante se pierde en la monotonía de una reiteración, aquí y ahora estamos comenzando a perder todos: hombres, mujeres y publicistas.

Qué bueno sería que la mujer, que intrépidamente viene librando y ganando batallas por su autonomía, por sus derechos a la igualdad, por su honra, repasara a fondo y abriera sus bellos ojos ante las nuevas formas de esclavitud y servilismo a que la viene sometiendo esta sociedad mercantilista y machista. Con el espejismo de ciertos derechos hoy por hoy reconocidos ampliamente y que le permiten un trato equivalente, la mujer, no obstante, está dejándose conducir al retorno de su ancestral infortunio: ser la explotada y sumisa servidora de la utilitarista, exigente y caprichosa voluntad del hombre… publicista.

Aunque muchas rechazan que se las tilde de simples objetos sexuales, por estas nuevas tendencias pareciera que se están empeñando precisamente en eso. En serlo.

Y no es que no las codiciemos así. Nosotros, los hombres. Pero, ¿y ellas? ¿Acabarán por acostumbrarse a ser justipreciadas simplemente por ello? ¿A que el mayor de sus méritos y su seguro de vida estén directamente relacionados al embrujo de su desnudez o al fulminante impulso de su desenfado y osadía que ahora parece habitarlas como huésped constante?

Pero, en fin, para disculparme con ellas, concretamente con las "historiadas" aquí, terminaré admitiendo con Oscar Wilde que “las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”. Y con Sor Juana Inés de la Cruz, en acto de extrema y debida contrición, repetiré:

“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis”

REPUTACIÓN Y EXPOSICIÓN PÚBLICA

¿Acaso no tenemos vergüenza?

Umberto Eco

Hubo un tiempo en que las reputaciones sólo podían ser buenas o malas, y cuando la reputación de una persona quedaba arruinada —debido a una bancarrota, por ejemplo, o por el rumor de que su esposa le estaba siendo infiel—, podía llegar al extremo de suicidarse o cometer un crimen de pasión. Naturalmente, todos aspiraban a tener una buena reputación.

Desde hace un tiempo, sin embargo, el énfasis en la reputación ha cedido su lugar a un énfasis en la notoriedad. Lo que importa es ser “reconocido” por los compañeros —no reconocido en el sentido de estima o de premios, sino en el sentido más banal de que, cuando uno es visto en la calle, pueden decir “¡Miren, es él!”—.

La clave radica en ser visto por mucha gente, y la mejor forma de hacer eso es aparecer en televisión. No es necesario ser un ganador del Premio Nobel o un primer ministro; todo lo que uno tiene que hacer es confesar en un programa de televisión que su compañera lo ha traicionado.

En Italia, cuando menos, los primeros héroes de este género fueron esos idiotas que acostumbraban colocarse detrás del entrevistado y saludaban a las cámaras. Esto quizá los haya ayudado a ser reconocidos la noche siguiente en un bar (“¡Te vi en la televisión!”), pero tal fama no duraba mucho.

De forma que gradualmente fue aceptado que, para poder hacer apariciones frecuentes y prominentes, era necesario hacer cosas que en épocas pasadas hubieran arruinado la reputación de una persona. No es que la gente no aspire ya a tener una buena reputación, sino que es bastante difícil adquirirla; una persona tendría que realizar un acto de heroísmo, ganar algún premio literario importante o dedicar toda su vida a cuidar de leprosos.

Cosas así no están al alcance de la mayoría de la gente. Es más fácil convertirse en un sujeto de interés popular —especialmente de la variedad más mórbida— mediante el recurso de acostarse con una celebridad o ser acusado de un fraude.

No estoy bromeando. Como prueba, observe el aire orgulloso del extorsionador o del bribón barato de barrio que aparece en la televisión después de ser aprehendido. Esos momentos de exposición y notoriedad bien valen un poco de tiempo en la cárcel, y es por eso que el bribón casi siempre está sonriendo.

Han pasado décadas desde el tiempo en que la vida de una persona quedaba arruinada porque era exhibida sujeta por unas esposas.

Este es el tipo de cosas de las que hablamos en el evento de La Reppublica, respecto de la reputación.

Justo al día siguiente di con un largo artículo en la prensa intitulado “Pérdida de la vergüenza” —un comentario acerca de diversos libros con títulos como Vergüenza: la metamorfosis de una emoción y Sin vergüenza—. Así que al parecer la pérdida de la vergüenza está presente en diversas reflexiones sobre las costumbres modernas.

Ahora bien, este deseo frenético de ser visto —y de obtener notoriedad al precio que sea, incluso si significa hacer algo que antes era considerado vergonzoso— ¿brota de la pérdida de la vergüenza o es lo opuesto? ¿Se ha perdido nuestro sentido de la vergüenza porque actualmente es más importante ser visto, aunque eso signifique caer en desgracia?

Me inclino hacia la segunda hipótesis. Es tanto el valor que se da a ser visto, y a convertirse en tema de conversación, que la gente está dispuesta a abandonar lo que antes era llamado decencia (no digamos ya la protección de la propia privacidad).

El autor de Pérdida de la vergüenza también menciona otra señal de desvergüenza. Muchas personas hablan en voz alta por sus teléfonos celulares en el tren, informando a todos de sus asuntos privados —el tipo de información que antes se susurraba, no se transmitía—. No es que la gente no se dé cuenta de que otros pueden escucharlos, lo que los haría simplemente gente sin educación, sino que subconscientemente quieren ser oídos, incluso si sus asuntos privados son bastante insignificantes. Pero, qué vamos a hacer: no todo el mundo puede tener asuntos privados importantes, así que quizás es suficiente con ser visto y oído.

He leído que algún movimiento eclesiástico está promoviendo un retorno a la confesión pública. Tienen cierta razón: ¿qué tiene de divertido revelar tu vergüenza a un solo confesor cuando se puede estar hablando a las masas.

domingo, 17 de junio de 2012

LA MEMORIA DE PABLO

La memoria de Pablo

Alberto Valencia G.

Debo empezar por confesar que me encuentro entre los que todas las noches a las nueve están pendientes de la serie sobre la vida de Pablo Escobar que presenta una de las cadenas nacionales de televisión. Aún estamos en los comienzos y no sabemos si tanto esfuerzo editorial va a terminar en una caricatura o en una historia aleccionadora; en la apertura de ‘un debate sobre el pasado’, como quieren los creadores del documental, o en la promoción de un ‘nuevo héroe’ para los niños de Colombia, como insinúa un columnista de Semana. Pero de todas maneras abramos la discusión sobre la significación de los episodios dolorosos de este pasado reciente.

Lo que más me llama la atención en la figura de un personaje nefasto de la vida colombiana como fue Pablo Escobar es que haya existido, y todavía perdure, sobre todo en los sectores populares de Medellín, una gran admiración por sus ‘hazañas’. Bien parece que en algunos barrios de esta ciudad aún se conmemora el 2 de diciembre el aniversario de la muerte de “un hombre noble que dedicó su vida a la lucha por la libertad de un pueblo oprimido por la injusticia”, según rezan los carteles. De nada vale recordar los 5.000 muertos que se le atribuyen, la responsabilidad por masacres infames de personas inocentes o la infinita crueldad contra todos aquellos que se interpusieran en su camino: “Pablo siempre estarás en nuestros corazones”, repiten en coro sus admiradores de los barrios marginales.

