lunes, 8 de noviembre de 2010

Sobre el pico y placa

El presente de una mala idea

Por: Rafael Rivas

HACE UNOS DÍAS, EL INVESTIGA-dor Eduardo Behrentz escribió un artículo criticando la política de pico y placa en El Tiempo.

Yo había hecho otro tanto hace unos meses. El argumento de ambos es que, en el mediano plazo, el pico y placa no reducirá el número de vehículos circulando por las calles y, por lo tanto, no reducirá la congestión. En cambio, esta política inútil es muy costosa.

Si el pico y placa operara como antes, unas horas al día, la gente tiene el incentivo de organizar su día para poder hacer las cosas que tiene que hacer, con cambios pequeños en la rutina. Mientras esto sea posible, la gente tratará de no adquirir otro vehículo. Por contrario, la imposición del pico y placa dos días enteros tiene el efecto automático de promover la adquisición de un segundo vehículo. Algunos lo hacen de manera inmediata. Otros, se demoran un poco. Un año. Dos años. Tres. Pero eventualmente lo hacen. Y entonces, el número de vehículos en la ciudad se habrá duplicado, aun sin tener en cuenta el crecimiento producido por el aumento paulatino del ingreso.

En Bogotá puede haber 1’400,000 vehículos. Suponiendo que sólo el 50% de los propietarios deciden adquirir un segundo vehículo para evitar el pico y placa, esta medida de política estimulará la adquisición de 700.000 vehículos al cabo de unos pocos años. Supongamos que cada vehículo tiene un costo de US$10.000 excluyendo impuestos. Esto significa que los bogotanos están invirtiendo US$7 mil millones para desvirtuar el efecto del pico y placa.

Esta inversión es equivalente a 3 veces el costo del minimetro que se propone en Bogotá. Sería suficiente para construir 700 kilómetros de Transmilenio. Cientos de hectáreas de parques urbanos. Y es inversión totalmente improductiva e innecesaria, en capacidad ociosa. Es inducida por la obligación de dejar en los garajes los carros que ya existen. ¡Qué tal que a las empresas les dijeran que tienen que tener una capacidad ociosa de 100%!

Lo peor de todo es que, al cabo de unos años, el efecto del pico y placa sobre la congestión habrá desaparecido. De todos modos habrá que hacer los sistemas de transporte masivo que haya que hacer. De todos modos habrá que reparar las vías actuales, construir grandes vías urbanas, aumentar la sobretasa de la gasolina y tomar otras medidas de precio para desestimular el uso del vehículo (siempre que haya alternativas razonables). Habrá que obligar a los buses a parar solamente en paraderos y multar a quienes están mal estacionados. Un sistema de cámaras para multar a los vehículos particulares que se estacionan o paran en las vías o a los buses por fuera de los paraderos, sería muy simple de poner en funcionamiento y tendría un efecto considerable sobre la velocidad de circulación. Es decir, habrá que tomar todas las medidas que estamos en mora de tomar, para ordenar el tráfico y combatir la congestión.

El pico y placa sólo habrá servido para hacer felices a los concesionarios y para estimular a los bogotanos a parquear US$7 mil millones en garajes oscuros. Quizás el único consuelo, consuelo de tontos, es que estos recursos no habrán pasado por las manos de los zares de la contratación distrital.

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