miércoles, 3 de junio de 2015

Los elegidos del tren de la historia

Los elegidos del tren de la historia
La élite colombiana no solo es dueña del país sino también de la historia.
Guillermo Maya
La ministra de Comercio, Industria y Turismo, Cecilia Álvarez, en relación con la aprobación del TLC de Colombia con Corea, le clavó una banderilla retórica al senador Jorge Robledo, oponente del tratado: “(…) con estar siempre del lado equivocado de la historia ya tiene suficiente castigo” (Colombia en la era del Pacífico, EL TIEMPO, 28-12-2014). Además, a los empresarios los tildó de miedosos: “No entiendo cuál es el miedo si los empresarios colombianos también pueden competir” (Negocios: Colombia quiere mirar al Pacífico, semana.com, enero 3 del 2015).
¿Cuál es la ventaja colombiana en el comercio mundial? ¿La infraestructura de país de quinta? ¿Los bajos costos de la energía? ¿La inversión fabulosa en ciencia y tecnología? ¿Los generosos salarios? ¿La ilustrada clase dirigente? Ninguno de los anteriores, y mucho menos la clase dirigente, que está subordinada a los intereses extranjeros, tanto económicos como políticos, y que no toma rutas independientes y genuinas. No tiene objetivos nacionales, solo sectoriales o privados, y ha subordinado la soberanía nacional a los intereses extranjeros.
Federico List, el segundo economista alemán más leído en el mundo, en su libro Sistema Nacional de Economía Política (1841), padre de la integración alemana y europea y de la industrialización, ve los problemas de manera diferente a la distinguida Ministra: ¿qué nación es más rica y poderosa? List da una regla para aplicarla: “Cuanto mayor es su exportación de productos manufactureros”, como expresión de la transformación productiva, y el desarrollo de sus “poderes productivos”. Especialmente, el “capital espiritual” o “mental”, que es escaso en nuestra clase dirigente de visión cortoplacista.
¿Cómo se hace un país industrial? Mediante el principio de la ‘educación industrial’, basado en los aranceles protectores. Sin embargo, la protección no debe ser ni “prematura” ni “exagerada”; se deben aplicar aranceles “largamente meditados y paulatinamente decrecientes”. Los aranceles demasiados altos “perjudican a la nación que los establece, ya que desaparece el afán de competencia de los industriales nacionales con los del exterior, y se fomenta la indolencia”.
Sin embargo, una vez alcanzado el máximo desarrollo de los “poderes productivos”, se practica el comercio “lo más libre posible”. El libre comercio es una meta no un medio para el progreso.
¿Cómo se logra la transformación productiva? Por medio del poder, “porque una nación, por medio del poder, no solo obtiene nuevas fuentes de producción, sino que defiende también la posesión de riquezas de que antes disponía, porque lo contrario del poder, la impotencia hace que todo cuanto poseemos, no solo la riqueza sino también nuestras energías productivas (…) e incluso nuestra independencia como nación caigan en manos de aquellos que nos aventajan”. ¿Pruebas? “la historia (…) de los españoles y de los portugueses”.
¿Por qué España y Portugal se atrasaron respecto a otras naciones europeas, a pesar de las grandes riquezas extraídas de América y África? “El descubrimiento de América y la ruta de El Cabo solo aparentemente y de modo transitorio, aumentó la riqueza de ambos países. En efecto, en lugar de cambiar su productos fabriles, como posteriormente lo hicieron ingleses y holandeses, por los productos de las indias occidentales y orientales, compraron estos artículos (…) alimentaron la industria, el comercio y la potencia marítima de los holandeses e ingleses, convirtiendo a estos en rivales suyos, que pronto fueron lo bastante poderosos para destruir sus flotas y arrebatarles las fuentes de su riqueza”. El oro de América destruyó la economía española y se convirtió en el impulsor de la manufactura extranjera. Enfermedad española, hoy la llaman holandesa.
El tratado comercial de Methuen, entre Inglaterra y Portugal en 1703, para que Portugal exportara vino a Inglaterra, y esta última exportara telas a la primera, terminó arruinando la manufactura portuguesa. ¿Los comerciantes? Los directamente beneficiados con los TLC: “si fuera posible, venderían campos y praderas al extranjero y, después de vender la última parcela de tierra, subirían a un barco y se exportarían a sí mismos”.
Modelo Colombia para condecorar la clase dirigente: informalidad laboral rampante y bajos salarios; mayor número de desplazados del mundo, noveno país en homicidios anuales; décimo primer país en concentración del ingreso (la tierra es aún más concentrada); carteles oligopolistas fijadores de precios; locomotora mineroenergética que daña el medioambiente y la salud, y la locomotora desindustrializadora; campeones en corrupción, élite codiciosa y excluyente, casi todo el gabinete del presidente Santos es egresado de los Andes; y una guerrilla que excluye y sustituye por la fuerza al movimiento social y legitima el uso de la violencia contra la sociedad civil en sus reclamos y aspiraciones más elementales.
La élite colombiana no solo es dueña del país sino también de la historia.


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