El hecho real y cierto es que lo que nos explica la admiración por esta figura, es que Pablo Escobar no representa propiamente el extravío de los altos valores de la cultura regional antioqueña, sino su realización suprema. Para muchas personas la existencia de Escobar es un ‘mero accidente’, ajeno a las tradiciones de una cultura caracterizada por el respeto, la honradez, el amor al trabajo, el esfuerzo individual, el valor de la familia y los valores cristianos. Pero no se dan cuenta de que el hecho de convertir el dinero en el dios supremo, y en el criterio de valoración absoluta, produce esta clase de monstruos. La sabiduría popular paisa pone en boca del padre moribundo este consejo: “Consiga plata hijo mío, consígala honradamente, pero si no… consiga plata”. Y eso representa este ‘héroe popular’: el éxito económico coronó su vida y eso es lo importante. Sus actividades malvadas pasan a un segundo plano como un agregado secundario y lo que predomina es la imagen de un ‘berraco’, de un hombre extremadamente inteligente, que “terminó siendo asesinado injustamente”.

La serie de la televisión, hasta donde vamos, ha sabido mostrarnos el vínculo entre el proyecto de vida de un hombre que ‘se hizo solo’ y su contexto regional: la madre alcahueta que cierra los ojos ante las fechorías de su hijo; la ‘esposa abnegada’ que termina por aceptar el uso de la prostitución por parte de su marido como un complemento necesario del matrimonio. Pero sobre todo las formas múltiples de la doble moral económica que lo caracteriza. Escobar es un hombre que al mismo tiempo que mata despiadadamente para garantizar el éxito de sus negocios abre una ‘cuenta de ahorros’ en el cielo con sus ‘inversiones sociales’ en buenas obras en los barrios populares que seguramente la ‘justicia divina’ le tendrá en cuenta en el balance final. El ‘empleo filantrópico de la riqueza’, como es usual allí, permite resarcir la culpa por las malas acciones ya que el dinero todo lo puede, no sólo entre los vivos sino en el mundo de ultratumba, de la gloria y de la bienaventuranza. Todo esto lo sabemos bien. Pero de lo que no somos suficientemente conscientes es de que estos valores han hecho metástasis en el conjunto del país, y hoy en día no tenemos un solo Escobar sino muchos. Amigo cuánto tienes cuánto vales.

