Sobre los jóvenes de hoy
Reflexiones
a partir de varios artículos
Alfredo
Ramos Osorio
“En nuestras barriadas populares
urbanas tenemos camadas enteras de jóvenes cuyas cabezas dan cabida a la magia
y a la hechicería, a las culpas cristianas y a intolerancia piadosa, lo mismo
que a utópicos sueños de igualdad y libertad, indiscutibles y legítimos, así
como a sensaciones de vacío, ausencia de ideologías totalizadoras,
fragmentación de la vida y tiranía de la imagen fugaz y el sonido musical como lenguaje
único de fondo”.
Fernando Cruz Kronfly
“Nuestro pensamiento nos ata todavía al
pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y juventud,
nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de nosotros no
entiende lo que ésta significa. Los jóvenes de la nueva generación, en cambio,
se asemejan a los miembros de la primera generación nacida en un país nuevo.
Debemos aprender junto con los jóvenes la forma de dar los próximos pasos; Pero
para proceder así, debemos reubicar el futuro. A juicio de los occidentales, el
futuro está delante de nosotros. A juicio de muchos pueblos de Oceanía, el
futuro reside atrás, no adelante. Para construir una cultura en la que el
pasado sea útil y no coactivo, debemos ubicar el futuro entre nosotros, como
algo que está aquí listo para que lo ayudemos y protejamos antes de que nazca,
porque de lo contrario, será demasiado tarde”
Margaret Mead
"Es como si la sociedad entera
hubiera tomado la decisión de autorizar a los niños a asistir a las guerras, a
los entierros, a los juegos de seducción eróticos, a los interludios sexuales,
a las intrigas criminales. La pequeña pantalla les expone a los temas y
comportamientos que los adultos se esforzaron por ocultarles durante siglos”
J. Meyrowitz
Los
jóvenes de hoy en día tienen una identidad arraigada y, por lo general, poco
conocida para el resto de la sociedad, que no siempre entiende bien sus
actitudes y pautas de comportamiento y a veces las enjuicia a través de
prejuicios equívocos, en lugar de encuadrarlas en el contexto que rodea a la
juventud actual. Lo más habitual para caracterizar a un sector social es tomar
como común aquello que más repercusión mediática tiene, por lo que las imágenes
iniciales proyectan fundamentalmente elementos negativos: consumo de alcohol,
drogas, etc...
Para
valorar los comportamientos de los jóvenes se suelen buscar elementos de
referencia y comparación, retornando al momento en el que cada cual tuvo dicha
edad, sin tener en cuenta que cada uno vive su juventud en un contexto
socio-histórico diferente. Sería impensable comparar a los jóvenes que vivieron
en los años sesenta con los jóvenes de hoy. Sus escalas de valores, sus
preocupaciones, sus visiones de la sociedad o sus problemas no son iguales.
Mientras un joven en el período de los años sesenta generalmente tenía un
itinerario profesional u ocupacional definido que ofrecía ciertas seguridades,
en la actualidad los jóvenes se encuentran en contextos en los que la
incertidumbre y la precariedad son elementos comunes en el mercado laboral.
El
mundo laboral se ha transformado, el empleo con contratos indefinidos y
garantías laborales está desapareciendo, cunde la inseguridad y el aferramiento
a lo que se encuentre.
Según
los estudios disponibles, estamos ante una generación de jóvenes, donde se
muestran dos tendencias opuestas, algunos con profundos valores democráticos,
que entienden los partidos políticos como mecanismos de participación de la
ciudadanía y que valoran su potencial personal de implicación. Una generación
que en general se define como pacifista y solidaria, que se rebela contra el
hambre y que rechaza los graves desequilibrios entre los países del Norte y del
Sur. Pero hay otros, y son muchos, apáticos, con desidia, abúlicos, sin ningún
tipo de vitalidad idealista que caracterizó a los jóvenes de anteriores
generaciones. A estos jóvenes la emoción les desplaza la reflexión. Sin
explicación evidente. Su gregarismo es casi que epidérmico, sin profundidad ni
compromiso, encuentros de esquina, de “parche” como lo llaman, de contacto
veloz a través de Facebook, o microfrases en Twitter. Aparecen y desaparecen,
nómadas en sus afectos e intereses, exploran pero no se enganchan. La música es
el único idioma que conecta con pasión. De ahí la dificultad para robar su
atención en el aula de clase, en el escenario laboral, en el terreno de la
política o de cualquier propósito colectivo. Indudable, eso sí, su fuerza
creativa cuando encuentra espacio para que aflore desbocada. Hedonistas,
navegan o se pierden en una sociedad que no los contiene y por el contrario los
lanza a un individualismo solitario susceptible de naufragios y frustraciones.
