domingo, 31 de enero de 2016

Sociología de las organizaciones

SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
Mercedes Caila (UNR)
Verónica Ulla Irigoyen (UNR)

INTRODUCCIÓN
La Sociología de las Organizaciones es actualmente un área específica de la Sociología que desde sus orígenes se encuentra vinculada a la Sociología del Trabajo. Como disciplina genera conocimiento sobre los interrogantes que presenta la dinámica de la vida organizacional, permitiendo además incluir herramientas epistemológicas que brindan una concepción acabada de su objeto. De este modo, la Sociología de las Organizaciones se relaciona con otras disciplinas, entre ellas la Economía, la Psicología Social, la Política, la Administración.
LA SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES COMO DISCIPLINA NECESARIA
La producción sociológica actual en esta área, comprueba que en las organizaciones existe una vida social que tiene relativa autonomía respecto a su medio. Las empresas, vistas como núcleos del proceso productivo, serán justamente las que demanden esta capacidad para mantener su competitividad.
Reconocemos que las empresas presentan variadas estructuras, diseños, objetivos, entre otros factores constitutivos; pero es importante señalar que se convierten en elementos de relevancia social en el momento de constitución de identidades vinculadas al trabajo. Así, sus condiciones productivas, estructuras organizacionales e innovaciones tecnológicas son cruciales cuando se abordan temas referentes al empleo y ordenamiento de la sociedad.
Uno de los ejes centrales de los contenidos, a partir de lo anteriormente expuesto, es que en estas organizaciones se adquiere experiencia en la dinámica de las relaciones sociales. Esto significa visualizar a las empresas como centro de regulación social en lo que respecta principalmente a lo económico y productivo, pero también pueden ser consideradas como instrumentos de sociabilidad y entidades articuladoras de identidades sociales, en el marco de un mundo globalizado, donde las certezas propias de la modernidad son más difusas.
Para desarrollarse y tener condiciones de permanencia en los distintos mercados y en contextos de turbulencia, toda empresa debe ser capaz de lograr aunar los esfuerzos del total de personas de que la integran, en cualquiera de sus niveles. De modo que, retomando ideas de inicios de la Sociología como ciencia autónoma, la sociedad es superior a la individualidad aislada. Dicho de otro modo, el postulado que tratamos de incorporar en los conocimientos es que no se logra una organización eficiente exclusivamente con un buen diseño, un buen organigrama o tecnología de última generación, sino que debe existir la integración real de sus miembros. Esta fuerza será la que pueda tener las actitudes cooperativas necesarias para el desarrollo.
Las identidades colectivas son necesarias en la definición de la sociedad, siendo el trabajo, o su impacto en la modificación de la cuestión social, una de las inquietudes centrales que las disciplinas sociales. Por otra parte, la complejidad de la estructura global en la que encuentra una organización, supone incluir conocimiento del sistema y las normas internalizadas en ella. La actividad y el cambio no pueden realizarse por imposición, resultando una necesidad anticiparse a la comprensión de los problemas para llevar adelante una modernización entendida como aprendizaje cultural, vinculada a valores y pautas de la comunidad.
La Sociología de las Organizaciones aporta herramientas de análisis para la comprensión de las actividades en las organizaciones, donde los actores son responsables de sus tareas y acciones. Por tanto, la empresa resulta de vital importancia dado que en ella conjugan el reconocimiento laboral de los individuos, su empleo e identidad social.
La mayoría de las estrategias de management se dirigen a la motivación de individuos en una organización, la sociología propone mirar la fuerza del colectivo social como entidad, adquiriendo de este modo la fuerza de una sociedad micro y permite ampliar la mirada a quienes tienen como responsabilidad su funcionamiento integral.
Pero también es necesario conocer el recorrido teórico de las inquietudes centrales de la Sociología de las Organizaciones, para poder evaluar contenidos y la producción propia de cada época, que consideramos influenciado por factores como las cuestiones epistemológicas, tecnológicas y sociopolíticas de cada momento.
Entendemos que subyacen concepciones que consideran al conocimiento como una construcción social, como producto de un proceso dialéctico complejo donde interviene factores culturales, socio – políticos, psicológicos. El conocimiento aquí es una actividad humana que se despliega en momentos contradictorios; en este sentido no sólo es, sino que fundamentalmente deviene. En lugar de excluir las contradicciones y de buscar modelos homogéneos, considera a éstas contradicciones motores del cambio. Desde esta perspectiva se considera que en la actividad de conocer el sujeto no es pasivo, ni tampoco una abstracción, sino que se hace a sí mismo y se reconoce partícipe de las transformaciones.
Las primeras especulaciones en la disciplina, se dirigen a evaluar las formas de organizar en producción, ya que en esos períodos históricos, se trata con una tecnología comparativamente rudimentaria. Se considera entonces que puede incrementarse la producción a partir de una mejor organización racional de la empresa y de las modalidades aplicadas en el desarrollo de las actividades. Cuando se evidencia la relevancia de las motivaciones individuales, se introducen formas organizacionales que consideran este factor como otro elemento más hacia el mismo fin. En la década del ‘60, las inquietudes se centraron principalmente en los problemas derivados de la alienación de los trabajadores, y las consecuencias que sobre éstos habían tenido algunas estrategias de gerenciamiento derivadas de los postulados de la Organización Científica del Trabajo. De este modo, muchas investigaciones que se apoyan principalmente en las teorías de raíz marxista, dan cuenta de los conflictos, su génesis y consecuencias, análisis sobre el sindicalismo y la repercusión sobre el sector de trabajadores afiliados no afiliados, poder y motivación, la reducción de desigualdades y negociaciones en la sociedad en general.