martes, 5 de junio de 2012

Entre Sócrates y Mario Bros

Entre Sócrates y Mario Bros
Yolanda Reyes

Cómo ha cambiado el mundo, solían decir nuestros mayores, y fue lo que pensé al saber que Shigeru Miyamoto, el "padre del Super Nintendo", había ganado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. No desconozco los méritos de Mario Bros., el Mickey Mouse de los posgraduados actuales, y ya lo perdoné por haberme robado la atención de mis hijos en las postrimerías de siglo pasado. Para ser sincera, también me relevó de ocupaciones maternales, mientras los niños estaban hipnotizados, a salvo de peligros callejeros, sin pedir casi ni comida, entre el sonido maquinal de sus salticos.
Si tantos jóvenes agradecen una infancia "pegados al Nintendo" y recuerdan haber superado la varicela en compañía de Mario Bros., igual que los mayores lo hicieron con Julio Verne o con Tintín, los padres estamos en mora de hacerle justicia a Miyamoto. Más allá de "ser el principal artífice de la revolución del videojuego didáctico, formativo y constructivo" y de "crear sueños virtuales" -como declaró el jurado-, Mario nos ofreció horas extras de sueño real, gracias a sus cuidados de nodriza electrónica.
Que quede claro: no me sorprende que este japonés, nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia, haya ganado el Premio de Comunicación y Humanidades, sino que la filósofa norteamericana Martha C. Nussbaum, defensora del lugar de las humanidades en la educación y aguda crítica de la obsesión por la rentabilidad económica que se ha apoderado del discurso educativo, haya obtenido otro Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales con pocos días de diferencia. Y me sorprende porque son dos formas de usar la misma palabra, "humanidades", para nombrar concepciones culturales contrapuestas. Que dos miradas tan disímiles compartan aplausos en la misma ceremonia puede leerse como un signo de los tiempos.
Al leer su libro Sin fines de lucro, es inevitable sospechar que la queja de Nussbaum sobre las "generaciones de máquinas utilitarias" surgió de observar a esos niños que ejercitan su masa cerebral y muscular frente a una consola y que cambiaron los paisajes del parque y de la cuadra por el de las redes sociales. Según la autora, vivimos una crisis educativa que ha pasado inadvertida en medio de la crisis económica y que cambió drásticamente lo que enseñamos a los jóvenes. "Vamos detrás de las posesiones que nos protegen, nos satisfacen y nos consuelan", afirma, y advierte sobre el peligro de considerar el arte y las humanidades como ornamentos inútiles. "Sedientos de dinero, los Estados y sus sistemas educativos están descartando, sin advertirlo, ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia", dice Nussbaum, y nos muestra cómo las facultades que nos permiten desarrollar un pensamiento crítico, imaginar con compasión las dificultades del prójimo y conectarnos con nuestra común humanidad han dado paso a la obsesión por la prosperidad económica.
"Cuando se pierden de vista los argumentos, las personas se dejan llevar con facilidad por la fama o el prestigio del orador, o por el consenso de la cultura de pares", advierte la otra ganadora del Príncipe de Asturias, y se inspira en la mayéutica socrática para rescatar la argumentación y el disenso individual como una forma de hacerle contrapeso a la "docilidad capacitada". Al releer simultáneamente su libro y la noticia de los premios, pienso que atrás quedaron aquellos tiempos de dicotomías excluyentes en los que nos formamos "los mayores" y que este nuevo mundo es un contínuum, en el cual puede dialogar el ingenio de Miyamoto con las preguntas de Nussbaum, para que cada cual elija su lugar. Pero no es fácil contraponer 275 millones de copias vendidas de Super Mario a las preguntas que deja Sin fines de lucro. Quizás es cierto que habitamos universos paralelos, como en un juego de Nintendo.

La puntualidad

Puntualidad: barrera intangible
Rafael Orduz
“Siga y siéntese, el doctor está un poco demoradito, pero ya viene”, es una de las sentencias comunes que se escuchan en cualquier dependencia pública para, finalmente, dar comienzo a una reunión (pactada con días o semanas de anticipación) una o dos horas después, si es que no se cancela.
Por alguna razón los servidores públicos, con algunas excepciones, son, quizá, los más impuntuales dentro de todo el espectro laboral. También los más ocupados (y ocupadas), febriles, importantes… e ineficientes.
La impuntualidad no es patrimonio, ni más faltaba, de los funcionarios. Está arraigada en la cultura. En el horario de la gente hay siempre una provisión psicológica de medias horas por encima del plazo de las citas. Si dicen que es a las ocho, hay que llegar a las y media, o más tarde.
No pasaría de ser un trance anecdótico si no fuera por lo que implica finalmente: años de demora en decisiones de la justicia, bajos niveles de ejecución de proyectos a cargo de entidades públicas (incluyendo las concesiones) y fuerte factor de no competitividad internacional.
Los empresarios no se libran de la impuntualidad. No sería problemática, de no ser porque tal característica es, quizás, una de las barreras más costosas de cara a los tratados de libre comercio.
¿Qué perciben y recomiendan a extranjeros agencias del exterior acerca de la cultura del tiempo de los empresarios colombianos?
Un portal para diplomáticos (e-diplomat) dice que, aunque los colombianos son normalmente puntuales para asuntos de negocios, “pueden llegar media hora tarde, aunque la mejor política para extranjeros es ser puntual”.
El “cuándo almorzamos” bogotano se ha difundido con éxito en todo el país. Dice el portal que la expresión “mañana le llamo” puede querer decir en una o dos semanas si, efectivamente, el evento ha de ocurrir.
“Los colombianos no se destacan por su puntualidad”, afirma otro portal (www.getcustoms.com). “Espere retrasos. Lo que le toma dos días en Estados Unidos le exigirá una semana en Colombia”.
“La puntualidad colombiana es relajada, aunque se espera que los extranjeros sean puntuales” (www.cyborlink.com).
Un sitio virtual en el que se examinan rasgos interculturales considera a los empresarios colombianos como cabezas de estructuras altamente jerarquizadas, con frecuencia con enfoques paternalistas hacia los empleados y con una concepción “fluida” (léase incierta) de los plazos acordados y las escalas de tiempo. De ahí que “la paciencia desempeña un rol esencial en el intercambio comercial intercultural” con Colombia.
“Los plazos no son considerados importantes…; si se supone que usted debe recibir información en una fecha determinada, es buena idea insistir varias veces, aunque de manera cortés” (http://www.kwintessential.co.uk/intercultural/management/colombia.html).
Además de buena infraestructura, se requiere combatir una de las peores barreras de cara al mundo global, la impuntualidad, síntoma grave de subdesarrollo.

