Estimados alumnos del curso ÉTICA Y CONSTITUCIÓN. Les envío el enlace para la lectura del examen del próximo sábado
http://es.slideshare.net/alfredoramososorio/lectura-3-elementos-basicos-del-estado-colombiano-20101
lunes, 7 de noviembre de 2016
domingo, 30 de octubre de 2016
Ética y constitución- consolidado 3- trabajo y examen final
Trabajo final 3 – Ética y constitución
política 2016-2
El trabajo final de Ética y
constitución política puede realizarse en grupos hasta de tres personas. Son
las siete preguntas que aparecen a continuación. Para el examen final ustedes
deben ingresar al correo alfredoramososorio@gmail.com y escribir la contraseña gatogato y encontrarán el texto en PDF. Ustedes deben leer de la
página 11 a la 14, de la página 26 a la 33, y de la página 41 a la 46.
1. La servidumbre seduce
a los colombianos. Les encanta que otros los sirvan, que laven sus platos,
limen sus uñas, cuiden sus niños y empaquen y desempaquen su mercado. No todos
pueden costearlo, claro, pero podría decirse que para muchos es sinónimo de
estatus tener una empleada doméstica, vivir en un edificio con portero, ir a un
centro comercial donde parqueen y laven el carro. Contar con servidumbre -o
sirvientes, como se los clasifica de puertas para dentro- ha mantenido una
innumerable cantidad de 'cargos' que muchos países considerarían
anacrónicos. ¿Por qué esta práctica cultural nos impide convertirnos en
un país moderno? Explique.
2. El profesor Yu
Takeuchi, un japonés que vivió en Colombia por más de 50 años. Cuando le
preguntaron cuál era la principal diferencia entre los japoneses y los
colombianos, su respuesta fue esta: “Pues mire —dijo—, un colombiano es más
inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que dos
colombianos”. La explicación de Takeuchi supone que un país es algo más, mucho
más, que los individuos que lo componen. Un país es también, y sobre todo, un
alma social, o como dicen ahora, una identidad colectiva. En Colombia hay
muchos individuos pero muy poca sociedad. De acuerdo al texto anterior:
¿Qué efectos negativos genera en la política, la economía y la sociedad este
tipo de característica cultural? Explique.
3. En Colombia uno tiene
la impresión de que existe una combinación de dos sistemas: un gobierno del
pueblo, pero para los ricos. Algo así como una demo-plutocracia: el Gobierno
recibe el apoyo abrumador de los más pobres, pero trabaja para defender los
intereses de los más ricos. Explique el por qué se hace esta
afirmación.
4. Llevamos doscientos
años apegados a los ritos y a las pompas de la vida republicana, pero los
fantasmas del mundo colonial todavía nos persiguen: el latifundio, la
concepción autoritaria del poder, la desigualdad social, la omnipresencia de la
religión y el desprecio por los bienes públicos, todo esto hace parte de una
etapa colonial que no hemos podido superar. Explique por qué cada uno
de los fenómenos enumerados en el texto no nos permite construir una sociedad
moderna y justa.
5. Décadas marcadas por
altos índices de violencia poco a poco nos han inoculado una cultura donde la
vida humana resulta un bien “desechable“. Matar a otro -y ya no sólo porque nos
perjudique, nos incomode o piense distinto de nosotros- sino, cosa aterradora,
porque ha adquirido en nuestro medio un nuevo “estatus” como oportunidad de
negocios, servicio mercadeable o peldaño para obtener reconocimientos,
recompensas y ascensos, se ha venido convirtiendo -por cotidiano, por
repetitivo- en algo banal, en un hecho más que poco interesa al ciudadano del
común. Explique este pequeño texto, las causas de la violencia
colombiana y las repercusiones en la vida social.
6. Lea el texto: Por un
país al alcance de los niños de Gabriel García Márquez que está en el
blog analisisculturales.blogspot.com o en el blog contextospedagógicosy
educativos.blogspot.com. Explique 3 características culturales que
según el autor nos afectan como sociedad y qué propone para cambiar el rumbo
cultural de Colombia.
7. Colombia es un país con un tejido
social muy maltrecho, en donde las relaciones sociales están marcadas por la
desconfianza. Según la Encuesta Mundial de Valores, el 95% de los colombianos
piensa que se debe ser muy cuidadoso al tratar a la gente, mientras que sólo un
4% reporta que se puede confiar en la mayoría de las personas. No dispongo de
cifras, pero tengo la impresión de que aquí hay una correlación fuerte entre
desconfianza y poca disposición al diálogo. Incluso en los ámbitos académicos,
que son los que mejor conozco y en donde se supone que los argumentos y las
palabras cuentan mucho, es muy común ver amistades destrozadas por pequeñeces e
incluso convertidas en odios incurables que se habrían podido evitar con una
conversación a tiempo. Una consecuencia directa de la falta de diálogo entre
los querellantes es la difusión del chisme y la maledicencia, que en Colombia
son una especie de deporte nacional. Aquí el rencor crece menos por los motivos
que da la contraparte que por la práctica de la denigración. ¿Qué problemas nos
genera este tipo de prácticas en la vida política y económica del país?
Documentos para el examen final de cultura y sociedad 2016-2
Documentos para el examen
final cultura y sociedad
Ustedes deben leer los dos siguientes documentos para el examen final.
Factores
que afectan la competitividad y la productividad en Colombia
Definiciones
“Competitividad es
el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de
productividad de un país". A su
turno, el nivel de productividad establece el nivel
sostenible de prosperidad que puede ser obtenido por una economía."
"En otras palabras,
economías más competitivas tienden a ser capaces de producir niveles de ingreso
más elevados para sus ciudadanos. El nivel de productividad también
determina las tasas de retorno obtenidas por las inversiones productivas
(físicas, en capital humano y en tecnología). Como las tasas de retorno
son los inductores fundamentales de la tasa de crecimiento de la economía,
entre más competitiva es una economía, más rápido crecerá en el mediano y largo
plazo"
Productividad empresarial
La
productividad empresarial es un método evaluativo que se refiere a que una
empresa logra resultados más eficientes a un menor costo, con el fin de
incrementar la satisfacción de los clientes y la rentabilidad. Cuán mayor sea
la productividad de una empresa, más útil será para la comunidad gracias a que
ésta se expande y genera empleo e impuestos.
Para que
se mejore la productividad en una organización existen tres elementos básicos:
1.
Equipos y materiales: Hardware
2. Procedimientos y métodos: Software
3. El recurso humano: Humanware
2. Procedimientos y métodos: Software
3. El recurso humano: Humanware
Para
mejorar el hardware se requiere de altas sumas de dinero para invertir. Para
mejorar el software se requiere de personas idóneas y conocimientos, por lo que
es pertinente mejorar el humanware por medio de buenos procesos de selección,
capacitación permanente y remuneración adecuada, lo importante es seleccionar y
mantener el mejor capital humano posible dentro de la empresa para que no se
afecte el software.
Competitividad
La
competitividad se refiere a que una organización logre mantenerse y permanecer
en el mercado a largo plazo, para esto, es necesario trabajar siempre con
innovación de manera que se fomente la apertura de mercados y generar credibilidad
y confianza en la marca a través del control de calidad y la garantía.
