Demasiados muertos
Recurriendo
a diferentes fuentes confiables, puedo afirmar que en Colombia se registraron
en los últimos cuarenta años – entre 1975 y 2014 – un total de 747.289
homicidios.
Por:
Saul Franco
Podemos redondear la cifra en 750.000, y tendríamos un promedio
anual de 18.750 casos de homicidio y un alarmante y vergonzoso promedio de un
homicidio cada media hora durante esos cuarenta años. Demasiados muertos,
verdad?
Cuando
hablo de fuentes confiables me refiero a los informes de la Policía Nacional,
del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, del Departamento
Nacional de Estadística –Dane- de algunas investigaciones específicas y del
Observatorio Nacional de Salud –ONS- que acaba de divulgar su IV Informe
dedicado, en buena parte y con mucho rigor, justamente al tema de la violencia
homicida en el país entre 1998 y 2012. Conviene advertir que no siempre
coinciden los períodos, indicadores y tipo de datos suministrados por las distintas
fuentes, siendo necesario optar por la información disponible más constante y
consistente.
No todos
esos muertos se deben a la guerra que padecemos, por supuesto. Hay homicidios
por riñas callejeras, con frecuencia facilitados por el licor. Hay un porcentaje
debido a la violencia en las relaciones familiares y de pareja. Hay violencia
homicida producida por la llamada delincuencia organizada, y también por la
desorganizada. La hay en el trabajo y en casi todos los escenarios en donde
sucede la vida, incluyendo los deportivos. Entre quienes hemos estudiado el
tema se estima que entre un 10 y un 20% del total de víctimas de este tipo de
violencia se debe directamente al conflicto armado interno, pero que
indirectamente el porcentaje es muchos mayor.
Siendo
preocupante el dato de cuántos colombianos/as mueren como víctimas de
homicidios, lo es mucho más saber quiénes son, en dónde viven y por qué los
matan. Todas las fuentes de información coinciden en que, de lejos (hasta en un
92%), los hombres son las principales víctimas. Que casi las tres cuartas
partes de las víctimas son jóvenes entre los 15 y los 39 años. Que de los
cuarenta años registrados, los peores fueron 1991 y 2002. Que entre Antioquia y
el Valle del Cauca han concentrado el 40% de las víctimas de homicidio. Algunos
estudios - el del ONS entre ellos - han ayudado a precisar que 27 de los 1.123
municipios del país responden por la mitad de los homicidios. Y hay en ellos
sólidas asociaciones entre las tasas de homicidio y las de desempleo, el PIB
per capita, la cantidad de acciones de todos los grupos armados, el bajo nivel
educativo de las víctimas, la producción de coca, y la explotación petrolera
antes y la de oro ahora.
Personalmente
sigo convencido de que en el triángulo intolerancia-inequidad-impunidad se
encuentra el núcleo explicativo de buena parte de nuestras violencias, incluida
la homicida.
Hace
treinta años, Eric Hobsbawn, un historiador inglés que se interesó en Colombia,
tituló un ensayo suyo: Colombia asesina. Al terminar el milenio pasado, el
socio-politólogo Alvaro Camacho afirmó que había elementos para darle la razón
a Hobsbawn. Y las cifras expuestas aquí parecen confirmar que sí somos un país
de gatillo fácil. ¿No será ya hora de dejar de serlo, de ensayar otras formas
de resolver las diferencias inevitables, y de anteponer el valor de la vida al
imperio de la muerte?
Saúl
Franco. Médico social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario