Documentos para el examen
final cultura y sociedad
Ustedes deben leer los dos siguientes documentos para el examen final.
Factores
que afectan la competitividad y la productividad en Colombia
Definiciones
“Competitividad es
el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de
productividad de un país". A su
turno, el nivel de productividad establece el nivel
sostenible de prosperidad que puede ser obtenido por una economía."
"En otras palabras,
economías más competitivas tienden a ser capaces de producir niveles de ingreso
más elevados para sus ciudadanos. El nivel de productividad también
determina las tasas de retorno obtenidas por las inversiones productivas
(físicas, en capital humano y en tecnología). Como las tasas de retorno
son los inductores fundamentales de la tasa de crecimiento de la economía,
entre más competitiva es una economía, más rápido crecerá en el mediano y largo
plazo"
Productividad empresarial
La
productividad empresarial es un método evaluativo que se refiere a que una
empresa logra resultados más eficientes a un menor costo, con el fin de
incrementar la satisfacción de los clientes y la rentabilidad. Cuán mayor sea
la productividad de una empresa, más útil será para la comunidad gracias a que
ésta se expande y genera empleo e impuestos.
Para que
se mejore la productividad en una organización existen tres elementos básicos:
1.
Equipos y materiales: Hardware
2. Procedimientos y métodos: Software
3. El recurso humano: Humanware
2. Procedimientos y métodos: Software
3. El recurso humano: Humanware
Para
mejorar el hardware se requiere de altas sumas de dinero para invertir. Para
mejorar el software se requiere de personas idóneas y conocimientos, por lo que
es pertinente mejorar el humanware por medio de buenos procesos de selección,
capacitación permanente y remuneración adecuada, lo importante es seleccionar y
mantener el mejor capital humano posible dentro de la empresa para que no se
afecte el software.
Competitividad
La
competitividad se refiere a que una organización logre mantenerse y permanecer
en el mercado a largo plazo, para esto, es necesario trabajar siempre con
innovación de manera que se fomente la apertura de mercados y generar credibilidad
y confianza en la marca a través del control de calidad y la garantía.
La
capacidad competitiva de una organización se evalúa mediante la calidad en sus
productos, la rapidez de reacción ante los eventuales problemas, la capacidad
de innovación y la capacidad de evolución.
La
productividad de Colombia
Los 21
millones de trabajadores colombianos con empleo se sienten agobiados con
extensas jornadas laborales y, por lo general, hablan de una pesada carga de
actividades por cumplir. Sin embargo, el esfuerzo no
coincide con la productividad del país, que ocupó el puesto 66 entre 144
países, tras la más reciente medición realizada por el Foro
Económico Mundial.
1. Según el informe
del Consejo Colombiano de Competitividad, asociado a la baja productividad está
el bajo nivel de sofisticación y diversificación del aparato productivo, lo que
termina reflejándose en la perdida de sofisticación de las exportaciones
colombianas. El documento destaca que la situación es tan extrema que se llegan
a necesitar 4,5 trabajadores colombianos para producir lo que produce un
trabajador norteamericano, evidenciando el campo vacío que hay en las aptitudes
y desempeño de uno y otro.
2. Existen brechas
en materia de educación, institucionalidad y salud que deben ser superadas si
el país quiere alcanzar un crecimiento sostenible en los años venideros. La
educación refleja la desigualdad de la sociedad colombiana, es elitista y la
educación pública en la primaria y en la secundaria se caracteriza por su bajo
nivel de calidad. Institucionalmente el Estado colombiano es frágil y débil, es
incapaz de dar respuestas efectivas a la reducción de la pobreza, garantizar la
estabilidad de los indicadores económicos, ni tampoco puede ser un factor que
permita el crecimiento de los diferentes sectores de la economía colombiana. De
acuerdo con David Bojanini, Presidente del Grupo Sura: “La educación comprende
muchas etapas que son vitales para la formación del músculo laboral del país
que requiere de mayor capacitación para que pueda cumplir con mucha más
eficiencia las labores concernientes a su área de desempeño”.
3. Colombia ha crecido recientemente
en medio de una regresión infantil, pues volvió a sus inicios de los siglos XIX
y XX, exportando oro, petróleo, carbón, y otras materias primas sin procesar ni
transformar (commodities) y cada vez relativamente menos
productos de origen agrícola (café, flores, frutas) o industriales de bajo
valor agregado. Hoy el tejido empresarial, compuesto esencialmente por unas
1.500 empresas grandes y unas 75.000 pequeñas y medianas (pymes), ha dejado
ampliar su brecha de productividad frente a las economías avanzadas y por lo
tanto, es menos competitivo que hace cinco años. La gran transformación ha sido
por el auge del sector de servicios, que desde hace años genera más de un 50
por ciento del PIB colombiano, orientado a satisfacer necesidades del mercado
interno, como los servicios financieros, de telecomunicaciones, de educación y
de salud, que están lejos de ajustarse a los estándares internacionales. Lo
cierto es que, en los últimos años, Colombia sí creció, pero mal. Creció sin
generar empleo, sin reducir la pobreza, sin mejorar la abismal desigualdad,
pero sobre todo, sin aprovechar esa dinámica económica para cerrar su brecha de
productividad frente a economías más competitivas.
4. La informalidad
es otro ingrediente que no deja cocinar la torta de la productividad. La
existencia de 11,5 millones de trabajadores informales y 3 millones de
colombianos desempleados es una de las razones de los malos resultados en
productividad que obtiene el país en comparación con las demás naciones del
mundo. “Si una persona es capacitada y productiva, entra al mercado formal,
tiene la posibilidad de ganarse un salario decente. Si no tiene formación, su
futuro es entrar a la economía informal, a obtener ingresos a veces por debajo
del mínimo. Allí cae de nuevo al círculo vicioso: menor productividad,
imposibilidad para capacitarse y mejorar su condición. Es donde la gente
empieza a perder el estímulo”, sostiene Rosario Córdoba.
5. Debido a la baja productividad,
Colombia tiene grandes dificultades para insertarse exitosamente en los
mercados mundiales. Mientras que nuestras exportaciones por habitante en 2006
fueron de US$540, en Chile fueron de US$3.380, y en la República Checa de
US$9.267. Para no referirnos a un país como Irlanda cuyas exportaciones
equivalen a US$25.000 por habitante, es decir, 50 veces el valor de este
indicador para Colombia.
6. En los últimos veinticinco años,
la tasa de inversión en Colombia ha sido, en promedio, 17.6% del PIB. Esta tasa
es inferior a la de otras economías de la región como Chile (19.2%) y Perú
(18.9%). La diferencia es aún mayor con respecto a economías como Malasia (25%)
o Corea (34.9%). Las bajas tasas de inversión afectan negativamente la
capacidad de acumular un stock de capital suficiente que amplíe la capacidad
productiva y permita expandir la producción sin que se generen presiones
inflacionarias. En la experiencia internacional, el proceso de desarrollo y de
crecimiento del ingreso per cápita está asociado con un aumento en la dotación
de capital por trabajador que permite alcanzar mayores niveles de productividad
del trabajo, y, por ende, mayores salarios. La baja de inversión en Colombia
refleja el bajo dinamismo de la formación de capital tanto del sector privado
como del sector público. En este último caso, la poca inversión se refleja en
un atraso en infraestructura y servicios de logística, que afecta negativamente
la productividad del trabajo en las diferentes actividades.
Las
cinco locomotoras
Seguramente con el ánimo
de impactar al imaginario colectivo, el gobierno escogió la analogía de
cinco locomotoras (infraestructura, agricultura, minería y
energía, vivienda e innovación), pero hubiera podido hablar sencillamente
de motores, inductores o aún drivers.
Curiosa analogía, llena de connotaciones nostálgicas, que nos remonta a una
tecnología del siglo XIX y nos recuerda, cruelmente, que somos un país que
acabó con los ferrocarriles y hace tiempo levantó los rieles.
- Sólo dos de estas
locomotoras - infraestructura e innovación -
figuran entre los doce pilares de la competitividad para el Foro Económico
Mundial.
- De otra parte,
la vivienda puede generar empleo y reducir el déficit
habitacional, pero poco aporta a la competitividad sistémica del país. Esta
locomotora arrastrará seguramente algunos vagones del sector de la
construcción, poco eficientes hoy, pero ya no estamos en la época de Currie ni
del Upac.
- Igualmente, la agricultura contribuye
con un porcentaje cada vez menor al PIB y su competitividad será también cada
vez menor al entrar en vigor el amplio abanico de tratados de libre comercio,
que hacen cola en la puerta. Un abono atrasado a la deuda social y un
reconocimiento estatal de las barbaridades cometidas en nombre de la
"seguridad democrática".
- A su turno, la
minería y la energía son recursos naturales, que constituyen
ventajas comparativas, pero tal vez no competitivas para
Colombia. La extracción sin transformación ni generación de
empleo requiere de todos modos un alto volumen de recursos, que aporta
gustosamente la inversión extranjera directa, cuyo total será del orden de
10.000 millones de dólares al año, tal como lo pronostica The Economist
Intelligence Unit (EIU). Una cifra alta sin duda que, sin embargo,
pasará de representar un 14,3 a un 10,1 por ciento de las necesidades totales
de formación bruta de capital fijo de la economía para 2015. ¿De dónde saldrá
el resto?