La
capacidad competitiva de una organización se evalúa mediante la calidad en sus
productos, la rapidez de reacción ante los eventuales problemas, la capacidad
de innovación y la capacidad de evolución.
La
productividad de Colombia
Los 21
millones de trabajadores colombianos con empleo se sienten agobiados con
extensas jornadas laborales y, por lo general, hablan de una pesada carga de
actividades por cumplir. Sin embargo, el esfuerzo no
coincide con la productividad del país, que ocupó el puesto 66 entre 144
países, tras la más reciente medición realizada por el Foro
Económico Mundial.
1. Según el informe
del Consejo Colombiano de Competitividad, asociado a la baja productividad está
el bajo nivel de sofisticación y diversificación del aparato productivo, lo que
termina reflejándose en la perdida de sofisticación de las exportaciones
colombianas. El documento destaca que la situación es tan extrema que se llegan
a necesitar 4,5 trabajadores colombianos para producir lo que produce un
trabajador norteamericano, evidenciando el campo vacío que hay en las aptitudes
y desempeño de uno y otro.
2. Existen brechas
en materia de educación, institucionalidad y salud que deben ser superadas si
el país quiere alcanzar un crecimiento sostenible en los años venideros. La
educación refleja la desigualdad de la sociedad colombiana, es elitista y la
educación pública en la primaria y en la secundaria se caracteriza por su bajo
nivel de calidad. Institucionalmente el Estado colombiano es frágil y débil, es
incapaz de dar respuestas efectivas a la reducción de la pobreza, garantizar la
estabilidad de los indicadores económicos, ni tampoco puede ser un factor que
permita el crecimiento de los diferentes sectores de la economía colombiana. De
acuerdo con David Bojanini, Presidente del Grupo Sura: “La educación comprende
muchas etapas que son vitales para la formación del músculo laboral del país
que requiere de mayor capacitación para que pueda cumplir con mucha más
eficiencia las labores concernientes a su área de desempeño”.
3. Colombia ha crecido recientemente
en medio de una regresión infantil, pues volvió a sus inicios de los siglos XIX
y XX, exportando oro, petróleo, carbón, y otras materias primas sin procesar ni
transformar (commodities) y cada vez relativamente menos
productos de origen agrícola (café, flores, frutas) o industriales de bajo
valor agregado. Hoy el tejido empresarial, compuesto esencialmente por unas
1.500 empresas grandes y unas 75.000 pequeñas y medianas (pymes), ha dejado
ampliar su brecha de productividad frente a las economías avanzadas y por lo
tanto, es menos competitivo que hace cinco años. La gran transformación ha sido
por el auge del sector de servicios, que desde hace años genera más de un 50
por ciento del PIB colombiano, orientado a satisfacer necesidades del mercado
interno, como los servicios financieros, de telecomunicaciones, de educación y
de salud, que están lejos de ajustarse a los estándares internacionales. Lo
cierto es que, en los últimos años, Colombia sí creció, pero mal. Creció sin
generar empleo, sin reducir la pobreza, sin mejorar la abismal desigualdad,
pero sobre todo, sin aprovechar esa dinámica económica para cerrar su brecha de
productividad frente a economías más competitivas.
4. La informalidad
es otro ingrediente que no deja cocinar la torta de la productividad. La
existencia de 11,5 millones de trabajadores informales y 3 millones de
colombianos desempleados es una de las razones de los malos resultados en
productividad que obtiene el país en comparación con las demás naciones del
mundo. “Si una persona es capacitada y productiva, entra al mercado formal,
tiene la posibilidad de ganarse un salario decente. Si no tiene formación, su
futuro es entrar a la economía informal, a obtener ingresos a veces por debajo
del mínimo. Allí cae de nuevo al círculo vicioso: menor productividad,
imposibilidad para capacitarse y mejorar su condición. Es donde la gente
empieza a perder el estímulo”, sostiene Rosario Córdoba.
5. Debido a la baja productividad,
Colombia tiene grandes dificultades para insertarse exitosamente en los
mercados mundiales. Mientras que nuestras exportaciones por habitante en 2006
fueron de US$540, en Chile fueron de US$3.380, y en la República Checa de
US$9.267. Para no referirnos a un país como Irlanda cuyas exportaciones
equivalen a US$25.000 por habitante, es decir, 50 veces el valor de este
indicador para Colombia.
6. En los últimos veinticinco años,
la tasa de inversión en Colombia ha sido, en promedio, 17.6% del PIB. Esta tasa
es inferior a la de otras economías de la región como Chile (19.2%) y Perú
(18.9%). La diferencia es aún mayor con respecto a economías como Malasia (25%)
o Corea (34.9%). Las bajas tasas de inversión afectan negativamente la
capacidad de acumular un stock de capital suficiente que amplíe la capacidad
productiva y permita expandir la producción sin que se generen presiones
inflacionarias. En la experiencia internacional, el proceso de desarrollo y de
crecimiento del ingreso per cápita está asociado con un aumento en la dotación
de capital por trabajador que permite alcanzar mayores niveles de productividad
del trabajo, y, por ende, mayores salarios. La baja de inversión en Colombia
refleja el bajo dinamismo de la formación de capital tanto del sector privado
como del sector público. En este último caso, la poca inversión se refleja en
un atraso en infraestructura y servicios de logística, que afecta negativamente
la productividad del trabajo en las diferentes actividades.
Las
cinco locomotoras
Seguramente con el ánimo
de impactar al imaginario colectivo, el gobierno escogió la analogía de
cinco locomotoras (infraestructura, agricultura, minería y
energía, vivienda e innovación), pero hubiera podido hablar sencillamente
de motores, inductores o aún drivers.
Curiosa analogía, llena de connotaciones nostálgicas, que nos remonta a una
tecnología del siglo XIX y nos recuerda, cruelmente, que somos un país que
acabó con los ferrocarriles y hace tiempo levantó los rieles.
- Sólo dos de estas
locomotoras - infraestructura e innovación -
figuran entre los doce pilares de la competitividad para el Foro Económico
Mundial.
- De otra parte,
la vivienda puede generar empleo y reducir el déficit
habitacional, pero poco aporta a la competitividad sistémica del país. Esta
locomotora arrastrará seguramente algunos vagones del sector de la
construcción, poco eficientes hoy, pero ya no estamos en la época de Currie ni
del Upac.
- Igualmente, la agricultura contribuye
con un porcentaje cada vez menor al PIB y su competitividad será también cada
vez menor al entrar en vigor el amplio abanico de tratados de libre comercio,
que hacen cola en la puerta. Un abono atrasado a la deuda social y un
reconocimiento estatal de las barbaridades cometidas en nombre de la
"seguridad democrática".
- A su turno, la
minería y la energía son recursos naturales, que constituyen
ventajas comparativas, pero tal vez no competitivas para
Colombia. La extracción sin transformación ni generación de
empleo requiere de todos modos un alto volumen de recursos, que aporta
gustosamente la inversión extranjera directa, cuyo total será del orden de
10.000 millones de dólares al año, tal como lo pronostica The Economist
Intelligence Unit (EIU). Una cifra alta sin duda que, sin embargo,
pasará de representar un 14,3 a un 10,1 por ciento de las necesidades totales
de formación bruta de capital fijo de la economía para 2015. ¿De dónde saldrá
el resto?
