jueves, 26 de noviembre de 2015

La fragilidad del bien

La fragilidad del bien

Con ese bello título, Martha Nussbaum publicó su libro sobre fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega.
Por: Rodolfo Arango
El libro inicia con la afirmación de Píndaro: “Pero la excelencia humana crece como una vid, nutrida del fresco rocío y alzada al húmedo cielo de los hombres sabios y justos”. Y es que “la peculiar belleza de la excelencia humana reside precisamente en su vulnerabilidad”, nos recalca la autora. Sirva lo anterior no sólo para hacer un homenaje a una de las filósofas vivas más influyentes del mundo, quien en buena hora recibirá pronto un doctorado honoris causa de la Universidad de Antioquia, sino también para reivindicar la importancia de las artes, la literatura y, en general, las humanidades en la formación de personas dispuestas a cultivar el bien en la vida personal y de la comunidad.
Colombia pide a gritos una contrarreforma en su pensamiento de lo público y en la dirección política. En los albores del posconflicto no podemos ya más escudarnos en un pasado violento, oprobioso, que exigía toscos líderes y habilidosos estrategas, para justificar la trampa y la violación de la ley desde las altas esferas del poder, todo en aras de arribar a una ilusoria paz. Tampoco el pragmatismo desarrollista, de inversión extranjera ciega y sorda a las penurias campesinas, resulta viable como faro y guía de la política agraria en tiempos de reconciliación. Menos aún la competitividad y la productividad deben orientar la educación superior en un pueblo necesitado no tanto de insertarse en la economía internacional, sino de reconstruirse en su tejido moral luego de siglos de ignominia y desprecio de la fragilidad humana.
El país necesita con urgencia una renovación de sus ideales y representaciones políticas; más humanismo y menos pragmatismo. Explicablemente la más influyente dirigencia ha identificado el desarrollo sólo con carreteras, puentes, edificios o ciudades con ríos canalizados. Aunque comprensible la premura en igualar bienestar con saneamiento básico e infraestructura para el comercio, no debería escapar al Gobierno que la estabilidad política depende finalmente de la cultura, del cultivo de la humanidad, del cuidado de lo que hace valiosa una existencia, para lo cual la literatura, el arte, la historia, la filosofía o la música son indispensables. La misma Nussbaum advierte, al igual que lo hiciera Carlos Gaviria Díaz en vida, sobre la principal función de la universidad: formar buenos ciudadanos. Y eso sólo es posible mediante el cultivo de la sensibilidad para cuidar de la fragilidad del bien.
Y es que el estrechamiento de los fines humanos es cada día mayor. Quizás el estrés, generado por el aumento de la población y la destrucción de los recursos naturales no renovables, empuja la carrera global por apropiar tierra y trabajo humano, poniéndolos a producir al máximo para acumular las ganancias que permitan defenderse en un mundo crecientemente hostil. Y en esta carrera enloquecida por asegurar a propios y amigos, ¿podremos todavía salvar la conciencia crítica y la capacidad de descentrarnos, de adoptar la posición del otro y de respetar la diferencia? La miopía en la dirección política del mundo se hace aún más manifiesta cuando a la sinrazón de un aparato económico depredador se enfrentan el fanatismo y el fundamentalismo suicida: un occidente obtuso engendrando a sus sepultureros. Junto a la efímera búsqueda de autosuficiencia y al intento de desterrar la contingencia de la vida humana, nos recuerda Nussbaum, siempre hubo en la filosofía griega igualmente “un vivido sentido de la especial belleza que atesora lo contingente y lo mudable, un amor al riesgo y a la vulnerabilidad de la humanidad empírica que se expresa en numerosos relatos sobre dioses enamorados de mortales”.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cuatro pasos adelante

Cuatro pasos adelante
Lucy Nieto de Samper
Lo cierto es que los homosexuales ya tienen puesto en esta sociedad del siglo XXI y que la Corte Constitucional está cumpliendo con la obligación de defender asuntos que parecían indefendibles.
Para estar en sintonía con los cambios que se han dado en esta sociedad, la Corte Constitucional ha dictado fallos que en un país como Colombia se pueden considerar revolucionarios. Porque, comenzando por el procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez, la costumbre ha sido atropellar, por razones religiosas, o machistas, derechos humanos que la Carta Constitucional les garantiza a todos los ciudadanos en un Estado social de derecho.

En defensa de esos derechos, y luego de largos debates, la Corte Constitucional ha logrado dictar estos fallos favorables: 1) Al derecho a morir dignamente. 2) Al derecho a abortar en tres circunstancias: peligro de muerte de la madre, malformación del feto y violación. 3) Al matrimonio entre homosexuales y 4) A la adopción por parejas de homosexuales.

En cuanto al derecho a morir dignamente, se debe reconocer que, gracias a la inmensa tarea de la Fundación DMD, creada por Beatriz Kopp de Gómez hace 35 años, ese derecho se abrió camino. Y en 1997 el magistrado Carlos Gaviria (q. e. p. d.) dictó la sentencia 239, que dice: “El Estado no puede oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir viviendo”. Amparados en esa sentencia, han pasado a mejor vida por su propia voluntad personas que padecían enfermedades incurables, con dolores insoportables. Un ejemplo reciente es la muerte del padre de Matador, caricaturista de EL TIEMPO.

Ahora se habla de un proyecto para despenalizar el aborto, sin importar las circunstancias. Las reacciones en contra se han multiplicado, pues, por más liberal que uno sea, impresiona tanta liberalidad. No obstante, la decisión de quienes quieren abortar debe respetarse. Es una decisión difícil, muchas veces desgarradora, y quienes la toman lo hacen por razones que solo a ellas les competen. Pero se pueden evitar o reducir los embarazos indeseados, que terminan en abortos clandestinos y en la muerte de miles de mujeres por prácticas atrozmente atendidas, si se instruye a niñas y a jóvenes sobre su sexualidad y cómo manejarla, y sobre control natal o paternidad responsable.