Paradójicamente, esta
locomotora parece más una imposición externa que una opción libremente
escogida. Va en contravía de las otras: un efecto indirecto es la
revaluación del peso frente al dólar, que ya constituye un cambio estructural y
durable, y que crea, en el corto plazo, condiciones favorables para sustituir
productos de origen nacional por los importados y hace menos competitivos en
los mercados internacionales los productos manufacturados o apenas procesados
como las flores o el banano. Las perturbaciones cambiarias y monetarias
inducidas por esta locomotora serán fuente de complicaciones macroeconómicas
por mucho tiempo.
- En fin, la locomotora
de la innovación, que podría ser la más dinámica y capaz de
impulsar vigorosamente la competitividad del país, está apenas esbozada en
las Bases del Plan Nacional de Desarrollo.
Colombia en el
horizonte económico internacional
Escrito por Carlos Eduardo Maldonado*
Liderazgo: afuera sí, adentro no
Es
evidente que el presidente Santos tiene una imagen favorable en el exterior, y
que desde fuera del país es visto como un líder habilidoso. Específicamente en
el tema del proceso de paz y las negociaciones en curso en La Habana (ver
recuadro “¿El desarrollo del campo?...”). Los numerosos viajes, las
declaraciones de la comunidad internacional y el decidido apoyo mundial al
proceso de conversaciones y negociaciones con las Farc contrastan, sin embargo,
con la imagen que carga el Presidente en el país. Reiteradas encuestas de
opinión, y un seguimiento a las redes sociales, dejan ver que su liderazgo
interno no es precisamente el mejor. En este sentido, en el territorio nacional
palpita una fuerte división entre los partidarios de la paz y sus críticos y
enemigos, encabezados, estos últimos por Uribe, el Centro Democrático y el
Procurador Ordóñez.
Todo
ello, en el marco en el que, en el mejor espíritu del Frente Nacional
(1958-1974), la oposición y las tercerías fueron eliminadas (literalmente) y el
poder quedó concentrado, como siempre, en muy pocas manos. Al cabo, en tiempos
recientes, a la confianza inversionista, la seguridad democrática y la cohesión
social de Uribe, con todo y sus acciones y omisiones, le siguió la idea de
prosperidad para todos y “Todos por un nuevo país”. Si Colombia fuera Francia
todo ello significaría la instauración de una segunda república (la primera
sería aquella que desde 1810 y 1819 abarca hasta el año 2000). Palabras más,
palabras menos.
¿Cómo es vista Colombia?
Lo
que una y otra vez presentan como lo mejor del establecimiento público y
privado de Colombia –esto es, los principales gremios económicos, los sectores
más destacados de la clase política y los principales estamentos públicos al
unísono- se propuso que el país fuera acogido en la Ocde, esto es, el grupo de
34 países más ricos y desarrollados. O como dicen eufemísticamente: “el club de
las buenas prácticas”. Sin lugar a dudas, el grupo de quienes dictan (y sufren)
las políticas sociales y económicas que expresan lo mejor del capitalismo; esto
es, por ejemplo, competitividad, sostenibilidad, crecimiento económico,
desarrollo económico, sistema de libre mercado, institucionalismo y
neoinstitucionalismo, en fin, neoliberalismo.
La
aspiración de que Colombia ingrese a esta instancia de ‘Cooperación’ no es
ajena, y por el contrario, es concomitante con el hecho de que, como dicen en
la gran prensa, “Colombia logre la paz”. Esto es, que en La Habana, las
negociaciones entre el Gobierno y las Farc desemboquen en la firma de un
acuerdo de paz. (porque ésta, o el llamado “postconflicto” son otra cosa
perfectamente distinta a la firma del acuerdo e implica un tiempo largo, de por
lo menos dos o tres generaciones hacia delante).
En
este sentido, es evidente que el presidente Juan Manuel Santos es bien visto
con un liderazgo sólido en el mundo, pero, en contraste, al interior del país,
su imagen es inversamente proporcional.
Pues
bien, cabe recordar que estas aspiraciones –económicas, sociales y políticas–
tienen lugar luego de que en dos ocasiones, el país fuera considerado, primero,
como un gobierno fallido (específicamente
durante el periodo de Ernesto Samper), y luego también, como un gobierno inviable (durante el cuatrenio de Andrés
Pastrana). Esto significa que Colombia estuvo a punto de ser calificada como un estado fallido,
exactamente a la manera de Haití, o varias de las repúblicas subsaharianas
(1).
Pocos
años después, en el 2010, una vez vista como parte constitutiva del grupo de
países Civets, empieza a ser considerada como una promesa de inversión
internacional y de desarrollo y crecimiento económico.