Paradójicamente, esta
locomotora parece más una imposición externa que una opción libremente
escogida. Va en contravía de las otras: un efecto indirecto es la
revaluación del peso frente al dólar, que ya constituye un cambio estructural y
durable, y que crea, en el corto plazo, condiciones favorables para sustituir
productos de origen nacional por los importados y hace menos competitivos en
los mercados internacionales los productos manufacturados o apenas procesados
como las flores o el banano. Las perturbaciones cambiarias y monetarias
inducidas por esta locomotora serán fuente de complicaciones macroeconómicas
por mucho tiempo.
- En fin, la locomotora
de la innovación, que podría ser la más dinámica y capaz de
impulsar vigorosamente la competitividad del país, está apenas esbozada en
las Bases del Plan Nacional de Desarrollo.
Colombia en el
horizonte económico internacional
Escrito por Carlos Eduardo Maldonado*
Liderazgo: afuera sí, adentro no
Es
evidente que el presidente Santos tiene una imagen favorable en el exterior, y
que desde fuera del país es visto como un líder habilidoso. Específicamente en
el tema del proceso de paz y las negociaciones en curso en La Habana (ver
recuadro “¿El desarrollo del campo?...”). Los numerosos viajes, las
declaraciones de la comunidad internacional y el decidido apoyo mundial al
proceso de conversaciones y negociaciones con las Farc contrastan, sin embargo,
con la imagen que carga el Presidente en el país. Reiteradas encuestas de
opinión, y un seguimiento a las redes sociales, dejan ver que su liderazgo
interno no es precisamente el mejor. En este sentido, en el territorio nacional
palpita una fuerte división entre los partidarios de la paz y sus críticos y
enemigos, encabezados, estos últimos por Uribe, el Centro Democrático y el
Procurador Ordóñez.
Todo
ello, en el marco en el que, en el mejor espíritu del Frente Nacional
(1958-1974), la oposición y las tercerías fueron eliminadas (literalmente) y el
poder quedó concentrado, como siempre, en muy pocas manos. Al cabo, en tiempos
recientes, a la confianza inversionista, la seguridad democrática y la cohesión
social de Uribe, con todo y sus acciones y omisiones, le siguió la idea de
prosperidad para todos y “Todos por un nuevo país”. Si Colombia fuera Francia
todo ello significaría la instauración de una segunda república (la primera
sería aquella que desde 1810 y 1819 abarca hasta el año 2000). Palabras más,
palabras menos.
¿Cómo es vista Colombia?
Lo
que una y otra vez presentan como lo mejor del establecimiento público y
privado de Colombia –esto es, los principales gremios económicos, los sectores
más destacados de la clase política y los principales estamentos públicos al
unísono- se propuso que el país fuera acogido en la Ocde, esto es, el grupo de
34 países más ricos y desarrollados. O como dicen eufemísticamente: “el club de
las buenas prácticas”. Sin lugar a dudas, el grupo de quienes dictan (y sufren)
las políticas sociales y económicas que expresan lo mejor del capitalismo; esto
es, por ejemplo, competitividad, sostenibilidad, crecimiento económico,
desarrollo económico, sistema de libre mercado, institucionalismo y
neoinstitucionalismo, en fin, neoliberalismo.
La
aspiración de que Colombia ingrese a esta instancia de ‘Cooperación’ no es
ajena, y por el contrario, es concomitante con el hecho de que, como dicen en
la gran prensa, “Colombia logre la paz”. Esto es, que en La Habana, las
negociaciones entre el Gobierno y las Farc desemboquen en la firma de un
acuerdo de paz. (porque ésta, o el llamado “postconflicto” son otra cosa
perfectamente distinta a la firma del acuerdo e implica un tiempo largo, de por
lo menos dos o tres generaciones hacia delante).
En
este sentido, es evidente que el presidente Juan Manuel Santos es bien visto
con un liderazgo sólido en el mundo, pero, en contraste, al interior del país,
su imagen es inversamente proporcional.
Pues
bien, cabe recordar que estas aspiraciones –económicas, sociales y políticas–
tienen lugar luego de que en dos ocasiones, el país fuera considerado, primero,
como un gobierno fallido (específicamente
durante el periodo de Ernesto Samper), y luego también, como un gobierno inviable (durante el cuatrenio de Andrés
Pastrana). Esto significa que Colombia estuvo a punto de ser calificada como un estado fallido,
exactamente a la manera de Haití, o varias de las repúblicas subsaharianas
(1).
Pocos
años después, en el 2010, una vez vista como parte constitutiva del grupo de
países Civets, empieza a ser considerada como una promesa de inversión
internacional y de desarrollo y crecimiento económico.
Los países Civets
La
revista The Economist posee
varias unidades de trabajo, empresa e investigación. Una destacada de ellas,
encargada de elaborar índices e indicadores es la Economist Intelligence Unit (Unidad de Inteligencia de “The
Economist”), sin duda, una de las dendritas de lo que es mucho más que una
revista. Pues bien, los mercados emergentes fueron identificados hacia el año
2010 como el grupo de los Civets, que es el acrónimo (que significa en inglés:
felino) para designar a la segunda fila de los países más promisorios detrás de
los Bric: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Suráfrica.
Cabe
destacar tres criterios que sirven como denominador mínimo común para los
países aquí englobados: el nivel de la población, el nivel de crecimiento y la
apertura económica. El nivel de la población no hace referencia necesariamente
al tamaño poblacional sino al hecho de que la parte gruesa de la pirámide
demográfica está constituida por jóvenes entre los 20 y los 40 años. El nivel
de crecimiento queda expresado en un rápido y fuerte crecimiento de la clase
media, y la apertura económica hace referencia a la acogida total del
neoliberalismo económico y todas las políticas y estructuras institucionalistas
y neonstitucionalistas.
En
términos sociológicos, este grupo de países son aquellos que están haciendo el
tránsito del capitalismo financiero al postindustrial, y desde éste último
hacia el capitalismo informacional. Esto quiere decir, la incorporación
creciente de las Tics (tecnologías de la información y la comunicación) en
todas las gamas del Estado, el sector privado y la vida de la sociedad. Pues
bien, el padre de la sociología de la información, M. Castells, lo dejó
claramente dicho: el capitalismo postindustrial hace el tránsito al capitalismo
informacional no porque lo quiera o lo desee, sino porque es la única
posibilidad que tiene, si quiere seguir existiendo (2).
Recapitulando: ¿cómo está Colombia?
Existe,
manifiestamente, un interés del mundo por este país. Civets es tan sólo un
ejemplo, como lo es el proceso en curso de ingreso a la Ocde en un futuro
relativamente previsible. Colombia exhibe crecimiento económico, jalonado
principalmente por el sector financiero, el cual, sintomáticamente, no es,
literalmente, un sector productivo. Verosímilmente la clase media ha crecido.
Al fin y al cabo ésta es el gran colchón social del capitalismo.
Sin
embargo, las cosas no son blancas u oscuras. De acuerdo con numerosas fuentes,
Colombia es uno de los países más inequitativos en el mundo; en términos de
indicadores Gini, de ingresos, u otros. El movimiento guerrillero de otras
épocas ha llegado a ser estratégicamente controlado, aun cuando tácticamente
ese pueda no ser el caso.