Esa tarea fundamental, descuidada por mucho padre de familia y desatendida por todos los gobiernos, la atiende a nivel particular Profamilia, entidad fundada en 1967 por el reconocido ginecólogo Fernando Tamayo, quien dio ejemplo mundial sobre cómo se deben atender las necesidades y los problemas de las mujeres en asuntos de salud sexual y reproductiva. Tal vez ahora una campaña nacional sobre estos temas y sobre paternidad responsable podría ayudar a reducir la ola de embarazos adolescentes, fruto de costumbres más libres.

Pasando a otro tema, hace años los homosexuales no habían salido del clóset. Estos y las lesbianas se contaban en los dedos de una mano. Poco a poco se fueron destapando y poco a poco ganaron terreno. Hoy son comunidades abiertas que luchan por sus derechos y porque la unión entre dos hombres, o dos mujeres, se considere matrimonio. Quieren formar una familia, con derecho a adoptar el hijo de uno de los dos, si es el caso, o niños sin hogar, como los que vemos a diario en TV, en cuñas de Bienestar Familiar. Por eso, la Corte Constitucional, tras fallar a favor de la unión entre parejas homosexuales, pensando en el derecho de los niños, le dio paso a la adopción. Pues investigó y comprobó que la salud, el bienestar y el desarrollo de los niños adoptados por esas parejas no corren riesgo alguno.

Es necesario reconocer que faltan aspectos por legalizar y que no cesan las reacciones en contra. Pero lo cierto es que los homosexuales ya tienen puesto en esta sociedad del siglo XXI y que la Corte Constitucional está cumpliendo con la obligación de defender asuntos que parecían indefendibles.

            

viernes, 13 de noviembre de 2015

Violentólogos

Violentólogos

En 1987 el gobierno del presidente Barco contrató a un grupo de profesores de la Universidad Nacional para que hiciera un estudio sobre las causas de la violencia en Colombia.
Por: Mauricio García Villegas
A ese grupo, dirigido por Gonzalo Sánchez, se le conoce como el de los violentólogos y su informe fue publicado en un libro titulado Pasado y Presente de la Violencia en Colombia. Para los violentólogos, la violencia tenía causas objetivas, como la exclusión social y la falta de participación política. Estudios posteriores, sin embargo, sostuvieron que la violencia no estaba determinada por esas causas objetivas sino por la debilidad de las instituciones. Posteriormente otras investigaciones terciaron en el debate y mostraron que ambas causas, la exclusión social y debilidad institucional, determinaban la violencia.
Yo tiendo a estar de acuerdo con esta última explicación multi-causal. Más aún, tiendo a pensar que hay una tercera causa que también interviene y a la cual se le ha prestado poca atención. Me refiero a la cultura.
Los violentólogos se ocuparon sobre todo del conflicto armado y de la violencia organizada. Pero el hecho es que menos del 20% de las muertes en Colombia obedece a grupos organizados. Casi toda nuestra violencia se origina en la vida cotidiana de la gente: vecinos, amigos, compañeros de trabajo que se agreden físicamente; maridos que golpean a sus esposas; padres que maltratan a sus hijos; hombres que violan a mujeres, etc.
Esta violencia tiene mucho que ver con los altos niveles de desconfianza interpersonal que existen en el país. Esa desconfianza, a su turno, está relacionada con el tipo de valores, principios y creencias que predominan en la sociedad. Si, por ejemplo, se toma el mapa de la Encuesta Mundial de Valores (WWS por su sigla en inglés) y se relacionan sus datos con las tasas de homicidio, se observa cómo las sociedades más tradicionales son también las más violentas. Existe una correlación entre, por un lado, rechazar cosas como el divorcio, la homosexualidad y el suicidio; ser un fiel creyente y reverenciar la patria, la autoridad o el orden y, por el otro lado, pertenecer a una sociedad en donde la gente se mata más. (Al escribir estas líneas leo una investigación que acaba de ser publicada en The Economist, en donde se muestra que los hijos de los ateos son más altruistas y solidarios que los hijos de padres religiosos).
Ahora bien, no tener esos valores tradicionales tampoco garantiza la paz social. Algunas sociedades en donde la secularización es muy fuerte, como en los países excomunistas, la violencia subsiste. Lo que sí parece producir una sociedad no violenta, en donde la gente respeta a los demás y no se matan entre ellos, es un proceso de secularización acompañado de individualización democrática. Así las cosas, para aumentar la confianza interpersonal se requieren de una educación que inculque valores seculares de tolerancia, pluralismo, individualización y respeto. Eso es lo que consiguen los países que tienen una educación mayoritariamente pública, pluriclasista y de buena calidad. Pero claro, también es necesario, por supuesto, que todo esto esté acompañado de políticas públicas destinadas a contrarrestar las otras dos causas anotadas al principio de esta columna, es decir la debilidad institucional y la exclusión social.
Digo todo esto para concluir lo siguiente: ahora que estamos a punto de entrar en el posconflicto, necesitamos un nuevo tipo de violentólogos, menos interesados en las violencias organizadas y más atentas a la combinación de causas (económicas, institucionales y culturales) que sustentan la violencia cotidiana en Colombia.


