La economía como reflejo de las relaciones humanas
Una mejora económica verdadera y duradera depende
del cambio en las relaciones humanas.
La crisis económica global está desafiando el
paradigma económico.
De acuerdo a la economía clásica, las personas
aspiran a maximizar sus ganancias por motivos egoístas. El filósofo británico
del siglo 17, Thomas Hobbes, lo expone de esta manera: “Se presume que,
naturalmente, cada hombre busca lo que es bueno para sí mismo, y lo que es
justo, sólo por la paz, y accidentalmente.”[1] Esa mirada, la cuál todavía
prevalece, afirma que el comportamiento social es meramente un resultado del
interés, y que nuestros ancestros hicieron tratados sociales sólo por los
beneficios a los que aspiraban, y no por haberse inclinado a acompañarse
mutuamente.
En la última década, ha emergido una nueva escuela,
conocida como la “economía del comportamiento”. Esta nueva escuela se enfoca en
el comportamiento humano práctico, en lugar de mercados de fuerzas abstractos,
y contempla al comportamiento como un medio para entender la manera en la que
tomamos decisiones financieras. La economía del comportamiento describe la
naturaleza y el poder de las relaciones humana, sus colaboraciones, y muestra
la extensión de las tendencias y las percepciones fundamentales de la economía
humana basada en valores de mutualidad.
La crisis global actual y los intentos fallidos por
resolverla podrían significar que la respuesta a los desafíos con los que la
humanidad debe lidiar en la actualidad yace en esos nuevos canales de búsqueda.
Por cierto, hasta ahora todos los intentos por resolver la crisis han fallado.
Las reducciones de la tasa de interés, los rescates financieros, los programas
de expansión, y el incremento del déficit gubernamental están basados en la
economía clásica. Este acercamiento se basa en una sumatoria de jugadas
monetarias (reducciones en la tasa de interés primaria) y planes fiscales (la
expansión del presupuesto gubernamental, bajas impositivas y así
sucesivamente). La intervención de los gobiernos y los bancos centrales tenían
como objetivo volver a equilibrar el mercado, y la imposibilidad de lograrlo
sugiere que es tiempo de reemplazar el paradigma económico existente por
completo. El nuevo paradigma debe elevarse un nivel y mostrar que el problema,
y por lo tanto la solución también, están en el ámbito de las relaciones y
conexiones humanas.
La economía del comportamiento marca una nueva
dirección, un nuevo tipo de solución para la crisis
Si entendemos el impacto crítico que ejerce la
naturaleza de las relaciones interpersonales sobre la economía, comprenderemos
el tipo de sistema económico que debemos construir con el objeto de que
desempeñe sus roles efectivamente, manteniendo la estabilidad. Cuando el
sistema económico y financiero se adapte al mundo global-integral, donde la
economía enlaza las fronteras y las empresas, donde las personas dependen las
unas de las otras y se afectan entre sí, esto asegurará la estabilidad del
sistema socioeconómico. Sólo en ese entonces el sistema evitará sacudones y
crisis frecuentes que tomen una cuota pesada de nuestra parte. Las soluciones
clásicas a la crisis son inadecuadas. Es por esto que a principios del 2012, el
mundo enfrenta una severa crisis económica, la cual es en realidad una
continuación de la crisis que comenzó el verano del 2007.
Sin embargo, no sólo la economía debe cambiar.
Debido a que los sistemas económicos y financieros son reflejos de las
relaciones humanas, la comunidad internacional entera es llamada a proveer
soluciones que reacomoden el sistema de relaciones humanas. Cuando nuestras
relaciones comiencen a cambiar hacia la conexión, la unidad, la cohesión
social, el cuidado de los otros, y la garantía mutua, sabremos cómo modificar
acordemente el paradigma económico.
La evolución de la economía
La gente no puede existir separada de la sociedad.
Como seres sociales, estamos forzados a vivir rodeados de personas, ser
asistidos por ellas, y contribuir con nuestra parte para con el bien común. La
evolución de la humanidad desde el grupo del hombre de las cavernas pasando por
el feudalismo y hacia el capitalismo, refleja la evolución de nuestras
interconexiones, nuestra interdependecia. Y de acuerdo a esos cambios, la
manera en la que comerciamos e intercambiamos bienes y servicios también han
evolucionado en reflejo del tiempo y sus características.