El
crecimiento y el desarrollo económico va de la mano con una amplia, sostenida y
creciente destrucción del medio ambiente. Una historia que en el mundo es du déjà-vu. El capitalismo es un sistema social y
económico hecho posible al costo de generar una enorme entropía a su alrededor.
Como
quiera que sea, una cosa resulta evidente. La visión de cualquier país en
términos simplemente macroeconómicos oculta y desplaza otros numerosos temas y
problemas, que exigen para su conocimiento y comprensión una mirada granular
más fina. Lo que pareciera a vuelo de pájaro llano y genérico se revela en una
mirada más atenta como un territorio lleno de valles, montañas, abismos y
picos. Aparentemente el futuro del país en términos macroeconómicos parece
positivo. Pero una impresión semejante no debe dejar fuera de consideración
otras numerosas contradicciones, retos y problemas. Sin lugar a dudas, de
manera puntual, los tres más importantes son: equidad con justicia social,
protección del ambiente y la naturaleza, y comprensión e inscripción en el
panorama latinoamericano.
Con
la integración en la Ocde y su inclusión en los Civets, Colombia avanza para su
inscripción en el mundo. ¿Paso en falso? Para que la integración sea
incluyente, uno de los primeros pasos por dar sería el de reconocer sus raíces
en la América Latina. Ese continente de, como decía J. Vasconcelos, la raza
cósmica.
1 Un “Estado fallido” es
el concepto que específicamente las grandes calificadoras mundiales utilizan
para designar un país que ha entrado a un callejón sin salida. Quienes así
califican son empresas privadas como Standard & Poor’s, Moody’s, y Fix, que
actúa como subsidiaria de Fitch Ratings. Esto es, específicamente, son
calificadoras de riesgos o, en otras palabras, agencias calificadoras de
crédito.
2 Cfr. Prólogo de: M. Castells, “La era de la
información. Economía, Sociedad y Cultura”. Vol. 1: La sociedad red.
Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 27-54.
3 Para una mejor
comprensión puede consultarse, en español: http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/; y en inglés:http://www.oecd.org.
Trabajo final cultura y sociedad 2016-2
Trabajo final cultura y sociedad 2016-2
Ustedes deben leer los cinco textos que aparecen en este documento.
Todos ellos nos hablan de la problemática educativa. Sólo se permite grupos
hasta de tres personas. Deben escribir un documento de 1500 palabras como mínimo
y en él deben expresar cinco factores de las principales problemáticas de la
educación en Colombia. En el texto, y de manera obligatoria, deben aparecer
referencias y citas de los textos leídos. Bajo ninguna circunstancia se
permitirá copia de textos de internet. Cualquier copia anulará su trabajo.
Al oído de la academia
María Elvira Bonilla
Un estudiante de doctorado de la
famosa Escuela Politécnico de Lausana en Suiza, donde estaba a punto de obtener
su título doctoral en ciencias exactas, desistió de hacerlo y en su defecto le
envió esta carta abierta a su universidad, que circula en las redes sociales.
Se trata
de un cuestionamiento al rol de la academia y su propósito, que a veces termina
desvirtuado y enredado en la multiplicación de posgrados que terminan por
aceitar la máquina registradora, olvidado su fin último, el de enriquecer el
conocimiento. Aunque es una extensa carta la que escribe Gene Bunin, este es el
corazón de su preocupación:
“He
perdido fe en el mundo académico de hoy como algo que debería traerle un
beneficio positivo a la sociedad en la que vivimos. En cambio, estoy empezando
a pensar en él como una gran aspiradora de dinero que se lleva subvenciones y
escupe resultados nebulosos, impulsada por personas cuya principal preocupación
no es avanzar en el conocimiento con las positivas consecuencias que esto
acarrearía, sino agrandar su currículum con el fin de conservar posiciones o
ascender en el cerrado mundo universitario. (…)
Empiezo
por respetar la premisa de que el objetivo de la ciencia y la investigación
académica es la búsqueda de la verdad para mejorar la comprensión del universo
que nos rodea y utilizar ese entendimiento para impulsar transformaciones que
aseguren un futuro mejor para la humanidad. En ese orden de ideas, uno como
investigador tiene que ser brutalmente honesto, sobre todo con uno mismo y con
la calidad del trabajo que realiza.
Pero no,
lo que se te enseña va en contravía a estos supuestos con los que uno ingresa a
la vida académica. Se te enseña a “vender” tu trabajo, a preocuparte de tu
“imagen” y a ser estratégico en tu vocabulario y en la manera de utilizarlo.
Prevalece una buena presentación sobre el contenido y se estimula perversamente
a hacer contactos para asegurar un futuro laboral. El criterio comercial se
impone sobre el rigor que debería mandar en el trabajo del doctorado.
Anualmente,
el rector nos manda un correo electrónico con el ránking en el que está ubicada
la Escuela. Yo siempre me pregunto: ¿Por qué habría de preocuparle esto a
científicos e investigadores? ¿Para qué? ¿Para elevar nuestros ya hinchados
egos? ¿No sería mejor un reporte anual del rector informando sobre la manera
positiva como el Politécnico está afectando el mundo o contribuyendo a resolver
problemas importantes? En cambio, se nos dan estos estúpidos números que
indican a qué universidades podemos mirar con desprecio y a cuáles aún debemos
rebasar.
No tengo
la solución a estas inquietudes. Abandoné mi doctorado. Simplemente es una
decisión personal, desesperada. Lo que sí quiero impulsar es un tipo de
conciencia y responsabilidad. Pienso que hay muchos de nosotros, ciertamente de
mi generación, a quienes nos gustaría ver a la academia como un sinónimo de
conocimiento, capaz de arrojar resultados concretos, transformadores. Los
académicos deben tener un compromiso con la sociedad, más allá de inflar sus ya
hinchados egos. Sé que a mi me gustaría, pero he renunciado a ello, así que
buscaré a la ciencia verdadera desde otro camino”.
Una reflexión que debería poner a pensar
a más de uno
"Colombia es una cenicienta que quiere ir al baile de los países
desarrollados"
Rodolfo
Llinás, uno de los científicos más importantes del país, critica un sistema
educativo que no respeta a los niños y no les enseña lo que necesitan.
SEMANA:
Usted lleva 52 años fuera de Colombia, pero nunca ha faltado a una cumbre como
la que se realizó esta semana para hablar de educación. ¿Por qué?
RODOLFO
LLINÁS: Es muy sencillo, es mi patria. La recuerdo con enorme cariño. La
patria es como la primera novia que uno tiene: totalmente inolvidable.
SEMANA:
¿Y entonces por qué se fue?
R.
LL: Porque no había posibilidades en Colombia.
SEMANA:
¿Posibilidades para hacer qué?
R.
LL: Para la ciencia, que era lo que yo quería hacer.
SEMANA:
¿Y cree que hoy, 52 años después, sí hay esas posibilidades?
R.
LL: No. Hay muy pocas. Mucha de la gente que va a especializarse y regresa
tiene que devolverse porque en Colombia no hay posibilidades. Otros acaban
teniendo un trabajo en el que no practican lo que estudiaron y muchos terminan
de políticos o haciendo otras cosas. ¿Imagínese uno de físico qué puede hacer
aquí?