miércoles, 28 de octubre de 2015

Sobre los jóvenes de hoy

Sobre los jóvenes de hoy
Reflexiones a partir de varios artículos
Alfredo Ramos Osorio
“En nuestras barriadas populares urbanas tenemos camadas enteras de jóvenes cuyas cabezas dan cabida a la magia y a la hechicería, a las culpas cristianas y a intolerancia piadosa, lo mismo que a utópicos sueños de igualdad y libertad, indiscutibles y legítimos, así como a sensaciones de vacío, ausencia de ideologías totalizadoras, fragmentación de la vida y tiranía de la imagen fugaz y el sonido musical como lenguaje único de fondo”.
Fernando Cruz Kronfly
“Nuestro pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y juventud, nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de nosotros no entiende lo que ésta significa. Los jóvenes de la nueva generación, en cambio, se asemejan a los miembros de la primera generación nacida en un país nuevo. Debemos aprender junto con los jóvenes la forma de dar los próximos pasos; Pero para proceder así, debemos reubicar el futuro. A juicio de los occidentales, el futuro está delante de nosotros. A juicio de muchos pueblos de Oceanía, el futuro reside atrás, no adelante. Para construir una cultura en la que el pasado sea útil y no coactivo, debemos ubicar el futuro entre nosotros, como algo que está aquí listo para que lo ayudemos y protejamos antes de que nazca, porque de lo contrario, será demasiado tarde”
Margaret Mead
"Es como si la sociedad entera hubiera tomado la decisión de autorizar a los niños a asistir a las guerras, a los entierros, a los juegos de seducción eróticos, a los interludios sexuales, a las intrigas criminales. La pequeña pantalla les expone a los temas y comportamientos que los adultos se esforzaron por ocultarles durante siglos”
J. Meyrowitz
Los jóvenes de hoy en día tienen una identidad arraigada y, por lo general, poco conocida para el resto de la sociedad, que no siempre entiende bien sus actitudes y pautas de comportamiento y a veces las enjuicia a través de prejuicios equívocos, en lugar de encuadrarlas en el contexto que rodea a la juventud actual. Lo más habitual para caracterizar a un sector social es tomar como común aquello que más repercusión mediática tiene, por lo que las imágenes iniciales proyectan fundamentalmente elementos negativos: consumo de alcohol, drogas, etc...
Para valorar los comportamientos de los jóvenes se suelen buscar elementos de referencia y comparación, retornando al momento en el que cada cual tuvo dicha edad, sin tener en cuenta que cada uno vive su juventud en un contexto socio-histórico diferente. Sería impensable comparar a los jóvenes que vivieron en los años sesenta con los jóvenes de hoy. Sus escalas de valores, sus preocupaciones, sus visiones de la sociedad o sus problemas no son iguales. Mientras un joven en el período de los años sesenta generalmente tenía un itinerario profesional u ocupacional definido que ofrecía ciertas seguridades, en la actualidad los jóvenes se encuentran en contextos en los que la incertidumbre y la precariedad son elementos comunes en el mercado laboral.
El mundo laboral se ha transformado, el empleo con contratos indefinidos y garantías laborales está desapareciendo, cunde la inseguridad y el aferramiento a lo que se encuentre.
Según los estudios disponibles, estamos ante una generación de jóvenes, donde se muestran dos tendencias opuestas, algunos con profundos valores democráticos, que entienden los partidos políticos como mecanismos de participación de la ciudadanía y que valoran su potencial personal de implicación. Una generación que en general se define como pacifista y solidaria, que se rebela contra el hambre y que rechaza los graves desequilibrios entre los países del Norte y del Sur. Pero hay otros, y son muchos, apáticos, con desidia, abúlicos, sin ningún tipo de vitalidad idealista que caracterizó a los jóvenes de anteriores generaciones. A estos jóvenes la emoción les desplaza la reflexión. Sin explicación evidente. Su gregarismo es casi que epidérmico, sin profundidad ni compromiso, encuentros de esquina, de “parche” como lo llaman, de contacto veloz a través de Facebook, o microfrases en Twitter. Aparecen y desaparecen, nómadas en sus afectos e intereses, exploran pero no se enganchan. La música es el único idioma que conecta con pasión. De ahí la dificultad para robar su atención en el aula de clase, en el escenario laboral, en el terreno de la política o de cualquier propósito colectivo. Indudable, eso sí, su fuerza creativa cuando encuentra espacio para que aflore desbocada. Hedonistas, navegan o se pierden en una sociedad que no los contiene y por el contrario los lanza a un individualismo solitario susceptible de naufragios y frustraciones. En este segundo grupo de jóvenes que se describen prima la individualidad sobre la construcción social, el consumo por encima de cualquier valor, que no genera seguridad ni proyecta sentido de futuro; que no despierta ilusiones ni provoca sueños y anestesia con su consumismo desbocado e inevitable.
Pero, al mismo tiempo, los jóvenes suelen ser muy críticos con los sindicatos, dejándose llevar por los medios de comunicación, y con los partidos políticos, aun siendo conscientes de su papel fundamental en un Estado democrático. Esta paradoja plantea la necesidad de considerar los cambios que se deben acometer para mejorar la percepción que de estas instituciones pueden tener unos jóvenes que en principio parecen dispuestos a involucrarse más activamente. Cambios que deben propiciar un mayor acercamiento de los jóvenes a la política, ya que no son muchos los que lo hacen ahora y parte de los que lo hacen suelen dar por concluida su implicación política muy rápidamente, generalmente por desacuerdos, desencantos o problemas de adaptación con el funcionamiento actual de los partidos políticos.
Los jóvenes de hoy se enfrentan a un contexto social caracterizado por diversas incertidumbres, donde sus perspectivas no se circunscriben a tener una trayectoria ascendente en una empresa a lo largo de su vida laboral. Casi con toda probabilidad tendrán que entrar y salir del mercado de trabajo ocasionalmente y reciclarse para mejorar su perfil de empleabilidad. También deben afrontar un serio problema que limita sus posibilidades de emancipación, las dificultades de acceder a una vivienda debido a las dificultades que existen hoy para el ahorro y por loa altos costos de la vivienda actual y las altas tasa de interés de los créditos.
