viernes, 27 de mayo de 2011

La situación laboral de la juventud

Pregúnteme cómo
Por: Catalina Ruiz-Navarro
Quien asocia la juventud con un periodo lleno de posibilidades, felicidad, y esperanza claramente se ve engañado por su nostalgia. Ser joven hoy en día es un frustrante purgatorio donde las almas se preguntan si algún día van a poder ser autosuficientes económicamente como sus padres, los adultos, una empresa que parece quijotesca ante los portazos en la cara y las risibles ofertas salariales.
Unos no tienen trabajo porque les piden 5 años de experiencia, otros resultan en cambio, demasiado para el puesto. Los menores de 25 son muy jóvenes, los mayores de 35 son viejos y de todas formas, si se está entre el rango dorado lo más probable es que el sueldo sea mucho menos de lo merecido, y aún, de lo necesario.
La Ley del Primer Empleo, a pesar de ser bien intencionada, es insuficiente. Especialmente porque no beneficia a los jóvenes en especifico, en ella se metieron de colados las madres cabeza de familia, las personas en situación de desplazamiento, en proceso de integración o en condiciones de discapacidad, mujeres mayores de 40 años y los nuevos empleados que devenguen menos de 1.5 salarios mínimos mensuales legales vigentes. Se agradece a la Ley su esfuerzo por la formalización del trabajo, pero el panorama no deja de ser inquietante pues beneficia a tantos sectores de la sociedad que no resuelve el principal problema de la juventud: la escasez de herramientas para competir en un mercado laboral agreste y terriblemente frustrante.
La disminución temporal de los parafiscales para las empresas, una de las estrategias de la Ley del Primer Trabajo, creará solo entre 200,000 y 300,000 puestos de trabajo para los que muchos jóvenes no están capacitados, pues, han tenido que dejar sus estudios para ponerse a trabajar, y a su vez no pueden trabajar porque no han terminado sus estudios. Los Anillos de Moebius son frecuentes, quizá el más común es que muchos no pueden trabajar porque no tienen experiencia y no tienen experiencia porque no les han dado trabajo.
Otros esfuerzos están enfocados a fomentar el emprendimiento juvenil un campo que no es necesariamente menos adverso porque los jóvenes generalmente son educados y preparados por los sistemas educativos para trabajar como dependientes. Además tienen menos recursos y activos, menos experiencia y conexiones (indispensables para empezar una empresa o negocio propio) que un adulto. Claro, el emprendimiento juvenil se estimula porque no se puede hacer más, a falta de empleo asalariado por lo menos se intenta dar las condiciones para que los jóvenes se puedan inventar su propio medio de sustento pero se necesitan medidas aún más contundentes.
El desempleo de la juventud en Colombia es un problema de corto y largo plazo que afecta a todo el país. Atrás quedaron los tiempos de la juventud rebelde que no quería trabajar. Los jóvenes actuales cuentan con más educación que las generaciones anteriores, poseen más facilidad para adecuarse a las nuevas tecnologías de información y comunicación, y tienen mayor ventaja para asimilar nuevos procesos de producción.
Si bien la ley del Primer Empleo es un paso, el problema es mucho más grande y crece como una bola de nieve porque, el que sería el motor más productivo de nuestra sociedad está estancado, pedaleando en un sistema lleno de absurdos y paradojas. La próxima vez que vea a un joven con un botón de “Pregúnteme cómo adelgazar/ganar dinero/aprender inglés/etc.”, pregúntele cómo se siente al hacer ese trabajo ridículo después de haber estudiado una carrera, pregúntele cómo es que el futuro del país entumece sus cerebros en los Call Center donde cada cliente les machaca el espíritu. Pregúntele cómo.
@Catalinapordios

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