En este segundo grupo de jóvenes que se describen prima la individualidad sobre
la construcción social, el consumo por encima de cualquier valor, que no genera
seguridad ni proyecta sentido de futuro; que no despierta ilusiones ni provoca
sueños y anestesia con su consumismo desbocado e inevitable.
Pero,
al mismo tiempo, los jóvenes suelen ser muy críticos con los sindicatos, dejándose
llevar por los medios de comunicación, y con los partidos políticos, aun siendo
conscientes de su papel fundamental en un Estado democrático. Esta paradoja
plantea la necesidad de considerar los cambios que se deben acometer para
mejorar la percepción que de estas instituciones pueden tener unos jóvenes que
en principio parecen dispuestos a involucrarse más activamente. Cambios que
deben propiciar un mayor acercamiento de los jóvenes a la política, ya que no
son muchos los que lo hacen ahora y parte de los que lo hacen suelen dar por
concluida su implicación política muy rápidamente, generalmente por
desacuerdos, desencantos o problemas de adaptación con el funcionamiento actual
de los partidos políticos.
Los
jóvenes de hoy se enfrentan a un contexto social caracterizado por diversas
incertidumbres, donde sus perspectivas no se circunscriben a tener una
trayectoria ascendente en una empresa a lo largo de su vida laboral. Casi con
toda probabilidad tendrán que entrar y salir del mercado de trabajo ocasionalmente
y reciclarse para mejorar su perfil de empleabilidad. También deben afrontar un
serio problema que limita sus posibilidades de emancipación, las dificultades
de acceder a una vivienda debido a las dificultades que existen hoy para el
ahorro y por loa altos costos de la vivienda actual y las altas tasa de interés
de los créditos.
Esta
situación ha llevado a muchos jóvenes a alterar sus parámetros de
comportamiento, generando algunos conflictos específicos, sobre todo cuando se
hacen presentes en los espacios públicos. En la era de los Derechos Humanos, no
podemos olvidar que algunos jóvenes suelen ser pragmáticos y se adaptan y
aprovechan aquello que la sociedad proporciona. Eso sí, muestran una mayor
sensibilidad con el medio ambiente, están más comprometidos con el entorno que
les rodea y defienden la ampliación de derechos y la superación de las
discriminaciones. Pero otros, desconfían de lasinstituciones y
afirman su independencia.
Se muestran indiferentes
a las cuestiones de la vidacolectiva y prefieren retirarse a su vida
privada. Es una actitud que lleva a la soledad y a la
insolidaridad. Se destacan por su falta de utopía, de esperanza en
conseguir un futuro mejor que el presente. Las personas no
creen en la posibilidad de cambio y transformación, prefieren sacar el máximo
provecho del presente, vivir al día y pasarlo bien. Pero sobre todo desechan
las normas yvalores para
entregarse al disfrute de lo inmediato siguiendo los impulsos y las pasiones.
En esta época no manda la razón sino el sentimiento. La vida se
reduce al "aquí" y "ahora", y sólo se valora el presente,
la vida de cada día. El futuro se presenta sombrío y escapa a las posibilidades
del momento. En consecuencia, hay "una demanda urgente"
de placer, y una falta de motivación para
asumir compromisos a largo plazo.
La
importancia de la estética externa,
la valoración extrema del mundo de las cosas de moda, la cultura de la
apariencia, y la ruptura con el pasado son cuestiones elementales para los
jóvenes postmodernos.
La
influencia de los medios
La
rapidez y dramatismo con que los medios de comunicación masivos se han ido
incorporando en nuestra realidad, no nos dio tiempo para adaptarnos a
su ritmo. Ante estos se nos es difícil tomar una actitud serena ante
los hechos sociales que evaden nuestra vida cotidiana, nos aferramos a un mundo
estático e ignoramos superficialmente el pasado.