SEMANA:
¿Cómo lee a un país que no valora la ciencia ni a sus científicos?
R.
LL: Es un país que está retrasado intelectualmente. Un país no valora la
ciencia porque nadie les ha enseñado a sus ciudadanos su valor. Y si los
dirigentes no lo entienden es porque no les interesa. A muchos lo único que les
importa es tener dinero, tener viejas, tener poder.
SEMANA:
Usted viene en un momento muy importante para este debate. Muchos dicen que la
educación en Colombia está en crisis. ¿Qué piensa?
R.
LL: Yo creo que no hay ninguna crisis. Una crisis ocurre cuando algo malo
pasa. Pero cuando es crónico ya no es crisis. Es simplemente el estado triste
de Colombia. Cuando hicimos la reunión de los sabios yo dije: “Colombia es una
Cenicienta que quisiera ir al baile de los países desarrollados”.
SEMANA:
¿Qué quería decir con eso?
R.
LL: Cualquier otro grupo humano daría lo que fuera por tener la tierra
colombiana. ¿Se imagina? Con dos océanos, con agua dulce, con todo
prácticamente… La vida en Colombia es demasiado fácil. No hay invierno, la
gente no se muere de desnutrición. Hay una frase en inglés que describe eso
“Such is life in the tropics” (“Así es la vida en el Trópico”). Por eso yo
siempre he dicho que Colombia tiene mejor tierra que gente.
SEMANA:
Esa es una frase muy cruda.
R.
LL: No lo es. Colombia tiene una posición fantástica en el globo
terráqueo. Pero la gente que vive ahí, precisamente porque vive en un lugar
fantástico, no tiene que competir para vivir. Salen y se comen su plato de
comida sin problema. Entonces la gente cree que la vida es para gozar.
SEMANA:
¿Y si no es para gozarla, para qué es?
R.
LL: No es para gozarla, es para pensar, que es una manera más sofisticada
de gozar. Es decir, a mí me parece sumamente interesante que la gente quiera,
como me decía un amigo, es “rumbear todo el tiempo”. ¡Qué cosa tan aburrida! No
podemos pasárnosla de cha, cha, cha hasta la muerte.
SEMANA:
¿Y usted por qué cree que queremos solo vivir para rumbear?
R.
LL: Porque no hay educación.
SEMANA:
Se cumplen 20 años de esa Misión de Sabios que reunió a los más importantes
intelectuales, incluido Gabriel García Márquez, del país a hablar de educación.
¿Qué balance tiene de ese esfuerzo?
R.
LL: Hicimos gran cantidad de libros, yo escribí uno que se llama El Reto.
Llegamos a toda clase de conclusiones que nunca nadie leyó. Se habló de que se
invirtiera en ciencia y tecnología por lo menos el 1 por ciento del PIB y que
lo deseable era que fuera más. Hoy esa inversión no alcanza a ser ni el 1 por
ciento que deseábamos en esa época.
SEMANA:
¿Qué más siente que falta por hacer?
R.
LL: Primero hay que reconocer la importancia de la educación. Colombia no
será nada hasta que no eduque su gente. El problema siempre ha sido que no se
optimiza a los individuos, no se les da la posibilidad de llegar a lo mejor que
pueden ser. Eso solo se logra con educación pues al fin y al cabo esta se trata
simplemente de optimizar las capacidades cerebrales. ¿Cómo hacemos para
optimizar? Hay que trabajar más porque la gente entienda, que la gente sepa
algo. El saber es simplemente poder poner en contexto lo que uno sabe.
SEMANA:
Usted ha dicho que la educación es tan necesaria como el agua…
R.
LL: Sí. La educación más que importante es esencial. Si no se le da al
cerebro la capacidad de optimizar seremos individuos de segunda clase que no
alcanzamos todo lo que podíamos ser. La ventaja de la educación es que si se
hace bien mejora la calidad del individuo, por eso digo que es como el agua o
una buena comida.
SEMANA:
¿Cree que los niños y niñas colombianos tienen hoy un buen menú en ese sentido?
R.
LL: El problema con los niños es que no los quieren, no los respetan y no
les ponen atención. Los niños sí saben lo que quieren, pero esto es muy
distinto a lo que les dan en la escuela. Entonces hay rebeldía intelectual, no
aprenden, se jartan. Se requiere una postura diferente del sistema de educación
que entienda que los niños son seres pensantes y sumamente inteligentes. Hay
que saber qué es lo que les gusta, porque lo que les gusta es lo que saben
hacer mejor.
SEMANA:
Si tuviera que hacer un diagnóstico de los problemas de la educación en
Colombia, ¿cuáles serían sus conclusiones?
R.
LL: Para mí el problema es de la metodología y de la estructura de los
profesores. Los profesores quieren tener una posición no de guía, sino de
maestros en donde solamente ellos mandan. Son ellos quienes les dicen a los
niños qué tienen que aprender y si pasan o no pasan. Así es imposible. No son
instructores, sino personas que quieren tener poder, poder de rajar y de
expulsar de la escuela.
SEMANA:
¿Y la metodología?
R.
LL: Es muy sencillo. Tiene que ver con los cursos y las cosas que se
enseñan: geografía sin historia, matemáticas sin geografía. Se enseñan cosas
por separado. ¿De dónde sale la geometría si no hay un contexto histórico? Lo
único que importa es saberse las propiedades de los triángulos para obtener una
nota.
SEMANA:
¿Cómo debería ser entonces?
R.
LL: ¿Para qué sirven los triángulos? Por ejemplo, los mayas, los aztecas,
los egipcios hicieron pirámides. Si las miramos encontramos que están
preciosamente organizadas con respecto al universo. ¿Cómo hicieron para construir
eso? Se requieren tres cosas: las líneas rectas, una piola y un peso. Nada más.
Entonces para esas culturas la geometría era una herramienta para hacer
agricultura. Cuando uno entiende así, todo es muy diferente. La escuela enseña
la ubicación de los ríos, pero jamás explica la importancia del agua. Somos un
baúl repleto de contenidos, pero vacío de contexto. De ahí nuestra dificultad
para aplicar el conocimiento en la realidad.
Educación sin importancia
Jorge Orlando Melo
En los exámenes de Pisa, que miden el nivel académico de los
jóvenes del mundo al terminar la escuela básica, Colombia quedó otra vez, en el
2012, en los últimos lugares. En lectura, matemáticas y ciencias, nuestros
estudiantes de 15 años tienen el nivel de los niños de Shanghái de 9: es como
si hubieran estudiado seis años menos, como si hubieran perdido seis años yendo
a escuelas inútiles. De 1.000 niños colombianos, en matemáticas, apenas 3
llegan a los dos niveles superiores, 750 están en los dos más bajos y los 250
restantes en los dos intermedios. En Shanghái, más de 500 están en los dos
grupos mejores.