Las corrientes funcionalistas de ése momento, priorizan comprender las transformaciones del trabajo, dadas por el crecimiento de la empresa, como maximizar la racionalidad de la producción. En este período se observan trabajos como los de Lawrence y Lorsh y Burns Stalker sobre el diseño organizacional y las relaciones con el contexto.
En períodos más recientes, a partir de una serie de transformaciones ya conocidas como la globalización, alto desarrollo tecnológico, las crisis político-ideológicas, etc; Reynaud Sainsaullieu (1997) y aquellos que destacan el tema cultural en las organizaciones, consideran que la sociología actualmente se centra en la empresa porque la entienden como lugar privilegiado de articulación de lo social. Se estudia el modo en que la empresa puede constituirse un lugar de socialización y de adquisición de cultura, a fin que se unan las exigencias personales y colectivas de sus miembros, en beneficio de la organización y de sus integrantes. Los seguidores de la corriente clásica de la sociología de la organización y de las relaciones profesionales, los ejes problemáticos son el modo en que los actores de la organización pueden construir la acción colectiva organizada y la regulación conjunta entre fuerzas sociales autónomas emanadas de las nuevas tecnologías de producción.
LA ECONOMÍA DE LAS CONVENCIONES
La economía de las Convenciones desarrolladas por Boltanski y Thévenot, se origina en una serie de investigaciones realizadas sobre la justificación de la grandeza o formas en que se dimensionan las cosas y las personas. Según estos autores las personas, por proceder de diferentes espacios tienen diferentes formas de calificarse o calificar a otros. Por lo mismo, se mensuran los objetos de diferentes maneras, y estas formas antagónicas significan al interior de una empresa miradas contradictorias e imposibilidad de resolución de conflictos en lo inmediato.
La aplicación de esta teoría, intenta sustituir interpretaciones distorsionadas, para lograr consenso sobre lo buscado por una organización. Esto significa que, llegando a un principio de acuerdo, es posible que se instale en una empresa, una lógica resulte adecuada y fundamentalmente propia. Se logra tal resultado, a partir de dispositivos que orientan hacia principios sobre los cuales los actores llegan a un acuerdo y son propios de cada convención.
Dicho de otro modo, estos estudios muestran que las personas no realizan exclusivamente su clasificación de las categorías socio-profesionales, ni priorizan los hechos que enfrentan siempre con la misma mirada. Pero la adquisición de esta lógica es posible a partir de llegar a acuerdos intencionales entre los actores, que se derivan de principios de “justicia” reconocidos. Estos principios de acuerdos, se logran instalar a través de la aplicación correcta de una serie de dispositivos que orientan y que finalmente señalan la posibilidad de un cambio cultural.
Estos dispositivos consiguen que desde determinados principios axiomáticos que estructuran exigencias fundamentales, se puedan adquirir identidades compartidas y formas de actuar en determinado orden compartido. Cuando esto se logra, afirman Boltanski y Thévenot se conforma una ciudad, como concepto extraído de la Filosofía Política, permite a una comunidad darse una forma de organización y una lógica acordada que revestirán de un modo unívoco de priorizar y dimensionar. El reconocimiento de estos dispositivos y las lógicas del acuerdo permiten a los administradores condiciones para diagnosticar sobre una empresa, pero también para llegar a acuerdos sobre problemas de difícil modificación como los hábitos de las personas.
TEORÍA DEL ACTOR – RED
Otro de los ejes que es importante, como aporte de las ciencias Sociales es la Teoría del Actor – Red, o de la traducción. Su introducción en los contenidos curriculares brinda herramientas pertinentes a la consideración global de un cambio técnico o social.
Para Bruno Latour y Michell Callon la innovación que se realice en una organización resultará un experimento colectivo. Lo distintivo del aporte científico que realizan estos autores es la consideración que proponen a los objetos que se encuentran relacionados a la innovación, ya que finalmente todos estarán en una misma red.
Partiendo del principio de simetría generalizada, Latour1 entiende que no establecemos solamente vínculos sociales, sino que nuestras relaciones son sociotécnicas. Siguiendo al autor, la sociedad no existe sólo por interrelaciones entre individuos, sino que existen entidades no humanas que participan en la relación.
No pretende otorgar una categoría de humano a los objetos materiales, sino considerar la posibilidad de asociación entre entidades de distinta naturaleza. Los actores interactúan coordinando actividades, pero en esa red incluye actores humanos y no humanos, a los que los define como actantes.
La concepción de actor-red permite interpretar la capacidad relacional que posee cualquier entidad, ya sea humana o no-humana. Según esta teoría, las relaciones entre los integrantes de una red traducen los intereses de unos a los otros, refiriéndose así a los esfuerzos de los actores por brindarse sentido recíprocamente, y darle sentido a los objetos. De este modo conforma una estabilización de la red, en la cual los objetos no deben considerarse sólo como materia inerte, sino que impactan en lo social. Aunque es lógico plantear que las intenciones pertenecen exclusivamente a los seres humanos, un objeto puede participar en una relación si está vinculado a propósitos de las personas.

A partir de esta teoría, todas las modificaciones que se realicen en una organización empresarial, deberán considerar la totalidad de elementos involucrados, por tanto lo que anteriormente correspondía a expertos y técnicos, se convierte en problema de todos los relacionados en la red.

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