En
las sociedades actuales
es cada vez mayor la importancia de los medios masivos y en particular de
la televisión.
Esta influye sobre la forma de actuar o de pensar de las personas, logra
modificar la forma en que los hombres conocen y comprenden la realidad que los
rodea. Sería una acción
absurda el no creer en absoluto en la realidad que nos presentan los medios tan
simple y tan sencillo porque no podemos estar en la escena de la
noticia, o del suceso personalmente. Es de allí que nace la oportunidad de
recibir a través de los medios, "medias verdades". Y con medias
verdades quiero referir a que todos los medios tienen, directa o indirectamente,
secreta o abiertamente, una tendencia a favorecer y defender una posición
ya sea política,
filosófica u institucional. Esta es una característica del joven posmoderno,
que tiende a aferrarse a valores transitorios, débiles y superficiales.
Es
tanta la influencia e importancia que tienen los medios en los jóvenes que en
cierta forma pudiera darse una cierta tendencia a imitar los modelos
presentados por TV y esto constituiría de alguna manera una
limitación de nuestra libertad. Para tener una idea más clara sobre la
repercusión de los mensajes que los medios de comunicación tienen hacía con los
jóvenes contemporáneos me referiré a Juan Ignacio Pontón quien afirma que los
medios modernos han debilitado en los jóvenes la capacidad de asombro. Asevera
que la propaganda moderna
no se dirige a la razón, sino a la emoción como todas las formas de sugestión
hipnótica, procura influir emocionalmente sobre los sujetos, para someterlos
luego también desde el punto de vista intelectual.
Esta
forma de propaganda influye sobre el cliente acudiendo
a toda clase de
medios: la incesante repetición de la misma fórmula; el influjo de la imagen de
alguna persona de prestigio, por medio del sex-appel de alguna
muchacha bonita, debilitando al propio tiempo su capacidad de crítica,
mediante el terror, señalando el peligro del "mal aliento", o de
alguna enfermedad de nombre misterioso, o bien estimulando su fantasía acerca
de un cambio imprevisto en el curso de su propia vida debido al uso de un determinado
tipo de camisa o jabón. Todos estos métodos son
esencialmente irracionales, no tienen nada que ver con la calidad de la
mercadería y debilitan o matan la capacidad crítica del cliente, como
podría hacerlo el opio o en estado hipnótico absoluto.
Las
redes comunicacionales
Ante nuestro desconcierto vemos emerger una
generación formada por sujetos dotados de una “plasticidad neuronal” y
elasticidad cultural que, aunque se asemeja a una falta de forma,
es más bien apertura a muy diversas formas, facilidad de adaptación a los más
diversos contextos y una enorme facilidad para los “idiomas” del vídeo y del
computador, esto es para entrar y manejarse en la complejidad de las redes informáticas.
Los jóvenes articulan hoy las sensibilidades del pasado a las futuristas, en
efímeras tribus o en las comunidades virtuales, cibernéticas. Y frente a las
culturas letradas - ligadas estructuralmente al territorio y a la lengua- las
culturas audiovisuales y musicales rebasan esos límites congregándose en comunas que
responden a nuevas maneras de sentir y expresar la identidad, incluida la
nacional. Estamos ante identidades de menos duración y más flexibles, de
temporalidades menos largas y dotadas de una flexibilidad que les permite
amalgamar ingredientes provenientes de mundos culturales distantes y
heterogéneos.
La
escuela ha dejado de ser el único lugar de legitimación del saber, pues hay una
multiplicidad de saberes que circulan por otros canales y no le piden permiso a
la escuela para expandirse socialmente. Esta diversificación y difusión del
saber, por fuera de la escuela, es uno de los retos más fuertes que el mundo de
la comunicación le plantea al sistema educativo. Frente al maestro que sabe
recitar muy bien su lección hoy se sienta un alumno que por ósmosis con el
medio-ambiente comunicativo se halla “empapado” de otros lenguajes, saberes y
escrituras que circulan por la sociedad.