Y el resultado promedio colombiano, con puntajes que en el 2012
fueron algo más bajos que en el 2009 –Colombia había mejorado lentamente hasta
ese año y ahora, por primera vez, desmejoró–, esconde grandes desigualdades:
los niños de los mejores colegios privados, los de las grandes ciudades, suben
los resultados; malísimos en los colegios públicos y en las ciudades pequeñas y
medianas. Los niños que van a los 100 colegios con mejores resultados de
Colombia están casi con seguridad por encima del nivel medio de los europeos.
Son niños que han crecido en casas con libros y estímulos intelectuales, ido a
guarderías carísimas y bien dotadas, estudiado en colegios con buenos maestros
y buenas bibliotecas. Irán a las mejores universidades, tendrán empleos bien
pagos y serán más creativos que los demás. En el otro extremo están los niños
que han crecido en el abandono, la pobreza o el maltrato, han ido a guarderías
infantiles sin recursos y estudiado en colegios públicos sin libros (aunque en
el futuro, con ‘tabletas’, con las que jugarán más y aprenderán menos) y con
maestros desanimados y mal escogidos. Irán a universidades malas a conseguir un
cartón que les permita emplearse en la servidumbre tecnológica del futuro. La
peor desigualdad del país, la que garantiza que por décadas seguiremos siendo
un país muy desigual, es la educativa, que define desde los 3 o 4 años de edad
el futuro plano y aburrido que les tocará a casi todos los niños.
Nadie sabe qué hacer, aunque todos digan que hay que mejorar la
calidad. Algunos lamentan que hacia 1957 o 1958 el país se hubiera embarcado en
dar educación a todos, en vez de concentrarse en mejorar la calidad de la
educación de las minorías. En efecto, el Gobierno decidió que la mayor parte de
los recursos iría a la educación primaria, en vez de gastarlos, como hasta
entonces, en la educación media y universitaria de una pequeña parte de la
población. En realidad, tuvo que transar: la plata se repartió entre una
educación básica que ya llega a todos, pero es mala, y una educación
universitaria algo mejor y que ha crecido mucho. Como en toda América Latina,
orientar el gasto a la escuela básica y dejar que la educación superior la
pagaran sus beneficiarios era políticamente imposible en un país en el que las
clases medias, que llenan las universidades públicas, son la base del
electorado. Hoy las presiones para que aumenten los presupuestos de las
universidades son más fuertes que las que hay para mejorar la educación básica,
que requiere políticas de largo plazo, costosas y bien diseñadas, y a la que no
van los hijos de nadie que tenga algo de poder.
Lo más seguro es que nada cambie, y hay pocas propuestas
concretas. Yo creo en buenas bibliotecas y buenos maestros, y programas más
exigentes (más conocimientos y menos “competencias”, que nadie sabe qué son),
pero seguramente nos iremos por el camino ilusorio de la innovación tecnológica.
Afortunadamente, los niños no parecen sufrir con esto: los
colombianos, aunque no aprendan mucho, son, en todo el mundo, los que pasan más
contentos en la escuela.
El güinche y las locomotoras
Jorge Orlando Melo
Sabemos que hay
que invertir más en ciencia y tecnología, pero no cómo cambiar una cultura que
no valora el trabajo industrial o manual
Con frecuencia aparecen en revistas y
periódicos enumeraciones entusiastas de los grandes inventos colombianos, de
nuestras contribuciones a la ciencia y la tecnología. Casi siempre figuran la
válvula de Hakim, los aportes de Reynolds al marcapasos, la vacuna de Patarroyo
o las técnicas de cirugía de córnea de Barraquer y las bolsas de basura
aromatizadas.
Unos pocos casos, algunos discutibles, que más bien mostrarían que en Colombia ha habido pocos inventos, a pesar de la inteligencia y creatividad que se atribuyen a los colombianos y a que hace medio siglo se creó Colciencias y se reformaron las universidades para que se convirtieran en instituciones basadas en la investigación y creadoras de ciencia y tecnología.
Es verdad que sabemos poco de la historia de desarrollo tecnológico en el país, de los descubrimientos científicos que resultan aplicables, o de los pequeños cambios que los trabajadores hacen en fincas, talleres o fábricas, y que mejoran una herramienta o una forma de hacer las cosas. Muchos inventos fueron mejoras de herramientas preexistentes. Tal vez el invento local de más impacto en la economía fue el 'güinche', un tipo de guadaña de doble filo que duplicaba la eficiencia en el corte de helechos, inventado por un anónimo herrero de Sonsón a finales del siglo XIX. Sin embargo, no he encontrado nada sobre su historia, no hay muestras en ningún museo, nada aparece en Internet. A su lado, podrían mencionarse las mejoras en las locomotoras sugeridas por P. C. Dewhurst a los fabricantes europeos a comienzos del siglo XX. Y, como lo muestra el fascinante libro de Alberto Mayor Inventos y patentes en Colombia, 1930-2000, la mayor parte de los inventos patentados tuvo que ver con técnicas y herramientas para la minería y el café.
Por supuesto, Mayor, aunque no incluye en su maravillosa y barroca lista la invención del hielo que nos contó García Márquez, sí registra el visionario descubrimiento de una bebida alcohólica de maíz y azúcar, patentado en 1932, o las mejoras en la fabricación de la chicha, o, en años más recientes, el salero para climas húmedos.
Entre tanto invento, sin embargo, no aparecen ni diez patentes concedidas a universidades colombianas, y esto apunta a un problema de fondo: en Colombia, como decía en 1879 el rector de la Nacional Manuel Ancízar, la escuela es enemiga del taller. La formación de los niños y de los jóvenes es teórica y abstracta, sin vínculo con ningún oficio práctico, ni en la primaria ni la secundaria, y todo el prestigio va a los profesionales que no se ensucian las manos. Aunque desde 1936 presidentes y ministros de Educación han dicho que lo importante es la educación técnica y tecnológica, poco ha cambiado, y los jóvenes que se gradúan en estas áreas ganan mucho menos y tienen mayores tasas de desempleo que los profesionales de ramas afines. En las universidades, la ciencia y la investigación avanzan, pero en la mayoría de los casos (y las excepciones tienen que ver con algunos productos agrícolas y unas pocas industrias) no tienen mucho que ver con lo que pasa en talleres o fábricas: casi nunca los grandes proyectos de investigación llevan a patentes o a usos industriales, y raras veces las industrias buscan en la universidad la solución de sus problemas.
Sabemos que hay que invertir más en ciencia y tecnología, pero no cómo cambiar una cultura que no valora el trabajo industrial o manual, cómo romper el muro entre la cultura académica y la cultura del trabajo, cómo hacer que los científicos piensen en el trabajo y los trabajadores tengan un espíritu científico. Y si no hay cambios en este sentido, más dinero a la investigación académica hará que se publiquen más artículos en revistas internacionales, pero no que cambien las técnicas en la finca, el taller o la casa.
Unos pocos casos, algunos discutibles, que más bien mostrarían que en Colombia ha habido pocos inventos, a pesar de la inteligencia y creatividad que se atribuyen a los colombianos y a que hace medio siglo se creó Colciencias y se reformaron las universidades para que se convirtieran en instituciones basadas en la investigación y creadoras de ciencia y tecnología.