Esta situación ha llevado a muchos jóvenes a alterar sus parámetros de comportamiento, generando algunos conflictos específicos, sobre todo cuando se hacen presentes en los espacios públicos. En la era de los Derechos Humanos, no podemos olvidar que algunos jóvenes suelen ser pragmáticos y se adaptan y aprovechan aquello que la sociedad proporciona. Eso sí, muestran una mayor sensibilidad con el medio ambiente, están más comprometidos con el entorno que les rodea y defienden la ampliación de derechos y la superación de las discriminaciones. Pero otros, desconfían de lasinstituciones y afirman su independencia. Se muestran indiferentes a las cuestiones de la vidacolectiva y prefieren retirarse a su vida privada. Es una actitud que lleva a la soledad y a la insolidaridad. Se destacan por su falta de utopía, de esperanza en conseguir un futuro mejor que el presente. Las personas no creen en la posibilidad de cambio y transformación, prefieren sacar el máximo provecho del presente, vivir al día y pasarlo bien. Pero sobre todo desechan las normas yvalores para entregarse al disfrute de lo inmediato siguiendo los impulsos y las pasiones. En esta época no manda la razón sino el sentimiento. La vida se reduce al "aquí" y "ahora", y sólo se valora el presente, la vida de cada día. El futuro se presenta sombrío y escapa a las posibilidades del momento. En consecuencia, hay "una demanda urgente" de placer, y una falta de motivación para asumir compromisos a largo plazo.
La importancia de la estética externa, la valoración extrema del mundo de las cosas de moda, la cultura de la apariencia, y la ruptura con el pasado son cuestiones elementales para los jóvenes postmodernos.
La influencia de los medios
La rapidez y dramatismo con que los medios de comunicación masivos se han ido incorporando en nuestra realidad, no nos dio tiempo para adaptarnos a su ritmo. Ante estos se nos es difícil tomar una actitud serena ante los hechos sociales que evaden nuestra vida cotidiana, nos aferramos a un mundo estático e ignoramos superficialmente el pasado.
En las sociedades actuales es cada vez mayor la importancia de los medios masivos y en particular de la televisión. Esta influye sobre la forma de actuar o de pensar de las personas, logra modificar la forma en que los hombres conocen y comprenden la realidad que los rodea. Sería una acción absurda el no creer en absoluto en la realidad que nos presentan los medios tan simple y tan sencillo porque no podemos estar en la escena de la noticia, o del suceso personalmente. Es de allí que nace la oportunidad de recibir a través de los medios, "medias verdades". Y con medias verdades quiero referir a que todos los medios tienen, directa o indirectamente, secreta o abiertamente, una tendencia a favorecer y defender una posición ya sea política, filosófica u institucional. Esta es una característica del joven posmoderno, que tiende a aferrarse a valores transitorios, débiles y superficiales.
Es tanta la influencia e importancia que tienen los medios en los jóvenes que en cierta forma pudiera darse una cierta tendencia a imitar los modelos presentados por TV y esto constituiría de alguna manera una limitación de nuestra libertad. Para tener una idea más clara sobre la repercusión de los mensajes que los medios de comunicación tienen hacía con los jóvenes contemporáneos me referiré a Juan Ignacio Pontón quien afirma que los medios modernos han debilitado en los jóvenes la capacidad de asombro. Asevera que la propaganda moderna no se dirige a la razón, sino a la emoción como todas las formas de sugestión hipnótica, procura influir emocionalmente sobre los sujetos, para someterlos luego también desde el punto de vista intelectual.
Esta forma de propaganda influye sobre el cliente acudiendo a toda clase de medios: la incesante repetición de la misma fórmula; el influjo de la imagen de alguna persona de prestigio, por medio del sex-appel de alguna muchacha bonita, debilitando al propio tiempo su capacidad de crítica, mediante el terror, señalando el peligro del "mal aliento", o de alguna enfermedad de nombre misterioso, o bien estimulando su fantasía acerca de un cambio imprevisto en el curso de su propia vida debido al uso de un determinado tipo de camisa o jabón. Todos estos métodos son esencialmente irracionales, no tienen nada que ver con la calidad de la mercadería y debilitan o matan la capacidad crítica del cliente, como podría hacerlo el opio o en estado hipnótico absoluto.
Las redes comunicacionales
Ante nuestro desconcierto vemos emerger una generación formada por sujetos dotados de una “plasticidad neuronal” y elasticidad cultural que, aunque se asemeja a una falta de forma, es más bien apertura a muy diversas formas, facilidad de adaptación a los más diversos contextos y una enorme facilidad para los “idiomas” del vídeo y del computador, esto es para entrar y manejarse en la complejidad de las redes informáticas. Los jóvenes articulan hoy las sensibilidades del pasado a las futuristas, en efímeras tribus o en las comunidades virtuales, cibernéticas. Y frente a las culturas letradas - ligadas estructuralmente al territorio y a la lengua- las culturas audiovisuales y musicales rebasan esos límites congregándose en comunas que responden a nuevas maneras de sentir y expresar la identidad, incluida la nacional. Estamos ante identidades de menos duración y más flexibles, de temporalidades menos largas y dotadas de una flexibilidad que les permite amalgamar ingredientes provenientes de mundos culturales distantes y heterogéneos.
La escuela ha dejado de ser el único lugar de legitimación del saber, pues hay una multiplicidad de saberes que circulan por otros canales y no le piden permiso a la escuela para expandirse socialmente. Esta diversificación y difusión del saber, por fuera de la escuela, es uno de los retos más fuertes que el mundo de la comunicación le plantea al sistema educativo. Frente al maestro que sabe recitar muy bien su lección hoy se sienta un alumno que por ósmosis con el medio-ambiente comunicativo se halla “empapado” de otros lenguajes, saberes y escrituras que circulan por la sociedad.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Clientelismo, corrupción y mafías