En tiempos prehistóricos, los humanos (homo
sapiens) vivían en clanes. Luego vinieron los pueblos, luego las ciudades y
luego los estados. Por decenas de miles de años, las personas trabajaron para
proveerse a sí mismo, sus parientes, y la gente cercana a ellos. Pero al haber
evolucionado el comercio internacional, las naciones desarrolladas comenzaron a
conquistar a las que estaban en vías de desarrollo y a descubrir nuevos
territorios. La revolución industrial impulsó la urbanización e hizo las
conexiones interpersonales mucho más tensas.
Comercio e intercambio
Es así cómo la economía que conocemos hoy ha
evolucionado. Esta economía es conducida por el egoísmo del hombre, quien se
siente inclinado hacia el beneficio propio, aún a costa de otros. Una persona
puede ser un granjero, otra un fabricante, y al conectarse, ambos se
benefician. Es por esto que hemos construído todas nuestras conexiones a la par
de nuestra naturaleza egoísta. En el pasado, esto involucraba el intercambio de
productos sin el uso del dinero. Posteriormente aprendimos a usar monedas de
metales preciosos, y luego papeles notariales, los cuales representaban el
valor financiero de aquel que lo hizo.
Hoy, la mayoría de las transferencias monetarias en
realidad son virtuales. La transferencia es hecha de una cuenta a otra a través
de redes informáticas. La revolución de la tecnología de la información ha
cambiado dramáticamente las relaciones humanas, y la virtualización de las
relaciones encuentra su manifestación en los mercados financieros y monetarios
también.
Responde a que la economía es un tipo de compromiso
entre el ego de cada persona y la necesidad de conectarse para apoyarse el uno
con el otro, a través de una suerte de consentimiento general. Claramente, la
economía global tiene mucho que ver con juegos de poder y política, así como
con consideraciones morales que no son tomadas en cuenta en el paradigma de la
economía clásica.
Como resultado, la economía no es una ciencia
exacta. Trata con elementos contrastantes, y no está sujeta a las leyes físicas
de la Naturaleza. En cambio, es nuestra propia creación. Expresa nuestras
necesidades de supervivencia y nuestras relaciones. Esto tiene una importancia
enorme porque en lugar de intentar forzar un paradigma anacrónico sobre
nosotros, podríamos diseñar uno nuevo, plasmando el cambio en las relaciones
humanas que existen en el mundo interconectado de hoy en día, en las relaciones
de interdependencia y reciprocidad de los lazos económicos y sociales, los
cuales sólo se están afianzando.
Toda la verdad acerca de la crisis económica
La crisis se manifiesta en nuestra aproximación al
mundo y la sociedad, no en el mundo y la sociedad en sí mismos. La crisis está
dentro de nosotros y en nuestras interrelaciones. La Naturaleza trabaja en
armonía y equilibrio, y ahora depende de nosotros hacer el cambio sobre
nosotros mismos, nuestras relaciones, y como resultado, los sistemas que hemos
construido, incluyendo el sistema socioeconómico, para que sea balanceado y
armonioso como la Naturaleza.
Entre las características de la crisis económica,
podemos señalar el aumento de los precios de los productos y servicios, y de
las acciones y los préstamos. Como resultado, estamos presenciando una crisis
de confianza en la economía. Al final del día, la imagen falsa y ficticia del
mundo que ha sido construido y cultivado durante muchos años por varios
elementos con su propios planes, se ha desintegrado. La personas han comenzado
a entender que en una economía basada en mentiras, especulaciones, y
manipulación, es imposible confiar en alguien. En un estado general de
desconfianza, el sistema económico es insostenible.
De manera que la economía de hoy es una proyección
del mundo que refleja interconexiones distorsionadas, manipulaciones, y valores
falsos. Se ha construido una competencia inescrupulosa e irrestricta, y un
comportamiento de consumo irracional, ambos han crecido descontroladamente. En el
proceso, se ha instalado una falsa percepción en el público, a través de la
cual el consumo define la esencia del hombre (“compro por lo tanto existo”) Los
valores sociales son determinados por marcas, celebridades, y símbolos de
status, no por los intereses racionales de las personas. En tal estado, el
colapso era sólo una cuestión de tiempo.
La brecha entre un mundo transformado en global y
la economía anacrónica.