Es verdad que sabemos poco de la historia de desarrollo tecnológico en el país, de los descubrimientos científicos que resultan aplicables, o de los pequeños cambios que los trabajadores hacen en fincas, talleres o fábricas, y que mejoran una herramienta o una forma de hacer las cosas. Muchos inventos fueron mejoras de herramientas preexistentes. Tal vez el invento local de más impacto en la economía fue el 'güinche', un tipo de guadaña de doble filo que duplicaba la eficiencia en el corte de helechos, inventado por un anónimo herrero de Sonsón a finales del siglo XIX. Sin embargo, no he encontrado nada sobre su historia, no hay muestras en ningún museo, nada aparece en Internet. A su lado, podrían mencionarse las mejoras en las locomotoras sugeridas por P. C. Dewhurst a los fabricantes europeos a comienzos del siglo XX. Y, como lo muestra el fascinante libro de Alberto Mayor Inventos y patentes en Colombia, 1930-2000, la mayor parte de los inventos patentados tuvo que ver con técnicas y herramientas para la minería y el café.
Por supuesto, Mayor, aunque no incluye en su maravillosa y barroca lista la invención del hielo que nos contó García Márquez, sí registra el visionario descubrimiento de una bebida alcohólica de maíz y azúcar, patentado en 1932, o las mejoras en la fabricación de la chicha, o, en años más recientes, el salero para climas húmedos.
Entre tanto invento, sin embargo, no aparecen ni diez patentes concedidas a universidades colombianas, y esto apunta a un problema de fondo: en Colombia, como decía en 1879 el rector de la Nacional Manuel Ancízar, la escuela es enemiga del taller. La formación de los niños y de los jóvenes es teórica y abstracta, sin vínculo con ningún oficio práctico, ni en la primaria ni la secundaria, y todo el prestigio va a los profesionales que no se ensucian las manos. Aunque desde 1936 presidentes y ministros de Educación han dicho que lo importante es la educación técnica y tecnológica, poco ha cambiado, y los jóvenes que se gradúan en estas áreas ganan mucho menos y tienen mayores tasas de desempleo que los profesionales de ramas afines. En las universidades, la ciencia y la investigación avanzan, pero en la mayoría de los casos (y las excepciones tienen que ver con algunos productos agrícolas y unas pocas industrias) no tienen mucho que ver con lo que pasa en talleres o fábricas: casi nunca los grandes proyectos de investigación llevan a patentes o a usos industriales, y raras veces las industrias buscan en la universidad la solución de sus problemas.
Sabemos que hay que invertir más en ciencia y tecnología, pero no cómo cambiar una cultura que no valora el trabajo industrial o manual, cómo romper el muro entre la cultura académica y la cultura del trabajo, cómo hacer que los científicos piensen en el trabajo y los trabajadores tengan un espíritu científico. Y si no hay cambios en este sentido, más dinero a la investigación académica hará que se publiquen más artículos en revistas internacionales, pero no que cambien las técnicas en la finca, el taller o la casa.
El pelo de los osos
Un interesante artículo publicado hace algún tiempo en
este diario nos cuenta que en el pelo exterior de los osos perezosos de tres
dedos los científicos descubrieron diversas clases de hongos, cuyos extractos
sirven, entre otras cosas, para enfrentar el parásito que causa la malaria y
para combatir el cáncer de mama y el T. cruzi, elemento responsable de la
enfermedad de Chagas.
Por: Piedad Bonnett – El Espectador- Febrero 15 de
2014
7
Solemos hablar de “los científicos” o
“los investigadores” como quien se refiere a una entelequia, que sólo toma
rostro de manera esporádica cuando aparecen los nombres de los premios Nobel,
por ejemplo. Y poco nos preocupamos por saber cómo nacen sus descubrimientos. A
veces se dice que como obra del azar o de la casualidad. Pero en estos casos la
explicación es incompleta: si ese azar no es registrado oportunamente y en todo
su significado, pues el sentido de lo descubierto sencillamente se les
escaparía. En el caso del pelaje de los perezosos, la noticia es tan curiosa que
nos lleva a preguntarnos: ¿y a quién se le ocurrió espulgar al oso?
Pues a la doctora Sarah Higginbotham, microbióloga del
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá y directora del
proyecto, quien explicó que cuando supo que las algas verdes viven en el pelaje
de los perezosos y que éste “absorbe el agua como una esponja”, se preguntó qué
más habría ahí y comenzó a investigar. La sencilla confesión de la doctora
Higginbotham nos da la clave: para que el conocimiento avance se necesitan curiosidad
e imaginación. Las mismas que llevaron a Marie Curie a ir más lejos de donde
había llegado ya y descubrir el polonio y el radio, o a Fleming a fijarse en el
moho que apareció en una escudilla y mató una muestra de bacterias, o a Mendel
a descubrir las leyes de la genética en una planta de guisantes, en medio de
incredulidad y mofas generalizadas.
Formar seres curiosos e imaginativos es lo que
pretende la educación: niños y adolescentes que luego sean adultos con ganas de
leer, con mente crítica, capaces de poner en duda las verdades reveladas,
recursivos e indagadores. Todo lo contrario de los estudiantes colombianos,
esos evaluados como mediocres en las pruebas Pisa, que además consideran, en su
gran mayoría, que copiar —de un libro, de Wikipedia, de cualquier parte— no es
grave, porque lo más importante es mejorar la nota o salvar un promedio.
Sus respuestas señalan, entre otras cosas, un sistema
docente perezoso, que sigue pegado a la nota como única medida del logro y que
en buena proporción no se actualiza ni está en capacidad de promover caminos de
búsqueda individuales; y una sociedad que valora el fin independientemente de
los medios, que celebra la actitud del pícaro y justifica la trampa, y que
desdeña el proceso porque todo lo mide con el rasero del éxito económico y
social. Una sociedad a la que, estoy segura, le parece estúpido preguntarse qué
puede crecer entre el pelo del oso de tres dedos.
lunes, 10 de octubre de 2016
Para el curso de Cultura y sociedad
Leer los siguientes textos:
Sobre los jóvenes de Hoy
El adolescente global
La era del vacío
Sobre los jóvenes de Hoy
El adolescente global
La era del vacío
El adolescente global
El adolescente
global
Naomi Klein
Diversidad.
La que sea- Eslogan de una campaña publicitaria de 1998 – 19999 de los garndea
almacenes de Canadá.
Por
supuesto, no todos son igualmente favorables a la idea de tratar la cultura y
la nacionalidad como accesorios de moda de quita y pon. Quienes han peleado
guerras y sobrevivido revoluciones tienden a proteger sus tradiciones
nacionales. Los absolutamente pobres, que constituyen un cuarto de la población
mundial, tampoco tienen problemas para aceptar la homogenización mundial,
sobretodo porque la televisión por cable y la mayoría de los productos de marca
son solo un rumor en esas partes del mundo en vías de desarrollo, donde un
total de 1.300 millones de personas viven con un dólar o menos al día. No, la
gran esperanza mundial son los jóvenes que viven en los países desarrollados y
semidesarrollados. Más que nada y que nadie, los adolescentes de clase media,
cubiertos de marcas y decididos a introducirse en el molde creado por los
medios, se han convertido en los símbolos más poderosos de la globalización.