El sapo al revés


El sapo al revés
Dharmadeva
En Colombia, ser sapo había sido siempre despreciable, y con razón. El sapo era lambón, chupa, soplón y entrometido. En tiempos más recientes, significó ser informante del Gobierno, de la mafia, de la guerrilla o de la pandilla.
El sapo estaba de antemano condenado a muerte. Pero ahora resulta que si un buen ciudadano trata de ser correcto, se convierte en sapo, o dicho en rolo, en anuro batracio hijo de meretriz.
Así que el buen vecino es un sapo al revés. La mitad de los colombianos hoy en día señalarán de sapo y de bastardo al pobre tonto que trate de hacer las cosas al derecho. Porque si antes, muy ilusos, decíamos que los buenos eran más y los malos no tantos, el postulado definitivamente ya no es cierto. Usted será un sapo hijuetantas si se le ocurre hacer la cola y pedir que la respeten, denunciar un delito, atravesar la calle por la cebra peatonal, evitar el bloqueo del cruce en un semáforo, decirle al motociclista que descienda de la acera, pedirle al conductor de la buseta que le baje al radio y, la peor, recoger a un herido atropellado, pues significa lío judicial, aparte del insulto del que lo atropella. Porque en este país, decía un filósofo, toda buena acción tiene castigo inmediato.
No se necesita ser ni sociólogo ni psicólogo para saber que el enfermo social que hemos forjado es fruto del conflicto y de la repartición inadecuada de la enorme riqueza que tenemos. Si le añadimos los valores consumistas, en los que quien tiene más dinero es superior, y el ejemplo de las clases dirigentes que han saqueado el país de manera rapaz y descarada, el resultado es obvio: un individuo primitivo, amargo, agresivo, arribista y egocéntrico que no puede reconocer que existe “el otro”, pues ni siquiera tiene conciencia de sí mismo. Y como no vio Historia Patria en el colegio, no entiende su pasado. Así se cumple la profecía de Menéndez y Pelayo: “pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte”.
Pues en verdad este nuevo espécimen colombiano, nieto de muchas generaciones de violencia, hijo de desplazados y enriquecido por padrinos traficantes, es el amo y señor de estos terrenos y no comete errores y no los reconoce, porque él, en su alma, es la guerra que no tiene leyes. Como dice un informe de Médicos sin Fronteras, “nadie es un civil en este conflicto, todo el mundo es considerado un potencial informante o colaborador”. Y como se compensan las carencias con pistolas y se sufre de paranoia permanente, ¿cómo no darse el lujo de decirle ¡sapo! al que se atreve de algún modo a incomodarlo a uno?
Corren tiempos difíciles y densos para un sapo al revés. El dolor de los maltratos nos puede contagiar de rabia y de impotencia en un descuido. Sería bueno ceder astutamente, incluso retirarnos. Pero la retirada, como bien lo aconsejan los libros sapienciales, no puede ser huida; no podemos dejarle el terreno al enemigo. Habrá que seguir trabajando “en lo pequeño”, en cultivar el alma y amar a los cercanos