Una explicación más sistémica en cuanto a la raíz
de la crisis se relaciona al hecho de que el mundo se ha vuelto global e
interconectado. Todos los sistemas, incluyendo los económicos y sociales, están
relacionados el uno con el otro, se afectan uno al otro. Los mercados
monetarios, por ejemplo, son un único sistema global. Lo que pasó en los
Estados Unidos afecta a Europa y al resto del mundo, y viceversa. Los mercados
de valores se han vuelto un medidor global que expresa la esperanza, la
disparidad, la crisis, y el crecimiento.
También, los mercados monetarios están afectando a
otros sistemas, especialmente al mundo de los negocios, la puesta en escena de
modelos económicos, y el bienestar financiero de los ciudadanos. El mundo se ha
convertido en un complejo sistema global en el cual los sistemas son
interdependientes, conectados de una manera que no elegimos, pero que no
podemos ignorar.
Al mismo tiempo, no obstante, nuestras relaciones
humanas todavía están basadas en valores individualistas. Son inherentemente
egocéntricos y competitivos, y han cambiado muy poco en los últimos siglos.
Naturalmente, puesto que la economía refleja aquellas relaciones entre
nosotros, también refleja esos valores.
Ante nosotros hay una gran brecha entre las leyes
del mundo global-integral, y la naturaleza de las relaciones humanas y la
economía que deriva de ellas. Esta brecha es la razón verdadera de las crisis
económicas y sociales que están sucediendo. Hasta que sorteemos esa brecha,
continuaremos experimentando esto como una crisis.
Las leyes del nuevo mundo nos incitan a conectarnos
y cambiar los sistemas económicos y sociales para estar basados en la
consideración mutua, la cooperación, y la sinergia, en la distribución de
recursos y conocimiento, en el consumo racional, la unificación de los
mecanismos económicos, monetarios, y fiscales. Estos sistemas expresan la
garantía mutua entre personas, mientras que la economía actual continúa
basándose en la maximización del beneficio y la ganancia propia, en la competencia,
y en el conflicto inherente entre personas.
Debido a la importancia del dinero en nuestras
vidas, la crisis económica está recibiendo mucha atención, y la dependencia
económica entre países y bolsas de valores es clara y aceptada por todos. Aún,
esa interdependencia también existe en otros sistemas, tales como la ecología,
la educación, la ciencia, y otros. De hecho, todo sistema afectado por las
relaciones humanas ahora está en crisis.
La crisis como una oportunidad
Mayormente, la aparición del nuevo sistema ha
tomado a la humanidad por sorpresa. Hemos construido conexiones y sistemas
sociales y económicos para acoplar nuestras necesidades con la naturaleza de
nuestras relaciones. Pero repentinamente, todo parece insuficiente para
controlar nuestras vidas y vivir cómodos y en paz. El sistema global-integral
parece tener sus propias leyes.
La interdependencia y las conexiones más afianzadas
entre todos los sistemas de vida no nos dejan otra opción más que cambiar
nuestras interconexiones apropiadamente. La interdependencia entre las
personas, compañías, y países no pueden existir en un sistema económico basado
en un “juego de suma cero”, caracterizado por la competitividad agresiva, la
lucha por maximizar la ganancia personal, y las manipulaciones.
La interdependencia entre las diversas partes del
sistema global está en marcado contraste con las brechas sociales y económicas,
las cuales sólo se están acentuando entre ellas y dentro de los países. Este
sistema egoísta se ha convertido completamente inefectivo, y es imposible
continuar utilizándolo. Por cierto, esta es la crisis a la que indujo las
relaciones que hemos construido. De algún modo, la crisis nos ofrece una
oportunidad de examinar la naturaleza de nuestras relaciones y cambiarla para
que encaje con lo requiere el mundo global y la interdependencia necesaria
entre sus partes. Armonía y congruencia de este tipo creará indefectiblemente
una economía diferente, optimista, equilibrada, y estable.
La economía y las relaciones humanas
Al final del día, todo aporta a la red de
interconexiones entre nosotros. Esa red es lo que realmente determina todo. Esa
red es extendida a lo largo del mundo, y consiste de muchos elementos: países,
ejércitos, fondos, materias primas, denominaciones religiosas, vínculos sociales,
esperanza por el futuro, y así sucesivamente. Todas son partes de esa red entre
nosotros, por lo cual es tan difícil para nosotros entenderla. Por ahora,
aquellos que pueden comprenderla mejor son los que más se benefician.