Corrupción, clientelismo y mafias
por Libardo Sarmiento Anzola

 De acuerdo con el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo - CLAD- la corrupción constituye un grave problema y una significativa amenaza para la estabilidad y seguridad de las sociedades, en la medida en que socava las instituciones y los valores de la democracia, la ética y la justicia y compromete seriamente el desarrollo sostenible y el imperio de la ley, además de erosionar la moral de las sociedades y distorsionar las economías y la asignación de recursos para el desarrollo.
En el caso colombiano, esta patología3 presenta elementos similares a la situación italiana. Los fenómenos de clientelismo, corrupción, criminalidad organizada y negocios privados, si bien se trata de cuestiones diferentes, se encuentran relacionados y tienen un alcance sistémico, complejo, dinámico y evolutivo. Dinero, poder y violencia fluyen rítmicamente por todos los circuitos.

Hacia un Estado y una economía mafiosas

El estudio adelantado por Caciagli, sobresaliente representante de la academia politológica italiana, nos aporta elementos para la comprensión de la situación colombiana4. Según Caciagli, la corrupción ha resultado ser otra relación de intercambio como el clientelismo y ambas representan una «privatización» de la política claramente contraria a los principios y a las reglas de la democracia. El politólogo italiano recuerda que mientras el vínculo del clientelismo es vertical (patrono/cliente en posición jerárquica), el de la corrupción es horizontal ya que la relación entre corruptos y corruptores es igualitaria; en el primero predomina el poder y en el segundo el dinero. De otra parte, el crimen organizado tiene una dimensión política por los vínculos entre las mafias y determinados partidos e instituciones públicas. Las mafias controlan un submundo social semi-periférico apreciable y, por tanto, tienen influencia política (votos, cargos, finanzas). Por tanto, mientras la mafia ofrezca trabajo, distribuya dineros y proporcione carreras será imbatible, a menos que el estado sea más eficaz en esos ámbitos y no tolere ser suplantado. Además, la represión policial y judicial ha revelado ser notoriamente insuficiente, tanto por las «infiltraciones» mafiosas en el aparato del Estado como por la notable base social «cómplice» de cosa nostra dada la persistencia de una cultura popular que desconfía de los poderes públicos. Por tanto, ni una parte del Estado ni otra de la sociedad están a la altura de las circunstancias, de ahí que el combate estrictamente penal contra la criminalidad organizada fracase de modo reiterado.
Caciagli señala con acierto que entre la criminalidad, el clientelismo y la corrupción existen intricadas y complejas relaciones, de ahí que acaben confluyendo conjuntamente en el vaciamiento de la democracia. El clientelismo y la criminalidad pertenecen a una cultura política alternativa a la democrática («manera de ser»), mientras que la corrupción es un medio («manera de actuar»); dicho de otro modo, los dos primeros fenómenos son fisiología (afectan al funcionamiento del sistema), mientras que la corrupción es una patología (una «enfermedad»). Concluye el investigador italiano afirmando que sólo profundos cambios estructurales en las bases económico- sociales, culturales, políticas y subjetivas de la sociedad podrían reducir de modo significativo la terrible influencia condicionante y recíproca entre mafias, corruptos y clientelistas.
Para el caso colombiano, Gabriel Misas asimila la corrupción a un triángulo de hierro conformado por la alta administración pública, las empresas electorales y una parte del mundo de los negocios.
"Triángulo de hierro en cuyos vértices están los administradores de la cosa pública, políticos y empresarios que se coaligan para llevar a cabo negocios que les permitan a los últimos obtener contratos, eliminar la competencia, reducir costos, tener tratamientos favorables en materia tributaria y recibir subsidios a través de leyes diseñadas para tal efecto; a cambio de lo cual los primeros reciben sobornos y a los segundos se les financia las campañas políticas"5. En la concentración de tierras y en la acumulación de capital se han utilizado a lo largo de la historia colombiana prácticas fraudolentas y la violencia, concluyendo con el maridaje entre los poderes político y económico, la captura del Estado por parte de las elites y la exclusión de tres cuartas partes de la población de los beneficios del desarrollo.
De igual manera, Rensslaer W. Lee y Francisco Thoumi lograron demostrar en detalle el estrecho vínculo entre las organizaciones criminales, el régimen político y la economía legal en Colombia. Afirman que en situaciones de recesión económica, los empresarios locales han apelado a la industria de las drogas ilícitas para obtener inyecciones de capital, inclusive algunos de ellos se volvieron narcotraficantes6. Esta relaciones corruptas se ven beneficiadas por el amparo y protección de la clase política y la tecnocracia de alto nivel del Estado.
Todo ello ha conducido a definir la actual fase del capitalismo colombiano como mafioso. De acuerdo con los resultados preliminares de la investigación "Caracterización de la elite intelectual de las reformas estructurales en Colombia"7, al finalizar la década de 1980 las transformaciones capitalistas habían producido un cambio en el balance de poder en Colombia. La formación capitalista se orienta hacia un capitalismo más especulativo que consolida, igualmente, estructuras mafiosas. La prosperidad capitalista tiene como uno de sus soportes la incorporación de capitales del narcotráfico a los circuitos legales de la acumulación; es indiscutible la alianza con el latifundio, sectores del capital industrial, construcción, hotelería, turismo y de los mismos sectores financiero y comercio de importación.
Es notorio, agrega Jairo Estrada, director del estudio, el surgimiento de nuevos «polos regionales de acumulación» basados en los capitales del narcotráfico. Las estructuras mafiosas han permeado igualmente las instituciones del Estado (todos los poderes públicos), incluidas las fuerzas armadas, los partidos políticos y la iglesia. En consecuencia, la producción política de reformas para la desregulación económica y financiera para alentar el mercado de capitales, como base del crecimiento y el desarrollo, según los presupuestos neoclásicos, fue al mismo tiempo un factor decisivo para la consolidación de las estructuras mafiosas del capitalismo colombiano y, en ese sentido, se constituye igualmente en factor explicativo de las configuraciones actuales del régimen político.