Los países Civets
La
revista The Economist posee
varias unidades de trabajo, empresa e investigación. Una destacada de ellas,
encargada de elaborar índices e indicadores es la Economist Intelligence Unit (Unidad de Inteligencia de “The
Economist”), sin duda, una de las dendritas de lo que es mucho más que una
revista. Pues bien, los mercados emergentes fueron identificados hacia el año
2010 como el grupo de los Civets, que es el acrónimo (que significa en inglés:
felino) para designar a la segunda fila de los países más promisorios detrás de
los Bric: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Suráfrica.
Cabe
destacar tres criterios que sirven como denominador mínimo común para los
países aquí englobados: el nivel de la población, el nivel de crecimiento y la
apertura económica. El nivel de la población no hace referencia necesariamente
al tamaño poblacional sino al hecho de que la parte gruesa de la pirámide
demográfica está constituida por jóvenes entre los 20 y los 40 años. El nivel
de crecimiento queda expresado en un rápido y fuerte crecimiento de la clase
media, y la apertura económica hace referencia a la acogida total del
neoliberalismo económico y todas las políticas y estructuras institucionalistas
y neonstitucionalistas.
En
términos sociológicos, este grupo de países son aquellos que están haciendo el
tránsito del capitalismo financiero al postindustrial, y desde éste último
hacia el capitalismo informacional. Esto quiere decir, la incorporación
creciente de las Tics (tecnologías de la información y la comunicación) en
todas las gamas del Estado, el sector privado y la vida de la sociedad. Pues
bien, el padre de la sociología de la información, M. Castells, lo dejó
claramente dicho: el capitalismo postindustrial hace el tránsito al capitalismo
informacional no porque lo quiera o lo desee, sino porque es la única
posibilidad que tiene, si quiere seguir existiendo (2).
Recapitulando: ¿cómo está Colombia?
Existe,
manifiestamente, un interés del mundo por este país. Civets es tan sólo un
ejemplo, como lo es el proceso en curso de ingreso a la Ocde en un futuro
relativamente previsible. Colombia exhibe crecimiento económico, jalonado
principalmente por el sector financiero, el cual, sintomáticamente, no es,
literalmente, un sector productivo. Verosímilmente la clase media ha crecido.
Al fin y al cabo ésta es el gran colchón social del capitalismo.
Sin
embargo, las cosas no son blancas u oscuras. De acuerdo con numerosas fuentes,
Colombia es uno de los países más inequitativos en el mundo; en términos de
indicadores Gini, de ingresos, u otros. El movimiento guerrillero de otras
épocas ha llegado a ser estratégicamente controlado, aun cuando tácticamente
ese pueda no ser el caso.
El
crecimiento y el desarrollo económico va de la mano con una amplia, sostenida y
creciente destrucción del medio ambiente. Una historia que en el mundo es du déjà-vu. El capitalismo es un sistema social y
económico hecho posible al costo de generar una enorme entropía a su alrededor.
Como
quiera que sea, una cosa resulta evidente. La visión de cualquier país en
términos simplemente macroeconómicos oculta y desplaza otros numerosos temas y
problemas, que exigen para su conocimiento y comprensión una mirada granular
más fina. Lo que pareciera a vuelo de pájaro llano y genérico se revela en una
mirada más atenta como un territorio lleno de valles, montañas, abismos y
picos. Aparentemente el futuro del país en términos macroeconómicos parece
positivo. Pero una impresión semejante no debe dejar fuera de consideración
otras numerosas contradicciones, retos y problemas. Sin lugar a dudas, de
manera puntual, los tres más importantes son: equidad con justicia social,
protección del ambiente y la naturaleza, y comprensión e inscripción en el
panorama latinoamericano.
Con
la integración en la Ocde y su inclusión en los Civets, Colombia avanza para su
inscripción en el mundo. ¿Paso en falso? Para que la integración sea
incluyente, uno de los primeros pasos por dar sería el de reconocer sus raíces
en la América Latina. Ese continente de, como decía J. Vasconcelos, la raza
cósmica.
1 Un “Estado fallido” es
el concepto que específicamente las grandes calificadoras mundiales utilizan
para designar un país que ha entrado a un callejón sin salida. Quienes así
califican son empresas privadas como Standard & Poor’s, Moody’s, y Fix, que
actúa como subsidiaria de Fitch Ratings. Esto es, específicamente, son
calificadoras de riesgos o, en otras palabras, agencias calificadoras de
crédito.
2 Cfr. Prólogo de: M. Castells, “La era de la
información. Economía, Sociedad y Cultura”. Vol. 1: La sociedad red.
Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 27-54.
3 Para una mejor
comprensión puede consultarse, en español: http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/; y en inglés:http://www.oecd.org.
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