Esto
ha sucedido por diversas razones. La primera es que, como en el mercado
estadounidense, hay muchísimos de ellos. El mundo rebosa de adolescentes,
especialmente en los países del sur donde la ONU calcula que 507 millones de adultos morirán
antes de cumplir 40 años. Dos tercios de la población de Asia tienen menos de 30 a causa de los años de
sangrientas guerras, y alrededor del 50% e la población de Vietnam nació
después de 1975. En total, se considera que el sector demográfico juvenil
mundial comprende 1000 millones de personas, y esos adolescentes consumen una
cuota desproporcionada de los ingresos de sus familias. En China, por ejemplo,
sigue siendo poco probable que todos los miembros de la familia practiquen un
consumismo elevado. Pero, según dicen los investigadores e mercado, los chinos
hacen enormes sacrificios por la juventud, y en especial por los barones
pequeños, un valor de gran interés para los fabricantes de teléfonos móviles y
de zapatillas. Laurie Klein, de Just Kid Inc., una empresa estadounidense que
hizo un estudio de los adolescentes chinos, descubrió que si bien la mama, el
papa y los abuelos pueden prescindir de la electricidad, su hijo único (de
acuerdo con la política nacional de control de la natalidad) suele disfrutar de
lo que se conoce como “el síndrome de pequeño emperador” que ella denomina el
fenómeno “del 4-2-1”
cuatro ancianos y dos personas mayores se privan de todo para que un niño pueda
convertirse en un clon de la MTV.
“Cuando los padres y cuatro abuelos gastan en un solo niño, no es difícil saber
que ése es el mercado adecuado”, dice un capitalista que opera en China. Además,
dado que los niños absorben mejor la cultura de sus padres, muchas veces se
convierte en los compradores más asiduos de la familia, incluso en lo
relacionado con los artículos básicos del hogar. En general, lo que indica este
estudio es que aunque los adultos pueden mantener sus tradiciones y costumbres,
los adolescentes mundiales las están abandonando como si fueran las modas del
año anterior. “Prefieren la coca-cola al te, las Nike a las sandalias, los
Chicken McNuggets al arroz y las tarjetas de crédito al dinero”, dijo Wall
Street Journal Joseph Quinlan, economista sénior de Dan Witter Reynolds Inc. El
mensaje es claro: gañese a los chicos y tendrá toda la familia y el mercado del
futuro.
Magnificada
por esta retórica, la imagen del adolescente global sobrevuela el planeta como
una alucinación eufórica de las empresas. Estos niños, insisten en decirnos, no
viven en un lugar geográfico, sino en un espacio mundial de consumo, conectados
desde sus teléfonos móviles con bloques de noticias de Internet; los reúnen las
playstations de Sony, los videos de la
MTV y los juegos de la NBA.
El “Estudio sobre los Adolescentes del Nuevo Mundo”
entrevistó a 27.600 jóvenes de clase media de cuarenta y cinco países, cuyas
edades oscilaban entre los 15 y los 18 años, y ofreció excelentes noticias a
sus clientes, entre los que se cuentan Coca – Cola, Burger King y Philips. “A
pesar de las diferencias culturales, los jóvenes de clase media de todo el
mundo parecen vivir en un universo paralelo. Se levantan por la mañana y se
ponen sus Levi´s y sus Niké, toman sus abrigos, sus macutos y sus CD Sony y se
marchan al colegio”. Elissa Moses, vicepresidenta primera de la agencia
publicitaria, calificó la aparición del sector demográfico juvenil como “una de
las mayores oportunidades de comercialización de todos los tiempos”. Pero antes
de que las marcas logren vender los mismos productos del mismo modo en todo el
planeta, los primeros jóvenes deben identificarse con una nueva condición
demográfica. Por esta razón, lo que la mayoría de las campañas publicitarias
mundiales siguen vendiendo más agresivamente es la idea del mercado juvenil
mundial, un caleidoscopio de rostros de todas las etnias que se confunden entre
sí: trenzas rasta, cabellos rosados, manos pintadas con henna, algunas banderas
nacionales y carteles luminosos extranjeros, en cantonés y en árabe, y unos
toques de palabras inglesas, todo ello sobre capas de ejemplares de música
electrónica. La nacionalidad, la lengua, la etnia, la religión y la política
quedan reducidos a sus accesorios más coloridos y exóticos, asegurándonos al
unísono que, como Renzo Rosso, el presidente de Diesel, “nunca hay un “ellos y
nosotros”, sino un gigantesco “nosotros”.
Para
alcanzar este estado de unicidad, a veces es necesario poner a los adolescentes
globales en contra de sus anticuados mayores, a quienes no les gusta el aspecto
radical de la tela de los vaqueros. Por ejemplo, un anuncio televisivo de los
vaqueros Diesel muestra dos adolescentes coreanos que se convierten en aves
después de suicidarse en conjunto, encontrando la felicidad solamente en la
rendición incondicional a esa marca. En ellos, el producto final es el
adolescente global, y no el refresco, el helado, las zapatillas ni los
pantalones, que debe existir como realidad demográfica en la mente de los
consumidores jóvenes de todo el mundo, pues de otro modo todo el ejercicio del
marketing global se derrumba. Por esta razón, el marketing joven global es
repetitivo y adormecedor, ebrio con la idea de lo que intenta crear: un tercer
concepto de nacionalidad que no es estadounidense ni local, sino que reúne a
los dos por medio de las compras.
En
el centro del fenómeno de la juventud global se yergue MTV, que en 1998 llegaba
a 273.5 millones de hogares de todo el mundo ,
sólo 70 millones de los cuales estaban en EE.UU. Hacia 1999, las ocho
divisiones mundiales de la MTV
emitían en 83 países y territorios, lo que es menos que el alcance de 212
países de la CNN ,
pero que aún así resulta impresionante. Además, el Estudio sobre los
Adolescentes del Nuevo Mundo descubrió que el factor más importante que hace
que gustos de los adolescentes de clase media que estudiaron sean los mismos,
es la televisión, y en especial la
MTV , que el 85% de ellos ve todos los días. Elissa Moses
calificó a la emisora como “el principal boletín noticioso para crear imágenes
de marca” y como “sistema público de referencia para toda una generación”. El
alcance de esta programación no tiene precedentes desde la época en que las
familias se reunían ante sus televisores para ver el programa de Ed Sullivan.
Los adolescentes mundiales ven tanto MTV al día que la única experiencia
cultural que comparten con sus padres es ante el estallido de una guerra,
cuando todas sus miradas se dirigen hacia las imágenes de la CNN.
Y
mientras más espectadores absorben la visión de la MTV de una tribu que
intercambia culturas, que son los nómadas juveniles globales, más homogéneo es
el mercado donde sus anunciadores venden sus productos. Según Chip Walter,
director del Estudio sobre los Adolescentes del Nuevo Mundo, “es mucho más
probable que los jóvenes que ven los vídeos musicales de la MTV vistan el mismo uniforme
“juvenil” compuesto por vaqueros, zapatillas deportivas y cazadoras. Es mucho
más probable que posean artículos electrónicos y que consuman productos
“jóvenes” como caramelos, refrescos, pastas y comidas rápidas. También tienen
mucha más probabilidad de emplear una amplia gama de productos de higiene
personal”. En otras palabras, MTV Internacional se ha convertido en el catálogo
más completo de las marcas en la vida actual.
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