Reforma del Estado y participación ciudadana

El afianzamiento de la democracia y la ineficacia de la estrategia en procura de una buena administración pública (relacionada principalmente con la ley, una supervisión cerrada y una auditoría acertada) vienen conduciendo a los países a encarar nuevos procesos de reforma a la gestión estatal. Los cambios que comienzan a producirse en la década de 1980 se orientan en dirección de la descentralización y la adopción de nuevos mecanismos de responsabilidad como la gestión por objetivos, la competencia administrada y un mayor control social. Para los países latinoamericanos el desafío es doble: la democratización de la burocracia obliga a concebir la reforma administrativa como una reforma política en la cual la ciudadanía actúe como un actor político clave. En consecuencia, la pregunta ha resolver es la siguiente ¿Cómo lograr el control de la sociedad civil sobre el servicio público?8.
La respuesta lleva implícita la necesidad de fortalecer la sociedad y recuperar la noción de lo público, lo que implica la reforma institucional y la democratización de la sociedad política y de la administración pública. La participación ciudadana se constituye en la estrategia fundamental para propender a transmutar las asimetrías en la representación e intermediación política a través de formas de representación social que no impliquen la delegación de mandatos y soberanía y que puedan, a su vez, contribuir a la presión por la democratización de los mecanismos tradicionales a través de los cuales la esfera pública-social puede operar como una instancia de crítica y control sobre el aparato del Estado. En consecuencia, la representación y la participación social adquieren una importancia central en la reforma administrativa y la superación del patrón corporativo y los enfoques mercantilistas actualmente dominantes9.
Pero este fortalecimiento de la esferas pública y la democracia implica vencer las resistencias que oponen las mafias, los clientelistas, los corruptos y los tecnócratas a la participación ciudadana. La oferta participativa en Colombia, además de ser restrictiva y atomizada, tiene un claro perfil: a la población se le asignan principalmente funciones de iniciativa y fiscalización y en menor medida de consulta, concertación, decisión y gestión. Por ello, las instancias oficiales que promueven el control ciudadano contra la corrupción son limitadas y reducidas a la casuística individual de poca monta frente a los alcances, complejidad y sofisticación del problema en Colombia: atención de denuncias sobre malversación de los recursos del Estado, auditorias articuladas con organizaciones de la sociedad civil, organización de comités de vigilancia ciudadana, audiencias públicas y foros deliberativos.
La falta de voluntad de las instancias oficiales para impulsar la participación ciudadana y democratizar la esfera pública queda al descubierto al observar que después de diez años de creada la «Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha Contra la Corrupción», en el marco de la Ley 190 de 1995 o Estatuto Anticorrupción, ésta no ha sido implementada. Su materialización, por lo menos, sería un inicio del control social más formal a la vez que el gobierno demostraría su interés real en que los ciudadanos participen en el control a la gestión pública. Queda una pregunta, ¿está la sociedad y el Estado a la altura para enfrentar este contubernio entre mafias, clientelistas, corruptos, empresarios y élites que han capturado al Estado?



viernes, 7 de agosto de 2015

Programa de ética y valores

ÉTICA Y VALORES
Alfredo Ramos Osorio

La formación ética constituye actualmente una de las preocupaciones de las comunidades académicas orientadas a la formación multicultural, en la era de la globalización en donde las sociedades y los individuos asisten a grandes transformaciones y cambios, y esto hace necesario que los estudiantes posean elementos para comprender y ubicarse críticamente en ese nuevo contexto, para entender su identidad cultural y la de otras culturas que le son ajenas, teniendo siempre una posición reflexiva que le permita construir su propio horizonte de vida.
Por eso es necesario que el estudiante entienda elementos teóricos y vivenciales para valorar, bajo los criterios de la dignidad humana contemporáneos, las diferentes circunstancias a las que se enfrenta, y lograr un reconocimiento de si mismo y de los demás
Objetivos
1.       Desarrollar procesos de autonomía en los estudiantes, a través de la reflexión, la argumentación y el análisis de situaciones polémicas, en torno a la discusión sobre los valores, los principios éticos y el análisis de los derechos humanos de la contemporaneidad.
2.       Impulsar actividades que les permitan a los jóvenes la toma de conciencia de sus motivaciones en relación con la actividad académica, con su vida social, con su futuro trabajo, y la conciencia también, a lo que es una vida buena y deseable, de darle elementos de análisis que le permitan la construcción de sus proyectos vitales.
Metodología
Inicialmente, a través de lecturas y del análisis respectivo, se pretende acercar a los estudiantes al manejo de los principales conceptos de la disciplina: valores, moral, ética, cultura, derechos, dignidad, identidad, autonomía, política, etc.
Luego se aplicará la metodología del proyecto de aula a través de preguntas generadoras y  de estudios de caso, para ello se utilizará los planes de búsqueda a través de Internet, con guías muy dirigidas y precisas. Posteriormente se socializará el resultado de la consulta y se debatirán las situaciones más problemáticas
Unidades temáticas
1.       La especificidad de lo ético. Diferencia entre ética y moral.
2.       Reflexiones en torno a los conceptos filosóficos de la ética contemporánea.
3.       Los derechos humanos y la dignidad.
4.       El derecho internacional.
5.       La cultura y su incidencia en los procesos de socialización. Culturas y sus diferencias
6.       Problemáticas contemporáneas y el análisis ético: lo público y lo privado, la globalización, moda y consumo, desarrollo sostenible y contaminación, exclusión y pobreza, violencia, conflictos sociales, los grupos minoritarios y sus derechos, etc.
7.       La empresa moderna y la ética

