sábado, 14 de noviembre de 2015

Cuatro pasos adelante

Cuatro pasos adelante
Lucy Nieto de Samper
Lo cierto es que los homosexuales ya tienen puesto en esta sociedad del siglo XXI y que la Corte Constitucional está cumpliendo con la obligación de defender asuntos que parecían indefendibles.
Para estar en sintonía con los cambios que se han dado en esta sociedad, la Corte Constitucional ha dictado fallos que en un país como Colombia se pueden considerar revolucionarios. Porque, comenzando por el procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez, la costumbre ha sido atropellar, por razones religiosas, o machistas, derechos humanos que la Carta Constitucional les garantiza a todos los ciudadanos en un Estado social de derecho.

En defensa de esos derechos, y luego de largos debates, la Corte Constitucional ha logrado dictar estos fallos favorables: 1) Al derecho a morir dignamente. 2) Al derecho a abortar en tres circunstancias: peligro de muerte de la madre, malformación del feto y violación. 3) Al matrimonio entre homosexuales y 4) A la adopción por parejas de homosexuales.

En cuanto al derecho a morir dignamente, se debe reconocer que, gracias a la inmensa tarea de la Fundación DMD, creada por Beatriz Kopp de Gómez hace 35 años, ese derecho se abrió camino. Y en 1997 el magistrado Carlos Gaviria (q. e. p. d.) dictó la sentencia 239, que dice: “El Estado no puede oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir viviendo”. Amparados en esa sentencia, han pasado a mejor vida por su propia voluntad personas que padecían enfermedades incurables, con dolores insoportables. Un ejemplo reciente es la muerte del padre de Matador, caricaturista de EL TIEMPO.

Ahora se habla de un proyecto para despenalizar el aborto, sin importar las circunstancias. Las reacciones en contra se han multiplicado, pues, por más liberal que uno sea, impresiona tanta liberalidad. No obstante, la decisión de quienes quieren abortar debe respetarse. Es una decisión difícil, muchas veces desgarradora, y quienes la toman lo hacen por razones que solo a ellas les competen. Pero se pueden evitar o reducir los embarazos indeseados, que terminan en abortos clandestinos y en la muerte de miles de mujeres por prácticas atrozmente atendidas, si se instruye a niñas y a jóvenes sobre su sexualidad y cómo manejarla, y sobre control natal o paternidad responsable.

Esa tarea fundamental, descuidada por mucho padre de familia y desatendida por todos los gobiernos, la atiende a nivel particular Profamilia, entidad fundada en 1967 por el reconocido ginecólogo Fernando Tamayo, quien dio ejemplo mundial sobre cómo se deben atender las necesidades y los problemas de las mujeres en asuntos de salud sexual y reproductiva. Tal vez ahora una campaña nacional sobre estos temas y sobre paternidad responsable podría ayudar a reducir la ola de embarazos adolescentes, fruto de costumbres más libres.

Pasando a otro tema, hace años los homosexuales no habían salido del clóset. Estos y las lesbianas se contaban en los dedos de una mano. Poco a poco se fueron destapando y poco a poco ganaron terreno. Hoy son comunidades abiertas que luchan por sus derechos y porque la unión entre dos hombres, o dos mujeres, se considere matrimonio. Quieren formar una familia, con derecho a adoptar el hijo de uno de los dos, si es el caso, o niños sin hogar, como los que vemos a diario en TV, en cuñas de Bienestar Familiar. Por eso, la Corte Constitucional, tras fallar a favor de la unión entre parejas homosexuales, pensando en el derecho de los niños, le dio paso a la adopción. Pues investigó y comprobó que la salud, el bienestar y el desarrollo de los niños adoptados por esas parejas no corren riesgo alguno.

Es necesario reconocer que faltan aspectos por legalizar y que no cesan las reacciones en contra. Pero lo cierto es que los homosexuales ya tienen puesto en esta sociedad del siglo XXI y que la Corte Constitucional está cumpliendo con la obligación de defender asuntos que parecían indefendibles.

            

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