Mucha gente sostiene que deberíamos examinar el
sistema financiero y corregirlo. Pero necesitamos entender que toda la realidad
ha cambiado; se ha vuelto global e integral, y esto es lo que dificulta
nuestros intentos por continuar viviendo en el sistema socioeconómico actual. Todo
lo que hemos construido en el sistema preexistente proviene de nuestra
naturaleza egoísta. Pero la realidad presente requiere que tengamos relaciones
recíprocas en lugar de explotarnos. La conexión entre nosotros ahora es mucho
más intensa y nos incitan a “actualizar” nuestras conexiones en dirección a la
unidad y la garantía mutua (sobre la cual todos somos garantes del bienestar de
cada uno de nosotros).
Ya que no sabemos cómo alcanzar la red
global-integral, perdemos la habilidad de comunicarnos apropiadamente con
otros. Esta es la razón de la crisis de confianza que está despertando al
mundo-los bancos no creen en los fabricantes, y los gobiernos no se creen entre
ellos. En el pasado, la comunicación era clara y se basaba en dar y recibir, en
la consideración individual de la ganancia y la pérdida, y en la necesidad de
cooperar, casi contra nuestra voluntad. El ego jugaba un rol clave y todos
comprendimos que esto era así y nos entendíamos.
En el sistema global-integral de conexiones, por
otra parte, está la necesidad de una economía que refleje las relaciones de
interdependencia entre nosotros, pero todavía no hemos adaptado nuestro
“sistema operativo” a éste. Todavía vivimos en sistemas económicos y sociales
que están basados en las relaciones de nuestro pasado. Al mismo tiempo, estamos
descubriendo la interdependencia entre nosotros, sin poder entenderla aún. Ni
siquiera estamos detectando su naturaleza altruista. Aquí yace el problema: la
crisis no puede ser resuelta de maneras antiguas, puesto que todo está sujeto
al hecho de que la humanidad se dirige a la unificación y la garantía mutua.
Los economistas están en pérdida
Las herramientas de la economía clásica son
inadecuadas en nuestra época. Nuestra antigua forma de pensar nos está
hundiendo más profundamente en la crisis y ahora debe ser cambiada. Con
respecto a eso, Joseph Stiglitz, premio Nobel con honores en economía, dijo en
una lección durante la 4ta. Reunión de Ciencias Económicas en Lindau, “Los
modelos macroeconómicos estándares han fallado todas las pruebas más
importantes de la teoría científica. No predijeron que la crisis financiera
sucedería; y cuando lo hicieron, subestimaron sus efectos.”[2]
Nosotros mismos debemos adaptar la naturaleza de
nuestras relaciones a las características de las conexiones en el sistema
global-integral. En cuanto a eso, continuar el desarrollo de la economía del
comportamiento es un paso en la dirección correcta porque así como la economía
se ha globalizado, también lo han hecho nuestras relaciones sociales. Esta es
la razón por la que las relaciones egoístas ya no funcionan. Debemos adquirir
las cualidades requeridas para las relaciones en el nuevo mundo. Esto no sólo
nos llevará al balance con el mundo global-integral, sino que también nos
permitirá comprender y aceptar los cambios a los que se deben someter los
sistemas sociales y económicos.
El cambio es inevitable; no puede ser detenido.
Cuanto más lo neguemos, más experimentaremos al cambio como una crisis. Pero si
en cambio vislumbramos el significado del cambio y hacemos las modificaciones
necesarias, la sensación de estrés se convertirá en esperanza y prosperidad, en
armonía y paz entre las personas, y entre los humanos y la Naturaleza.
Por consiguiente, todo lo que necesita ser cambiado
es la naturaleza de nuestras interrelaciones. Si nos comprometemos a un nuevo
tratado social y económico, uno global e integral, con garantía mutua entre
nosotros, seremos capaces de instigar un transformación al paradigma económico
existente, y a todos los sistemas de vida que la humanidad ha construido. Un
cambio de este tipo sólo es posible a través de una amplia educación e
información, creando un ambiente amigable que nutra los valores de la garantía
mutua y resalte sus ventajas. Sólo un proceso evolutivo de ese tipo garantizará
una economía estable y eficiente que proveerá una vida armoniosa, balanceada y
sostenible para todos.
[1] Thomas Hobbes, Rudimentos, 1651,
iii.
[2]
http://www.dictionaryofeconomics.com/resources/news_lindau_meeting
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