Bibliografía
Savater, Fernando. Ética para Amador. Ariel
Savater, Fernando. Política para Amador. Ariel
Piaget. Jean. El desarrollo moral del adolescente en dos tipos de sociedades: la sociedad primitiva y la sociedad moderna. Paidos.
Zuleta, Estanislao. Democracia y participación. Revista Foro.
Delors, Jacques. Educación cívica y Prácticas ciudadanas. Correo de la UNESCO




¿Qué es la ética?

Ética... ¿eso qué es?
Aproximación elemental.
El bien, lo que es bueno para una persona, puede tomar diversas formas: es bueno, o sea agradable, comerse una fruta; es bueno, o sea generoso, obsequiar a otro algo propio; es bueno, o sea justo, pagar lo que corresponde a quien ha hecho un trabajo; es bueno, o sea responsable, cuidar los árboles que preservan el agua y el aire. No es obligatorio hacer lo primero y lo segundo, mientras que sí lo es hacer lo tercero y lo cuarto. Hay un imperativo íntimo que me dice que las cosas valen, que el trabajo vale y que ese valor no se puede desconocer, ni se puede apropiar sin compensación proporcional. Hay un imperativo íntimo que me dicta que es preciso - deber cívico o social- cuidar lo que es de todos y a todos beneficia.
Ahí precisamente está la ética: en discernir valores y en actuar en consecuencia. La ética es la escala de valores de una persona, es ese ordenamiento interior de criterios y preferencias que permite distinguir lo que es bueno y lo que es malo, a lo que estoy obligado y a lo que no lo estoy.
Pero la ética no es una tabla fría de principios, normas o mandamientos. La ética de una persona está constituida por sus resortes morales, es decir, por aquello que la mueve a actuar, porque al hacerlo está procurando un bien o evitando un mal para sí o para otros. La ética es algo propio de cada uno, pero al mismo tiempo forma parte de la cultura general de un colectivo o sociedad. Cada persona o individuo comparte, o es portador de los elementos éticos propios de su grupo, comunidad, o cualquier otro conjunto mayor, pero cada uno es libre de actuar asumiendo o desprendiéndose de los grandes referentes orientadores que le ha transmitido su sociedad a través de la familia, la escuela, la iglesia o la comunicación. La ética es una construcción humana, cultural e histórica.
Los seres humanos no están determinados a actuar de una manera inmodificable -no por leyes físicas como los cuerpos inertes, no por leyes biológicas como las plantas, no sólo por leyes instintivas como los animales-. En un contexto dado ellos son libres de escoger la forma de actuar según su criterio del bien y el mal. Cuando una persona actúa como tal, esto es, cuando su acto es realmente humano, se constituye en un acto responsable porque con él está haciendo el bien o evitando el mal que debe. Por eso, la ética es ante todo responsabilidad consigo mismo y con los demás. El discernimiento, la palabra, la libertad, la responsabilidad, la conciencia son capacidades inseparables que distinguen al hombre de todos los demás seres y lo hacen ético.
Se aceptan en general como principios éticos o axiomas de una ética básica, entre otros, los siguientes:
  • Reconozco plenamente mi dignidad y la de todas las personas.
  • Mis derechos llegan hasta donde comienzan los derechos de los demás.
  • Yo debo hacer o procurar a los demás lo que considero bueno para mí mismo.
  • Una persona o grupo no puede apropiarse o disponer en forma arbitraria del conjunto de bienes que pertenecen a todos.
  • El primer bien que merece el respeto pleno de todos, es la vida.
  • Los recursos de la naturaleza pertenecen no sólo a las generaciones actuales sino a las futuras.
  • Ante la presencia de dos males, se evitan los dos si posible; si no, se opta por el mal menor.
Relación entre ética y política
Según la premisa que se acaba de exponer, es obvio que la ética tiene que ver estrecha y directamente con la política. Hagamos una referencia explícita al segundo de dichos elementos: la política. Esta, que surge en el campo plural de las personas, las comunidades y los pueblos, es la actividad mediante la cual se toman decisiones libres sobre asuntos, problemas y proyectos comunes entre sujetos diferentes, individuales o colectivos.
  • La política constituye un campo específico de responsabilidad consigo mismo y con los demás: el campo del poder público.
  • La política implica asumir responsabilidad en relación con derechos, intereses y proyectos comunes.
  • La política no podría orientarse con sentido humano si no obedece a una escala de valores concientemente construida.
  • La política en cuanto ejercicio del poder público tiene su primera responsabilidad en el respeto y cumplimiento de la Constitución y la ley.
Relación entre ética y ley
La ética es más amplia que la ley. En una sociedad no hay una sino múltiples éticas, de diverso origen e inspiración. Entre las múltiples éticas y la ley median acuerdos y consensos. La ley misma es fruto de la deliberación y el acuerdo en el seno de una sociedad plural. El acuerdo fundacional, o acuerdo sobre lo fundamental, se expresa en una ley básica o Constitución.
La ciudadanía tiene potestad para plantear exigencias a los gobernantes tanto en el campo de la ética como en el de la ley. La ciudadanía no sólo constituye el poder público sino que lo controla, no sólo elige gobiernos y autoridades sino que participa cotidianamente en el gobierno. Una nueva ética de lo público renueva la representación e inspira prácticas innovadoras en el ejercicio de la democracia participativa, la democracia deliberativa y la democracia directa.
El ejercicio de la política es el campo en el que surgen y maduran los actores o sujetos políticos que en el plano individual son los ciudadanos, y a nivel colectivo las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales y los partidos políticos. Los sujetos políticos, individuales y colectivos son sujetos éticos si sus decisiones se toman según escalas de valores concientemente asumidas o construidas en un determinado tiempo y lugar. Afortunada y feliz la sociedad que  determina una escala de valores y se esfuerza en ser coherente con ella.    
Más allá de la transparencia
En el cruce entre ética, ley y política hay varios referentes que son ya de aceptación general y constituyen pistas seguras de orientación para los actores o sujetos políticos: 
  • La ética en sí misma no es un proyecto político, pero sí es una condición básica de toda política.
  • Los ciudadanos pueden hacer todo lo que la ley no prohíbe, los gobernantes sólo pueden hacer lo que la ley les permite.
  • Los ciudadanos crean las instituciones para el servicio de los ciudadanos mismos. En una democracia ellos no están en ningún caso al servicio de las instituciones, mandatarios o funcionarios. Si así no fuera habría siervos y no ciudadanos.
  • Quienes ejercen autoridad y poder institucionales, que es una facultad en función del interés común, público o colectivo, tienen el deber moral de cumplir las funciones para las cuales han sido elegidos o nombrados


