viernes, 16 de julio de 2010

Fundamentalismos

Fundamentalismos
Por: José Fernando Isaza
AMOS OZ, ESCRITOR ISRAELÍ, PROpugna por una solución negociada entre palestinos y judíos reconociendo los derechos ancestrales de ambos pueblos sobre el territorio.
Por supuesto, no es muy apreciado entre los fundamentalistas sionistas ni entre los que no reconocen el derecho de existir al Estado de Israel. En uno de sus ensayos, Contra el Fundamentalismo, señala una característica de los fanáticos: no se ríen. Esto puede explicar por qué fue posible un acuerdo de paz con el M-19: su fundador, Báteman, tenía sentido del humor, del cual carecen el Mono Jojoy o Alfonso Cano y esta es una de las dificultades de llegar a un acuerdo negociado con las Farc.
Los fundamentalistas religiosos, políticos, étnicos y regionales le han hecho un profundo mal a la humanidad. Buena parte de las guerras y los genocidios se han dado para eliminar a quienes no comparten la misma idea de un Dios o no pertenecen a la misma etnia o difieren del concepto del Estado. Aun hoy la religión es motivo de enfrentamientos y guerras, no sólo entre sionistas y fundamentalistas islámicos. El conflicto entre el Ira y el Reino Unido, por ejemplo, tuvo un trasfondo religioso entre católicos y protestantes.
En épocas recientes, en Colombia el fundamentalismo de Estado se expresa en expresiones como “Quien no apoye la política del gobierno es un guerrillero o un terrorista”; esto sirvió de excusa para que los organismos de seguridad e información del Estado violaran la privacidad de los magistrados de la Corte, de los opositores y de periodistas no afectos al Ejecutivo.
Otros fundamentalismos se han desarrollado en períodos recientes y uno de ellos es el ecológico. Es claro que la preservación del medio ambiente es una necesidad para garantizar el bienestar de los habitantes y también para que las futuras generaciones dispongan de un planeta habitable. Pero los fundamentalistas ecológicos manifiestan que la sola existencia del hombre es causa del deterioro ambiental. Comparan la humanidad con una plaga que hay que exterminar para garantizar el futuro de los ecosistemas. Olvidan que en ocasiones la tecnología ayuda a mejorar el ambiente y la calidad de vida. Pregonan que sólo volviendo a la era de las cavernas podría la humanidad tener derecho a existir.
Una nueva doctrina fanática está recorriendo la faz de la tierra, es el fundamentalismo alimenticio. Hasta ahora no ha desencadenado guerras ni desplazamientos masivos, pero sí ha logrado amargar la vida de miles de millones de personas. El dogma más arraigado puede enunciarse así: “Todo lo que sea agradable al olfato y gusto debe ser prohibido, pues es dañino para la salud”. Para la propagación de esta pesimista doctrina se ha contado con el apoyo de una parte del cuerpo médico. En la próxima columna voy a desarrollar ideas contra esta ideología.
Algunos médicos consideran un deber prohibir el consumo del café. En épocas pasadas esto se debía a motivos políticos. Las cafeterías eran sitios de reunión de opositores y conspiradores. Hoy le atribuyen ser el causante de miles de enfermedades, entre las cuales las agrieras y los fibromas son las más usuales. Se olvida que la cafeína es un buen regulador del ritmo cardíaco, que puede proteger contra el Alzheimer y es catalizador de la creatividad literaria y matemática. Como bien lo define Paul Erdös: “Un matemático es un objeto que transforma cafeína en teoremas”. Por supuesto, para lograr estos beneficios el café debe ser excitante, amargo y negro, como la mujer, la vida y la noche.
*Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano.

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