martes, 4 de agosto de 2015

Programa Cultura y sociedad

Programa de Cultura y sociedad
Alfredo Ramos Osorio

Introducción
Los estudiantes  de los programas tecnológicos requieren entender cómo la cultura impacta las relaciones de convivencia, los procesos económicos, las instituciones políticas y las formas de poder actual.   Por ejemplo los estudiantes de mercadeo deben comprender  cuál es el impacto de la globalización para el mundo empresarial, tanto en sus aspectos negativos como en las escasas posibilidades que ofrece el contexto internacional para los países en vía de desarrollo. Entender  cómo están enfrentando las empresas y los Estados las condiciones de competencia de este mundo cada día más sin fronteras. Además es necesario que los alumnos entiendan qué está pasando en su país, el mundo del empleo, las tendencias culturales, las dinámicas del desarrollo que propone la dirigencia política y la empresarial.

Propuesta
Objetivos
1.      Analizar cómo la cultura de los pueblos afecta las relaciones económicas, sociales y políticas.
2.      Analizar las nuevas dinámicas de la globalización contemporánea y su impacto en las economías de los países en vía de desarrollo.
3.      Reflexionar sobre las problemáticas derivadas de las nuevas dinámicas del mundo post- industrial.
Temáticas
1.      Conceptos: cultura y sociedad.

2.      Características de la cultura colombiana y los procesos históricos que la explican.
·        La violencia
·        La cultura del atajo
·        El individualismo
·        Exclusión y resentimiento.

3.      La globalización
·        Concepto
·        Características.

4.      Colombia en la era global
·        Modernidad y modernización en Colombia.
·        Del modelo de sustitución de importaciones a la apertura económica.
·        Problemáticas sociales colombianas: pobreza y desigualdad.
·        Problemáticas económicas: escasa dinámica económica de la sociedad colombiana. El impacto de la tecnología en los procesos económicos. El predominio de la economía minera.
·        Problemáticas políticas: la democracia formal y el conflicto armado.
·        Problemáticas sociales: el narcotráfico y la violencia.
·        La educación colombiana y la era global

5.      El mundo de los jóvenes
·        Culturas dominantes
·        Problemáticas juveniles: el empleo flexible, el consumismo, el hedonismo y el individualismo.

6.      La cultura organizacional
·        Concepto
·        Importancia de la cultura organizacional
·        Análisis de la aplicación de la cultura organizacional en las empresas.

Metodologías
Los estudiantes contarán con un material de lectura que  se entregará previamente y que mediante la entrega de protocolos, mesas redondas y debates permitirá contrastar posiciones y de esta manera garantizar que los estudiantes puedan superar la mera opinión y construir algunos elementos de argumentación en el análisis de las problemáticas contemporáneas.

Actividades de evaluación
1.      Talleres escritos
2.      Debates en las clases
3.      Protocolos
4.      Evaluaciones escritas.
5.      Elaboración de artículos.

Bibliografía
1.      Colombia, país fragmentado sociedad dividida. Su historia. Marco Palacios y Frank Safford. Tomado de: www.bdigital.unal.edu.co/14293/1/3-8177-PB.pdf
2.      Algunas consideraciones globales sobre "Modernidad" y "Modernización" en el caso colombiano. Publicado en: Análisis político (Bogotá). -- no. 10 (May./Ago. 1990). -- p. 23-35. y también en: Colombia: el despertar de la modernidad. Bogotá: Foro Nacional por Colombia, 1991. Se puede leer en: http://www.jorgeorlandomelo.com/modernidad.htm.
3.      Artículos de Mauricio García Villegas. Tomados de “El Espectador”.
5.      Colombia en el siglo XX: cien años de cambio... Tomado de: http://www.jorgeorlandomelo.com/colombiacambia.htm
6.      No hubo tiempo para la tristeza. Centro de la Memoria histórica. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=das2Pipwp2w.